Amor del bueno

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La relación de Enrique Tatter y su hijo, Lukas Alexander, es sencillamente amorosa y fuerte. Por el Día del Padre repasa los momentos más profundos desde el día de su nacimiento.

“Ser padre me cambió la vida”, dice Enrique Tatter al referirse a Lukas Alexander, su primogénito de 13 años, con síndrome de Down. La experiencia resulta siempre una montaña rusa de emociones, con triunfos que elevan, contrariedades y retos cotidianos, logros y consecuciones que llenan de emoción. Es así la vida al lado de su hijo, a quien mira con orgullo y cariño. Criar un hijo con síndrome de Down no es un camino de rosas, ya que requiere mucho tiempo, esfuerzo y dedicación, así como paciencia y expectativas realistas.

Enrique recuerda la llegada de Lukas. “Supimos de su cromosoma extra el día que nació”, recuerda. Si bien no estaba preparado, Lukas Alexander fue recibido con mucho amor. “Es el mejor regalo que tengo en mi vida. Lukas nació también con una afección cardíaca, lo que nos llevó hasta la ciudad de San Pablo para una operación que, felizmente, resultó exitosa”, rememora.

Las vueltas de la vida le llevaron a separarse de la mamá. “Estoy separado, pero mantenemos una relación muy cordial que no me impide verle o estar con Lukas el tiempo que quiera. De hecho, comparto mucho tiempo con él, es el mimado de la casa. Hasta hace poco era hijo único, ahora tiene un hermanito de nombre Enzo, además fue el primer nieto de la familia, así que es un rey”, admite.

Comenta que es un chico muy sensible, que juega, ríe, llora, se enoja, es tierno, cariñoso; son niños al igual que otros, con la diferencia de que sus etapas de desarrollo son más prolongadas, pero su autenticidad e inocencia se disfrutan al máximo como padre. “Cuando le das amor, recibís el doble; es muy afectivo, muy extrovertido también, sociable..., va a todas partes tanto con su mamá como conmigo y su abuela. Es extremadamente seguro, pues está muy contenido”.

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Lleva una vida normal. Está cursando el séptimo grado, con los acompañamientos propios que requiere su condición. “Es encantador, le gusta la cocina, el fútbol, la música, le escucha a Freddy Mercury, su ídolo, y los Beatles. También pinta y es exquisito en sus gustos, y de la tecnología ni hablar; es un as”.

Lukas escuchaba atentamente todo lo dicho por su papá, aunque no quiso aportar demasiado durante la nota. Con un determinante no, dejó en claro que no quería hablar mucho y dio muestras de su carácter. Y con ellos hay que ser pacientes, además de quererles, claro. Ni ante el pedido de su padre dio el brazo a torcer, situación que fue respetada por su progenitor. De esto, precisamente, se trata la relación entre padre e hijo, del respeto y cariño. “Es lo que viví en mi casa y estoy repitiendo con Lukas... Con él viví una nueva etapa en mi vida..., ya le estoy preparando para que sea mi secretario y me acompañe en la oficina. Ellos van creciendo y aprendiendo a lo largo de su vida, y aprovechando nuevas oportunidades y experiencias”.

Enrique agradece tener una relación amigable con la mamá. “Mucho mejor si están juntos, pero cuando no se da esta situación, llevar una relación cordial y mantener fuera de conflictos a los hijos es la mejor decisión y demostración de madurez; cumplir con nuestro rol, encaminarlos por el sendero correcto, tenemos que ser ejemplos para ellos, pero, por sobre todo, con la fe siempre puesta en Dios”.

¿Qué deben hacer los padres de un niño con síndrome de Down? Enrique dice: “Quererle mucho. Cuidarle como mis padres hicieron conmigo. Tenerle en mi vida es una oportunidad de crecimiento y superación”.

También añade que no sabía mucho del síndrome de Down. “Cuando ves lo hermoso que es tu hijo se te disipan las dudas, para dar paso a la ternura, al amor... Lukas me enseñó a disfrutar de los momentos y las cosas simples, a eliminar prejuicios y amar incondicionalmente”.

Es que la belleza de la vida se exterioriza siempre que se le deja manifestarse y, de forma especialmente intensa, en la realidad de la discapacidad y la asunción del reto que representa.

ndure@abc.com.py 

• Fotos ABC Color/Diego Peralbo.