Vergonzoso abandono de la educación

Desde hace años nuestro diario viene insistiendo en la necesidad de ir introduciendo el adiestramiento en ciencias informáticas y la distribución de computadoras entre la niñez en edad escolar y los docentes. Lo hace en la firme certeza, abrumadoramente dominante en el mundo actual, de que permaneciendo ajeno o siquiera retrasado en el ingreso al mundo de la comunicación e información modernas, el retraso cultural está completamente asegurado y a una velocidad cada vez mayor. ¡Qué gran salto darían nuestros chicos y jóvenes en el camino de su autoformación, en su propia adecuada inclusión en el ámbito tecnológico del mundo en que tendrán que sobrevivir, primero, y progresar, después; y en su autoestima! Pero en la gran mayoría de nuestros centros educativos ni siquiera los docentes manejan estos nuevos recursos que la tecnología crea para facilitar el trabajo intelectual humano. Estamos perdiendo el tiempo y la carrera hacia la actualización y puesta al día en la modernidad mundial.

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Desde hace años nuestro diario viene insistiendo en la necesidad de ir introduciendo el adiestramiento en ciencias informáticas y la distribución de computadoras entre la niñez de edad escolar y los docentes, sumándose a los esfuerzos que realizan muchas otras personas que se ocupan profesionalmente de estudios académicos, investigaciones científicas y actividades sociales relativas al campo de la pedagogía y la didáctica, la docencia y otras disciplinas vinculadas al aprendizaje y la enseñanza. Lo hace en la firme certeza, abrumadoramente dominante en el mundo actual, de que permaneciendo ajeno o siquiera retrasado en el ingreso al mundo de la comunicación e información modernas, el retraso cultural está completamente asegurado y a una velocidad cada vez mayor.

Tomemos nuestro país como ejemplo: los chicos y jóvenes paraguayos ingresan al universo de la informática de la mano del teléfono celular y de otros dispositivos de entretenimiento similares, quienes tienen recursos para procurárselos y, los que no, en las computadoras a las que pueden acceder gratuitamente por poco dinero, en casa de compañeros o en los “cíber”.

¿Qué tal si fuese su propia escuela, su colegio, su Municipalidad, los que les facilitasen esos medios? ¡Qué gran salto darían esos chicos y jóvenes en el camino de su autoformación, en su propia adecuada inclusión en el ámbito tecnológico del mundo en el que tendrán que sobrevivir, primero, y progresar, después; y en su autoestima!

Pero en la gran mayoría de nuestros centros educativos ni siquiera los docentes manejan estos nuevos recursos que la tecnología crea para facilitar el trabajo intelectual humano. ¿Cómo un maestro, una maestra, dirigirán adecuadamente el proceso de aprendizaje que emplea la vía informática y la manipulación de computadoras y sus accesorios, si ellos mismos no los conocen? Como bien alertan muchos profesionales de la educación y la psicología asociada a ella, muchos de los métodos y habilidades tradicionales escolares están tornándose inhábiles para responder a las exigencias prácticas de la vida actual. Muy pocas personas escriben ya sus documentos, informes, etc., de modo manuscrito. Pero en la escuela se continúa insistiendo mucho en el desarrollo de aptitudes para tareas que hoy en día realizan las máquinas, como la memorización de hechos, personas y datos y ciertos cálculos matemáticos.

No es que estas habilidades no deban seguir desenvolviéndose en la niñez, sino que es preciso adaptarlas a las necesidades actuales y tornarlas más pragmáticas.

Los docentes y demás personas refractarias a los nuevos caminos deben comprender que es la metodología pedagógica y los contenidos programáticos los que deben ajustarse a la realidad socioeconómica y cultural del presente, y no intentar vanamente meter por la fuerza métodos y contenidos que quedaron obsoletos en el corsé de lo tradicional. Por este camino solo se asegura el fracaso de los procesos y la decepción general.

Quienes diseñan y aplican la política educacional en nuestro país deben ir incorporando las novedades tecnológicas e informáticas en el proceso enseñanza-aprendizaje lo más aceleradamente posible, y no lentamente, tanteando el terreno como si se tratara de una tierra movediza. Si el Ministerio de Educación y Cultura no dispone todavía de herramientas de trabajo adecuados a las exigencias, tiene el recurso de acudir a los países del Primer Mundo, donde existen multitud de organismos de asistencia interestatal, de organizaciones particulares dedicadas a la ayuda internacional, de fundaciones especializadas y una gran variedad de centros de divulgación que, gratuita y gustosamente, prestan sus herramientas, sus descubrimientos y hasta efectúan donaciones para países en desarrollo.

Entretanto, estamos perdiendo el tiempo y la carrera hacia la actualización y puesta al día en la modernidad mundial. Hoy mismo ya estamos retrasados en el desarrollo y sufriendo las consecuencias de este desfasaje, aunque los peores efectos se verán recién dentro de dos o tres décadas, cuando los que hoy son niños y jóvenes, habiendo aprendido poco y mal, tengan que hacerse cargo de la organización de la sociedad y la administración del país.

Para los docentes queda todavía un riesgo particular y peor que se está presentando: que muchas veces sus alumnos los superan ampliamente porque aprenden informática por su cuenta y, a través de ella, acceden a los centros mundiales de almacenamiento del conocimiento científico y tecnológico con más rapidez y versatilidad que ellos mismos. Es ridículo, pero esta es la situación. Cambiar, actualizarse, aprender, adecuarse o desaparecer, es la alternativa de hierro que enfrentan los maestros y maestras de la actualidad.

El Estado tiene responsabilidad primera y fundamental en todo esto; y no solamente por mandato constitucional, sino porque es el único que dispone de los recursos y la competencia política para dirigir adecuadamente el proceso educacional nacional de un modo técnicamente uniforme y socialmente equitativo. La niñez de familias económicamente solventes y la niñez de los pueblos indígenas deben tener acceso igualitario a las mismas posibilidades educacionales. La computadora es hoy en día un instrumento barato que el Estado debe poner en manos de cada uno de los niños y jóvenes cuyos padres no estén en condiciones de procurárselos.

Es criminal mantener a la sociedad nacional en su conjunto, no ya solo a maestros y alumnos, atados a cuadernos, lápices y borradores en un mundo que se mueve electrónicamente.

El presidente Horacio Cartes tiene la oportunidad histórica de ser el primer gobernante con la visión y la determinación suficientes como para poner al Paraguay en el camino de la modernidad tecnológica en el ámbito de la educación general, y al país mismo en la red mundial de la tecnología de la información y la comunicación, de la que tan alejados estamos hasta ahora, lamentablemente. Es de esperar que tenga poder político para cumplir con éxito este desafío a su talento como gobernante.

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