Vicepresidente

El vicepresidente se instala desde ahora una vez a la semana en el Congreso para cumplir una de sus cuatro funciones constitucionales, la de hacer de nexo entre el Poder Ejecuto y el Legislativo. Dos de dichas funciones son permanentes y dos condicionales. Su función, entonces, está lejos de ser abrumadora, ya que es meramente formal y condicional. Sin embargo, la Vicepresidencia de la República se ha convertido en una institución con 34 dependencias y casi un centenar de funcionarios, cuando que bien podría desenvolverse con una docena de ellos. Es de esperar, por tanto, que en esta misión que asume en el Congreso el señor Juan Afara busque hacer algo útil para el país.

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El Vicepresidente de la República se instala desde ahora una vez a la semana en el Congreso, en una oficina destinada al mismo para cumplir su misión constitucional de nexo entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo.

La Constitución establece solo cuatro funciones para el Vicepresidente: sustituir al Presidente en casos de impedimento, ausencia temporal o vacancia definitiva; representar al Presidente por designación del mismo, participar del Consejo de Ministros y coordinar la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo.

Dos de las funciones son permanentes (participar del Consejo de Ministros y coordinar la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo) y dos son eventuales: sustituir al Presidente en el caso de que se diera y representarlo si este lo designara para el efecto.

Lo de la coordinación entre los dos Poderes surge del art. 3 de la Constitución referido al Poder Público: “El gobierno es ejercido por los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, en un sistema de separación, equilibrio, coordinación y recíproco control”.

El Vicepresidente encuentra, por ende, en la Carta Magna un respaldo más para llevar adelante su tarea con el Parlamento, al cual debe asistir necesariamente para determinar con las autoridades y líderes políticos qué asuntos de las agendas de ambos Poderes pueden ser motivo de coordinación.

En lo que respecta a su participación en las reuniones del Consejo de Ministros, corresponde a dicho órgano coordinar las tareas ejecutivas, impulsar la política del Gobierno y adoptar decisiones colectivas. Al no contar con una cartera ejecutiva, como la de los ministros del gabinete, se supone que el Vicepresidente asiste a las reuniones al solo efecto de estar informado de las gestiones de gobierno.

Como se desprende de la misión que corresponde al Vicepresidente del Paraguay y de su inclusión en el organigrama del poder constituido, la función que se le asigna está lejos de ser abrumadora, ya que es meramente formal y condicional.

Sin embargo, la Vicepresidencia de la República se ha convertido a lo largo de 27 años de ensayo democrático en una institución con 34 dependencias y casi un centenar de funcionarios, cuando que hubiera bastado que el titular del cargo contara como máximo con una secretaria, chofer, un par de asesores y tal vez dos funcionarios a su exclusiva disposición en el Consejo de Ministros y en las cámaras parlamentarias.

Sería más que suficiente una docena de funcionarios a su cargo para cumplir a cabalidad su misión en el esquema de Gobierno. Pero, como ocurre en toda la función pública, la llegada de un nuevo titular de la institución implica la contratación de nuevos funcionarios, los cuales pasan a formar parte de la plantilla, aumentando paulatinamente la ya abultada cantidad de empleados del Estado.

Nuestra Constitución estableció claramente un sistema presidencialista con un Poder Ejecutivo ejercido única y exclusivamente por el Presidente de la República, aunque los ministros, elegidos por él, son solidariamente responsables de los actos de gobierno.

No comparte ninguna responsabilidad con el Vicepresidente desde el momento en que todo el poder del Ejecutivo lo ejerce una sola persona. De modo que el Vicepresidente solo debe estar atento a la eventual coordinación con el Legislativo sin decidir nada y a informarse de lo que trata el Consejo de Ministros.

En la práctica, sin embargo, los vicepresidentes han usado el cargo para hacer un activismo político-partidario, y en algunos casos en actitud de franca conspiración para sustituir al Primer Mandatario antes de que el mismo cumpla su plazo.

Es de esperar, por tanto, que en esta misión que asume en el Congreso el señor Juan Afara busque hacer algo útil para el país.

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