Los últimos eventos climáticos con características de tornado que han venido azotando diversos puntos del país dejaron a su paso varios fallecidos y cuantiosos daños materiales, padecidos en su mayoría por humildes familias campesinas. Muchas localidades siguen sin energía eléctrica a causa de la caída de columnas de la ANDE. Según el Ministerio de Educación, un total de 242 locales escolares, en 56 distritos de 10 departamentos, están en situación de emergencia.
Desde el año pasado, los meteorólogos han venido anunciando que el escenario climático del 2016/2017 no iba a ser nada favorable para la ciudadanía en general y, fundamentalmente, para el sector económico-agroganadero del país, a consecuencia de los episodios que irían apareciendo, como parte de un ciclo natural global del clima conocido como “El Niño-Oscilación del Sur” (ENOS). Como es sabido, esta manifestación de la naturaleza tiene dos extremos: una fase cálida denominada “El Niño”, y otra fría conocida como “La Niña”. Asimismo, se pronosticó que los efectos se harían sentir a nivel regional y que la mayor parte de Bolivia, Chile y Paraguay, así como el noreste de la Argentina, sufrirían las consecuencias crecientes del mencionado fenómeno. Respecto a nuestra Región Oriental, se advertía que iba a experimentar una mezcla de síntomas de “La Niña” y “El Niño”, observándose precipitaciones muy irregulares, como las que han ocurrido en estos días.
De acuerdo con los expertos, estos temporales con vientos de más de 100 km/h y lluvias intensas acompañadas de granizos, como los que afectaron a casi todos los departamentos del país, son agravados por el “cambio climático”, fenómeno causado por el incremento de los gases de efecto invernadero (GEI), atrapados en la atmósfera, que produce un aumento de la temperatura de la Tierra. Según la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), de 1994, el llamado “calentamiento global” es atribuible, directa o indirectamente, a la actividad humana.
En este mismo sentido, el informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) del año 2007, denominado “Cambio climático: Riesgos, vulnerabilidad y desafíos de adaptación en el Paraguay”, sostiene que el cambio climático constituye uno de los mayores desafíos globales que enfrenta la humanidad en el siglo XXI. En Paraguay, la deforestación –que viene de décadas anteriores y continúa hasta hoy–, unida al cambio de uso de suelos hacia una agricultura tecnificada y de monocultivo, están ocasionando variaciones profundas en el ambiente, con una alteración en el clima, debido a las modificaciones en el régimen del balance de calor y humedad.
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Asimismo, la deforestación masiva del periodo 1984-1991, en el Alto Paraná, Caaguazú y Canindeyú, ha favorecido la aparición de enfermedades y un aumento en los niveles de pobreza de los sectores campesino e indígena. Así, el cambio climático no solo afecta la salud de las personas, sino también perturba y desequilibra en gran medida la economía del país. En estos mismos días, los agricultores sufrieron multimillonarias pérdidas a raíz de los últimos fenómenos climáticos, en diferentes puntos del país.
Según el informe del PNUD antes mencionado, las predicciones para los años venideros, utilizando un escenario climático realista, indican que las temperaturas en el Chaco central escalarían a niveles superiores al normal, durante todo el año, pudiendo provocar la insostenibilidad de la producción láctea o una pérdida de la rentabilidad, debido a la merma causada por el estrés calórico en el ganado lechero. Asimismo, los efectos en el sector agrícola en general, especialmente en los cultivos tradicionales, alcanzarían a más de 250.000 familias campesinas o alrededor de 1,5 millones de personas.
Siendo este el negro panorama climático que tenemos por delante, que traerá aparejadas preocupantes consecuencias para los paraguayos, es de esperar que el Gobierno le otorgue a la cuestión la importancia que se merece, y se apreste a ejecutar y a acompañar las acciones que se emprendan para contrarrestarlo.
La presente coyuntura clama por acciones efectivas y coordinadas de los organismos del Estado con atribuciones relacionadas al medio ambiente, tales como la Secretaría del Ambiente (Seam), el Instituto Forestal Nacional (Infona), la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN), el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), entre otros. Es de recordar que en el 2001 se creó el Programa Nacional de Cambio Climático, mediante el Decreto 14943, que tiene como objetivo la evaluación e implementación de las acciones vinculadas a las obligaciones asumidas por el Paraguay dentro del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto.
Los impactos sociales y económicos de las graves modificaciones que sufre el ambiente, que se traducen en el cambio climático, se irán agravando en nuestro país. Las autoridades gubernamentales deben aplicar con todo rigor las leyes que sancionan a los infractores, mientras la sociedad toda debe adquirir conciencia de la gravedad de la situación y colaborar para salir del atolladero.