Un disparate

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La Cámara de Diputados aprobó por unanimidad un proyecto de ley presentado por la diputada Fabiola Oviedo (ANR), por el que el trayecto de 570 km de la ruta bioceánica que cruza el Chaco paraguayo, que une las fronteras con Argentina y Brasil, lleve el nombre de “General de División Lino César Oviedo”. No puede negársele al homenajeado el mérito de haber participado –junto con muchos otros militares, algunos incluso al costo de su vida– en el derrocamiento del dictador Alfredo Stroessner en febrero de 1989, pero su actuación posterior no estuvo signada precisamente por el respeto a la Constitución y a las leyes, ni por la dedicación exclusiva a sus funciones de comandante del Ejército. Por ejemplo, violando abiertamente la prohibición legal, realizó actividades políticas vestido con el uniforme verde olivo, y utilizando bienes del Estado. Se pretende presentar al militar como el ideólogo de la ruta bioceánica, cuando se trata de un proyecto antiguo encarado por lo menos por cuatro países. Autoridades de localidades chaqueñas consideran más apropiado denominar la mencionada ruta con el nombre de algún héroe del Chaco, de un indígena importante o de algún menonita. Son propuestas atendibles y más apropiadas que la del proyecto de ley. Como se ve, la decisión adoptada en la Cámara Baja no es la más sensata, por lo que debe ser rechazada en la Cámara de Senadores.

La Cámara de Diputados aprobó por unanimidad un proyecto de ley presentado por la diputada Fabiola Oviedo (ANR), por el que la ruta que cruza el Chaco paraguayo y que une las localidades de Pozo Hondo, en la frontera con Argentina, y de Carmelo Peralta, con la de Brasil, pasando por Loma Plata, lleve el nombre de “General de División Lino César Oviedo”. Si es comprensible que una hija quiera honrar la memoria de su padre, no lo sería tanto que el Congreso denomine así a dicho tramo de 570 kilómetros de la ruta bioceánica que se extiende entre el litoral brasileño del Atlántico y el chileno del Pacífico.

No puede negársele al homenajeado el mérito de haber participado –junto con muchos otros militares, algunos incluso al costo de su vida– en el derrocamiento del dictador Alfredo Stroessner el 2/3 de febrero de 1989. Pero su actuación posterior no estuvo signada precisamente por el respeto a la Constitución ni a las leyes, ni por la dedicación exclusiva a sus funciones de comandante del Ejército.

Que vistiendo el uniforme haya presuntamente escamoteado en 1992 el triunfo de Luis María Argaña en las elecciones internas de la ANR; que en 1998 su candidatura presidencial haya sido frustrada por el entonces presidente de la República Juan Carlos Wasmosy; que en 2002 haya fundado el partido Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (Unace) y que en 2007 haya sido absuelto del delito de sublevación militar que se le atribuyó en 1996, son solo algunos episodios de una agitada vida pública, que están lejos de justificar que sea inmortalizado mediante el bautismo con su nombre de una ruta internacional.

Es imposible soslayar, por ejemplo, que, violando abiertamente la taxativa prohibición legal, realizó actividades políticas vestido con el uniforme verde olivo, y utilizando bienes del Estado. Algunas de sus frases famosas, siendo militar en actividad, revelan su vocación autoritaria y su desapego a las leyes: “Voy a ser presidente per secula seculorum”; la decisión de las Fuerzas Armadas es “cogobernar con el Partido Colorado per secula seculorum”; “ni con diez artículos de la Constitución me sacarán mi coloradismo” (lo dijo vestido de uniforme), así como que iba a votar por el Partido Colorado “con uniforme o sin uniforme, con ley o sin ley”. Imaginamos que cualquier declaración de esta naturaleza que formulase hoy un militar en actividad, sería deplorada de inmediato por la legisladora proyectista. 

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Se pretende presentar al fallecido militar como el ideólogo de la ruta bioceánica (el que nos ocupa, porque hay otros trazados), soslayándose que se trata de un proyecto conjunto bastante antiguo que involucra al menos a cuatro países –Brasil, Paraguay, Argentina y Chile–, que reemplazó al original de unir los dos océanos mediante un ferrocarril que cruzara la región amazónica, porque tanto su extensión como su impacto medioambiental son mucho menores.

El segundo de los “megaproyectos” referidos por la diputada Fabiola Oviedo y que atribuye a su padre fue, según se lee en la exposición de motivos del proyecto de ley, el “desarrollo sustentable del Chaco”. Claro que la ruta bioceánica contribuirá al crecimiento económico de la región, en la medida en que los productores chaqueños podrán llegar con mucha mayor facilidad a los mercados de los otros tres países. La prosperidad resultante será atribuible, en todo caso, a los acuerdos y compromisos asumidos por sucesivos Gobiernos y no a la genial idea de un solo paraguayo. Por lo demás, al desarrollo chaqueño han venido contribuyendo muchos compatriotas y extranjeros que tuvieron la audacia de radicarse en una zona inhóspita para dedicarse a la agricultura o a la ganadería, como lo hicieron los valerosos y laboriosos colonos menonitas. 

El intendente de Mariscal Estigarribia, Elmer Vogt; el de Loma Plata, Walter Stoeckl; y el gobernador de Boquerón, Edwin Pauls, creen que lo apropiado sería que tenga la denominación de un héroe de la Guerra del Chaco, de un indígena importante o de algún menonita. Son propuestas atendibles y más apropiadas que la del proyecto de ley. 

Los colonos menonitas, por ejemplo, desde hace casi cien años están abriendo caminos, labrando la tierra, criando ganado, procesando materia prima y reinvirtiendo el fruto de sus esfuerzos. Ello es suficiente mérito para que el Congreso les exprese su reconocimiento, sancionando una ley que dé el nombre de uno de sus pioneros al tramo vial que nos ocupa. Tampoco puede negarse la justicia de honrar a los héroes del Chaco, si bien ya existen numerosos lugares de esa región que tienen nombres de jefes, oficiales y soldados que combatieron en esa contienda victoriosa para el Paraguay. 

Habrá muchas personas que se sientan agradecidas al general Oviedo, pero serán sobre todo aquellas que puntualmente recibieron algún beneficio como fruto de su gestión. A nivel país, fuera de su participación con otros militares en la gesta libertadora de 1989, se lo recuerda más bien por sus agitadas intervenciones en la vida política y su irrespeto a las leyes. 

Como se ve, la decisión adoptada por la Cámara Baja no es la más sensata, por lo que debe ser rechazada en la Cámara de Senadores.