Treinta años de democracia con tremendas deudas viales en el Chaco

Existen ciertas faltas de los Gobiernos que la memoria colectiva castiga negándoles el olvido. La reciente muerte de un niño gravemente enfermo, cuyos padres procuraron salvarlo trasladándolo en una carreta por la “Ruta Ñ”, se inserta dentro de este contexto y será recordada con pena durante mucho tiempo. Este trágico suceso ha destapado muchas miserias, como la cruel insensibilidad de algunos ganaderos ante la suerte de familias necesitadas y la paupérrima infraestructura vial del Chaco. El ministro Arnoldo Wiens no debe exhibir la inoperancia de sus antecesores con relación a las rutas del Chaco y a la derivación a territorio paraguayo de las aguas del río limítrofe con Argentina. La falta de rutas transitables en forma permanente tiene consecuencias muy dolorosas para quienes habitan la Región Occidental y, en especial, para los del Alto Paraguay. No deben seguir siendo marginados.

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Existen ciertas faltas de los Gobiernos que la memoria colectiva castiga negándoles el olvido. La reciente muerte de un niño gravemente enfermo, cuyos padres procuraron salvarlo trasladándolo en una carreta por la “Ruta Ñ” –como es conocido un camino vecinal de penetración que parte de la ruta Transchaco y se interna hacia el oeste en el departamento de Presidente Hayes–, se inserta dentro de ese contexto y será recordada con pena durante mucho tiempo. El guardabarrera negó el paso, aduciendo que el tránsito estaba cerrado debido a la reciente lluvia, por orden de los ganaderos que mantenían la ruta. Los padres se resignaron a esperar que un helicóptero de la Fuerza Aérea traslade a su hijo hasta un hospital de Villa Hayes. El pequeño llegó a destino sin signos vitales.

Este trágico suceso ha destapado muchas miserias, como la cruel insensibilidad de algunos ganaderos ante la suerte de familias necesitadas y la paupérrima infraestructura vial del Chaco. Pese a los 30 años de Gobiernos democráticos y a las regalías en dinero contante y sonante, recibidas de las usinas hidroeléctricas binacionales, hasta ahora el Paraguay sigue siendo uno de los países sudamericanos más pobres. Irónicamente, en estas últimas décadas, el Chaco ha recibido menos atención gubernativa que en tiempos de la dictadura, a la que se deben la infraestructura vial troncal básica y sus ramales a Concepción.

Pese a todo, el mítico “infierno verde” se ha convertido en un emporio de riqueza, gracias a la inversión de los particulares, como la realizada por los laboriosos colonos menonitas desde la década de 1920. Las penurias se reflejan no solo en las vicisitudes de la gente pobre, sino también en que la economía de escala se ve frenada por la falta de una infraestructura vial adecuada para transportar los bienes producidos hasta los centros de consumo o de exportación. La vital Ruta 9 “Carlos Antonio López”, más conocida como Transchaco, por la que se dirige hacia la Región Oriental la mayor parte de la producción agrícola y ganadera del Chaco y se transportan abastecimientos desde la capital y el resto del país hacia dicha zona, se halla casi totalmente destruida, al menos desde Villa Hayes hasta Mariscal Estigarribia. También sus ramales a Concepción y las colonias menonitas están en pésimas condiciones. El anterior Gobierno la dejó colapsar y el actual aún no atina a reconstruirla.

Hace poco, los medios televisivos mostraron otra escena patética: un camión cisterna, que transportaba 20.000 litros de leche, era remolcado por un tractorista, que se vio forzado a derramarlos por la imposibilidad de llegar a destino en tiempo oportuno, debido al calamitoso estado de la ruta. Un daño material provocado por la negligencia estatal que ha provocado el total deterioro de varios tramos de la ruta Transchaco. Las tareas de mantenimiento brillan por su ausencia, entre otras cosas porque no sirven para la propaganda gubernamental.

Con el régimen de lluvias atípico de las últimas semanas, la falta de rutas troncales pavimentadas y de caminos vecinales transitables en todo tiempo hace muy penosa la vida de los pobladores y azarosa la actividad económica en el vasto Chaco, aunque ya esté generando, gracias al esfuerzo privado, una considerable riqueza agrícola-ganadera que impulsa el crecimiento económico del país. Queda por ver si este Gobierno apoyará en verdad la economía de los particulares, mejorando sustancialmente la red vial. Lo peor que puede ocurrir es que termine mintiendo como sus predecesores. Es increíble que cada lluvia siga causando el aislamiento de comunidades enteras y que en tiempos de sequía ellas –sobre todo las indígenas– sufran el castigo de la sed. Entretanto, el acueducto, cuya construcción empezó hace casi una década, sigue incompleto, como una muestra más de la desidia gubernamental en cuanto a la Región Occidental. Ella también se ve en que el departamento de Alto Paraguay, cuyo potencial económico es enorme, siga sin contar con un solo metro de ruta asfaltada, en toda su extensión de 82.349 kilómetros cuadrados.

Otro claro ejemplo de la ineficiencia estatal es el caso de la ruta de 227 kilómetros que une las localidades de Loma Plata y Carmelo Peralta, como parte del llamado Corredor Bioceánico: para pavimentarla, el MOPC hizo en abril de 2016 un llamado a licitación pública internacional, que fue suspendido ocho veces hasta que, por fin, la obra fue adjudicada en marzo de 2018, por US$ 421 millones, al consorcio Quiroz Galvao SA-Ocho A, que empezó los trabajos recién en febrero de este año. O sea que pasaron casi tres años antes del inicio de las obras que, en principio, concluirían al cabo de veinticuatro meses.

Ni qué hablar de la canalización del río Pilcomayo, el cauce hídrico vital cuyas aguas riegan la mitad del Chaco central, cuando no está obstruido, como ha venido sucediendo regularmente con frecuencia en los últimos años. El ministro Arnoldo Wiens no debe exhibir la inoperancia de sus antecesores con relación a las rutas del Chaco y a la derivación a territorio paraguayo de las aguas del río limítrofe con Argentina. Los compatriotas de esa región tienen derecho a transitar por buenas rutas y a disponer de agua durante todo el año, aparte de contar con servicios sanitarios y educativos al igual que los demás. La falta de rutas transitables en forma permanente tiene consecuencias muy dolorosas para quienes habitan la Región Occidental y, en especial, para los del Alto Paraguay. No deben seguir siendo marginados.

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