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Las nuevas represalias consisten, fundamentalmente, en emitir una alerta roja de viaje a Filipinas, designado ese país como destino peligroso, e interrumpir las negociaciones de derechos aéreos, intercambios y contactos oficiales a alto nivel, además de la cooperación pesquera, científica y tecnológica.
En la primera oleada de represalias, Taiwán interrumpió el procesamiento de permisos para el ingreso de obreros filipinos, llamó a su representante en Manila y pidió al representante filipino que vuelva a Manila.
Taipéi considera insuficientes las disculpas filipinas y sus promesas de compensación, y alega que “tratan de eludir la responsabilidad oficial en el incidente”, ocurrido en aguas en que se solapan las zonas económicas exclusivas de Taiwán y las Filipinas, a 164 kilómetros del sur de la isla.
Jiang considera que, desde el principio, la respuesta carece de “suficiente claridad y sinceridad”, comenzando con culpar al barco taiwanés, para luego emitir solo “condolencias” y evitar la “disculpa”.
La Marina taiwanesa ha anunciado maniobras en cooperación con la Administración de Guardacostas en las cercanías de Filipinas para mostrar su determinación en proteger a los pescadores taiwaneses de acosos.
El jueves 9 de mayo una patrullera filipina del Buró de Pesca y Recursos Acuáticos realizó numerosos disparos contra el pesquero taiwanés Kuang Ta Hsing Mo (28), causando la muerte del pescador Hung Shih-cheng.