Cartagena de los escritores

Cartagena de Indias, la joya del Caribe colombiano, reluce por sí misma, y lleva en su sangre historias de conquistas, piratas, independencia y una rara relación con dos de los escritores más grandes e ilustres de habla hispana: Miguel de Cervantes y Gabriel García Márquez.

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Cartagena fue fundada a orillas del mar Caribe, el 1 de junio de 1533 (cuatro años antes que Asunción) y en esos tiempos, y durante casi toda la época colonial, se convirtió en uno de los puertos más importantes del nuevo continente, tanto que Miguel de Cervantes se interesó en ella, en 1590, pero para ejercer como funcionario. La historia resalta también que, el 11 de noviembre de 1811, Cartagena declaró su independencia de España.

Hoy, ejemplo de protección y recuperación del patrimonio histórico (en 1984 fue declarada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad), tiene un sitio dedicado a Cervantes, cuya figura, pluma en mano, adorna uno de los paseos públicos cercanos a la “ciudad amurallada”.

Una placa al pie del monumento argumenta los motivos: “El 21 de mayo de 1590, Miguel de Cervantes solicitó al rey de España se le nombrase en el cargo de contador del almacén de galeras de esta villa, dependencia de ultramar que había sido creada por real cédula de 1587. El 6 de junio, en lacónica misiva, se le respondió: ‘Busque por acá en que se le haga merced’. Estas nueve palabras, para bien de la literatura universal, cambiaron el rumbo de su vida. O quien sabe, a lo mejor la historia del Quijote se hubiera escrito bajo las luces de los candiles y pajuelas del embrujo de Cartagena de Indias”.

Según los datos históricos, la primera edición del Quijote fue publicada en España a comienzos de 1605 y Cervantes falleció el 22 de abril de 1616. Es de suponer que no llegó a conocer la bahía ni la ciudad fortificada de Cartagena, aunque –como quedó constancia– ganas no le faltaron.

Destacada por su ubicación y papel en la era virreinal, en los años duros fue muy atacada por los piratas, por la que siempre estuvo muy forticada, defendida por una estructura de piedras que aún conserva, que protegen hoy la belleza y riqueza de su antigua zona urbana. Especialistas y operarios en restauración trabajan todos los días, permanentemente. Al recorrer sus calles, muchas de ellas angostas, tanto que solo cabe un coche tirado por caballos, uno puede encontrarse con propiedades totalmente “encajonadas”, aisladas de transeúntes y tráfico, con carteles que avisan que allí hay una restauración.

A cada paso se presentan ante la vista viviendas coloniales, muchas de dos o más plantas, como recién hechas, lo que habla de la calidad de las tareas de mantenimiento. Las casas están adornadas con matas de grandes hojas y otras con flores por doquier, lo que convierte a la ciudad amurallada, por dentro, en un festival de colores, y una rotunda lección de la historia caribeña y latinoamericana.

Residencia e inspiración

Cervantes pidió, pero no le dejaron venir a Cartagena. Otro escritor, Gabriel García Márquez, sí pudo hacerlo, y las calles, las casas y la gente de esta joya del Caribe fueron inspiración de algunas de sus obras. Los informes que constan en varios textos y sitios web, como el de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), fundado justamente por el escritor en Cartagena, en 1995, dicen que “con una maleta de mano y cuatro pesos, García Márquez llegó a Cartagena, a los 21 años, huyendo de la violencia desatada en Bogotá tras el asesinato del líder político Jorge Eliécer Gaitán”.

En principio (hacia 1948) se dedicó al periodismo, pero luego avanzó hacia la literatura. Cartagena, Barranquilla y Aracataca “marcaron la obra periodística y literaria de Gabriel García Márquez”.

Así, Cartagena “fue la ciudad donde Gabo ambientó dos de sus novelas más conocidas: El amor en los tiempos del cólera y Del amor y otros demonios. Personajes como Sierva María de Todos los Ángeles, Florentino Ariza, Fermina Daza o Juvenal Urbino son producto de los recorridos que hacía todas las noches por la ciudad. Este último, según su hermano Jaime, no es más que la mezcla de tres médicos cartageneros que Gabito conoció”, según la página de la FNPI.

Su casa, su bar y su tumba

Para el visitante de Cartagena, es fácil encontrarse hoy con algunas “huellas” del Premio Nobel 1982. Basta preguntar dónde queda la “casa de García Márquez” y le dirigirán a la parte de la ciudad que da al mar; una construcción amplia que se mira desde afuera, de color casi terracota ya desde las murallas.

Siguiendo para el otro sector de la defensa de piedra, en el que generalmente acuden los turistas al atardecer para subir los muros, y disfrutar la música caribeña, algunos tragos y la vista del mar al caer el sol, se puede encontrar un bar señorial, el restaurante La Vitrola, que –según los lugareños– el escritor acostumbraba frecuentar cuando estaba en Cartagena. De hecho, dentro del bar, al que se accede con estricta reserva, por la gran cantidad de turistas interesados en sentarse a su mesa, hay fotos y otros testimonios del paso de Gabo por esos lares.

Aunque García Márquez falleció en México, el 17 de abril de 2014, desde mediados del 2016, sus cenizas están depositadas en el Claustro La Merced de la Universidad de Cartagena, donde el escritor fue estudiante de Derecho en 1948. Este es otro de los sitios destacados y asiduamente visitados en la ciudad amurallada.

Las obras de “Gabo” cubren, como es obvio, amplios y destacados espacios en las librerías de Cartagena. Fuera de los muros, en una de las plazas cercanas, hay decenas de pequeñas librerías, en las que se pueden conseguir ediciones más antiguas, textos de segunda mano.

jobenitez@abc.com.py

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