Yacyretá y Julio De Vido

El famoso Julio De Vido, ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, y, en tal condición, máximo exponente oficial argentino en la Entidad Binacional Yacyretá, tenía un secretario (ministro) de Obras Públicas, José López, al que hace algunos días apresaron cuando intentaba esconder en un convento unas maletas con nada menos que casi nueve millones de dólares. En lo que al Paraguay toca, como hecho de corrupción no es sino un caso nada sorprendente ni cosa de otro mundo. Aquí tuvimos y continuamos teniendo muchos De Vido y López. Sin embargo, el asunto es que De Vido fue el peso pesado argentino más fuerte en la Entidad Binacional Yacyretá, calificada –con toda razón– como “monumento a la corrupción” por el expresidente del vecino país, Carlos Menem. Ahora que ese alto funcionario y sus ayudantes de campo están bajo la lupa de la Justicia argentina, alentamos la esperanza de que salgan a luz algunos de los muchos trapos que se ensuciaron en Yacyretá a lo largo de la época del kirchnerismo.

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El famoso Julio De Vido, ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner, y, en tal condición, máximo exponente oficial argentino en la Entidad Binacional Yacyretá, tenía un secretario (ministro) de Obras Públicas, José López, al que hace algunos días apresaron cuando intentaba esconder en un convento unas maletas con nada menos que casi nueve millones de dólares, en distintas divisas, en efectivo.

Otro funcionario al servicio muy personal de De Vido, Ricardo Jaime, está preso desde el 2 de abril de este año, en la penitenciaría de Ezeiza, procesado por presuntos hechos ilícitos en las compras de trenes usados a España y Portugal, que realizó en su condición de secretario de Transporte en el régimen de Néstor Kirchner. Hoy tiene el dudoso honor de ser llamado, popularmente, “el primer preso kirchnerista”.

El mismo Julio De Vido, actualmente diputado por la provincia de Buenos Aires y acusado de corrupción –aunque bien blindado hasta ahora por sus fueros parlamentarios–, era considerado el jefe de la banda de “ingenieros de los negocios kirchneristas”. En lo que al Paraguay toca, como hecho de corrupción no es sino un caso nada sorprendente ni cosa del otro mundo. Aquí tuvimos y continuamos teniendo muchos De Vido, López y Jaimes. Sin embargo, el asunto es que De Vido fue el peso pesado argentino más fuerte en la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), calificada –con toda razón– como “monumento a la corrupción” por el expresidente del vecino país, Carlos Menem.

En efecto, debería preocuparnos seriamente que un tipo como De Vido y su grupo de secuaces, durante todo el tiempo que transcurrió desde la finalización de las obras de la represa de Yacyretá hasta la derrota electoral de su última protectora, Cristina de Kirchner, el año pasado, fueron los que comandaron las gavillas encargadas de los negocios y negociados de la represa. Era nuestro interlocutor natural en todo lo que concerniera a la explotación de esa central hidroeléctrica. Entre él y nuestros negociadores se cocinaron todos los acuerdos formales y no formales que acabaron por agravar nuestra situación como copropietarios de la entidad binacional. Es normal, entonces, suponer que gran parte de lo que nos esquilmaron a los paraguayos en Yacyretá descanse ahora en la caja de ahorros de esa banda, porque va apareciendo dinero negro transportado en enormes valijas en poder de exfuncionarios y allegados kirchneristas, y el último pillado con las manos en la masa es ahora José López, justamente mano derecha de De Vido.

En enero de este año, Ángel María Recalde fue designado director general paraguayo de la Entidad Binacional Yacyretá. Se mostró muy satisfecho de su nombramiento, declarando que tuvo una “agradable sorpresa para ocupar tan elegante cargo”. Desde luego, él sabrá mejor que nadie cuán “elegante” es el cargo y cuántas cosas podrían hacerse con él, porque ya lo ocupó interinamente durante dos años, puesto en el mismo por el entonces presidente, fanático kirchnerista paraguayo, Nicanor Duarte Frutos, oportunidad en la que Recalde, seguramente, tuvo que tratar directamente con Julio De Vido y, quién lo dice, aprendido o recibido mucho de él.

Lo importante de considerar para nosotros, en este momento, es que en marzo del año pasado se cumplieron cuarenta años de la vigencia del Tratado de Yacyretá, lo que hizo posible la renegociación del Anexo “C” de dicho convenio; es decir, una ocasión propicia para que los paraguayos obtengamos la posición que nos corresponde en un negocio que, hasta el momento, solamente ha favorecido a la Argentina y, particularmente, a los funcionarios superiores que lo administran.

Sobre el tema, la mesa de negociaciones del Anexo “C” ya está instalada desde el año pasado y sus resultados son nulos hasta ahora. Con el ritmo que siguen las tratativas, no sería extraño que nunca se llegue a un consenso entre ambas partes interesadas porque todas las violaciones cometidas a los términos originalmente convenidos en el Tratado favorecen a la Argentina.

Desde que la represa hidroeléctrica Yacyretá inició el proceso de generación de energía, en el año 1994, el Paraguay recibió 1.117,4 millones de dólares al 2014 en calidad de excedentes. Los expertos estimaron, sin embargo, que aun con los descuentos pertinentes debió haber percibido unos 9.000 millones. Pero si se ajustara todo a las tarifas por electricidad que se pagan actualmente en la región, los dólares deberían alcanzar, por lo menos, unos 23.000 millones.

Con estas cifras, es obvio que nuestro país está perdiendo inmensa cantidad de dinero en la explotación conjunta de la represa, donde los que realmente mandan, política y administrativamente hablando, son los argentinos, por cuanto ellos “pusieron la plata y el Paraguay solamente el agua”, según la famosa falacia que los brasileños emplean para, a su vez, esquilmarnos en Itaipú.

Hasta ahora, a los argentinos les fue todo muy fácil y sencillo, porque los cobardes o corruptos directores y consejeros que fueron designados por los sucesivos presidentes paraguayos nunca movieron un dedo para reclamar con la energía que otorgan la razón y el derecho los intereses nacionales conculcados. Fueron simples títeres manejados por nuestros socios condóminos y no funcionarios paraguayos patriotas pagados por el pueblo para defender como corresponde a nuestro país.

Obviamente, es inevitable maliciar que esta actitud tan servil y complaciente con los consocios habrá tenido su precio, muy interesante en cifras y muy “elegante” en otras ventajas.

Ahora que Julio De Vido y sus ayudantes de campo están bajo la lupa de la justicia argentina, alentamos la esperanza de que salgan a luz algunos de los muchos trapos que se ensuciaron en Yacyretá a lo largo de esta década de kirchnerismo. Hasta este momento, la policía del vecino país no puede allanar la residencia del exministro De Vido, por causa de que una mayoría de votos de diputados peronistas lo está impidiendo, con el pretexto de los “fueros parlamentarios” (algo que nosotros también entendemos muy bien cómo funciona). Tal vez pronto se abran esas puertas selladas llenas de misterios y nos hallemos con algunas sorpresas convenientes a nuestros intereses nacionales.

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