Con acento francés

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La vida y obra de misioneros religiosos, científicos, aviadores y militares aborda el libro titulado Presencias francesas en el Paraguay, lanzado por el embajador Gilles Bienvenu. Sin duda, un aporte cultural que permite descubrir interesantes aspectos históricos en la relación humana entre franceses y paraguayos, desde hace cuatro siglos.

De gran interés para el conocimiento de las relaciones históricas entre franceses y paraguayos, la obra del embajador Gilles Bienvenu invita a un paseo por la vida y obra de notables personajes que han llegado a esta tierra hoy llamada Paraguay, desde hace cuatro siglos. En el libro titulado Presencias francesas en el Paraguay, los lectores encontrarán una breve, pero rica descripción de las actividades que desarrollaron viajeros como Claude Royer, jesuita de origen francés que arribó en 1617, o las vivencias de Aimé Bonpland, prisionero del doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, entre 1821 y 1831.

Estudioso de la historia, el diplomático galo, doctor en Filosofía, logra reunir en un volumen identidades poco conocidas. O tal vez, perdidas en el tiempo, pero tan valiosas para abordar parte de lo que ha sido el proceso y formación de la cultura paraguaya. Nombres como Louis Berger, Jean Vaisseau, Ransonnier, Nicolás Henard, Noel Berthot, Nicolás del Techo, todos religiosos, y científicos como Aimé Bonpland, Benjamín Balansa, el cartógrafo Amedee Ernst Mouchez y el aviador Saint Exupery están ligados al Paraguay. Y son aquellas vivencias cubiertas por el manto del olvido lo que el embajador Bienvenu reaviva en este tiempo propicio para la reflexión histórica en vísperas del Bicentenario de Independencia de la República del Paraguay.

- Embajador, ¿cómo surge la idea de hacer este libro?

- Fue un pedido de la Comisión Nacional del Bicentenario, de Margarita Morselli. Nos llegó una carta a todas las embajadas, pidiéndonos un texto de cuarenta páginas sobre la historia de nuestra presencia en este país. Y ese pedido me pareció muy interesante, porque creo que ningún país hoy en día en el mundo tiene una identidad sin los aportes de los inmigrantes. Nosotros, en Francia tenemos una identidad que está evolucionando con el aporte de las migraciones de africanos, de sudamericanos, de gente de Europa del Este, rusos, polacos. Todos los países hoy en día somos mezclas de inmigrantes y la identidad se da por esa mezcla de identidades aglutinadas y una profundidad histórica. Entonces, me pareció interesante buscar lo que en la historia del Paraguay significa el aporte de los franceses que han venido desde cuatro siglos atrás.

- ¿Y cuál ha sido, según su perspectiva, el aporte más significativo de sus compatriotas a este país?

- Una bula papal había prohibido a todos los que no eran españoles entrar a esta parte del mundo, los negociantes no podían entrar, si no eran excomulgados. Entonces, en aquel tiempo, solo vinieron misioneros. Y luego, después de la independencia, la dictadura del doctor Francia mantuvo cierto encierro, pero llegaron algunos intelectuales, más que nada. La primera presencia francesa fue de misioneros e intelectuales. Misioneros que analizaban y describían la realidad de la vida de los indígenas en ese entonces. Existían también dificultades para ponerse en comunicación con ellos, pero realizaron descripciones bastante valiosas. Luego, en el siglo XIX, vinieron los botánicos, científicos, cartógrafos. La mayoría de ellos fueron viajeros y se interesaron mucho por Paraguay.

Luego, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, vinieron migraciones colectivas a Nueva Burdeos (Villa Hayes), pero también a la Colonia Nacional, lo que hoy se conoce como el pueblo de Yegros. Vinieron grupos importantes de varios centenares de franceses. Y ahí empezó otra dimensión de presencia.

- Llegaron además instructores militares que contribuyeron a la creación de la aviación paraguaya.

- Exactamente. En 1926 el presidente Eligio Ayala invitó a una misión militar francesa que se quedó cuatro años en Paraguay y vino con mucho material, aviones y vehículos. Esa misión militar francesa, se puede decir, conformó la fuerza aérea del Paraguay. Se dio clases de pilotaje, porque Francia tenía una experiencia en la aviación militar por la guerra que tuvimos entre 1914 y 1918, entonces ya se manejaban los aviones desde el punto de vista militar para armarlos. También se mandó a Francia al futuro Mariscal (José Félix) Estigarribia y a un teniente coronel Ayala. Ambos estrategas de la Guerra del Chaco fueron capacitados en la Escuela de Guerra en Francia. Es decir, esa misión permitió al Paraguay prepararse para la guerra contra Bolivia y ganarla.

- Si tuviera que elegir un personaje entre todos los franceses que llegaron al Paraguay, ¿cuál le pareció apasionante al investigar su vida?

- Creo que indudablemente el más conocido aquí, al mismo tiempo el más interesante, es Aimé Bonpland. Era un señor muy famoso en toda Europa por ser el principal colaborador de (Alexander) Von Humboldt. Había sido el jardinero de Josefina, la esposa del emperador de Francia Napoleón Bonaparte. Pero jardinero no describe muy bien lo que era. Era el intendente de todos los jardines de la casa de la emperatriz. Y era un botánico reconocido por todo el mundo científico europeo. Y se quedó aquí, más de diez años en Santa María de Fe, donde la escuela lleva su nombre en la actualidad. A Bonpland le encantó Paraguay, se puede decir que era medio prisionero, no podía salir del país, porque le habían dicho que tenía que quedarse ahí en Santa María de Fe. A pesar de esa situación complicada, él hizo familia en ese lugar. Hace poco hicimos una exposición sobre Aimé Bonpland y dos de sus tataranietos vinieron y son igualitos a la foto que tenemos de Bonpland. El se interesó también por las plantas y el uso medicinal que le daban los indígenas. Salió en 1831 y luego regresó una última vez antes de morir, a bordo de un buque de guerra francés en 1857, y llegó por primera vez a Asunción. Lo que me interesa del personaje es que no pudo hacer su vida en Paraguay, llegó ya bastante grande. Dedicó su amor y su cariño al Paraguay.

- Hoy, ¿cuál es el aporte de los franceses al Paraguay?

- Hay que decir que en la actualidad viven en el Paraguay 1.500 franceses, más o menos, creo que nunca hubo tantos. Y lo que existe y no existía antes hasta este punto es una presencia lingüística muy importante. Tenemos en la actualidad un Liceo Francés donde no hay clases de francés, porque las clases se dan en francés. Y hay 350 alumnos en ese colegio. Eso permite sentar bases más fuertes para los intercambios futuros al momento de mandar a Francia a ingenieros, científicos o médicos para capacitarse y seguir esa cooperación bastante fuerte que tenemos en ciencias y medicina. También hay inversiones con una empresa dedicada a la exportación de cereales que en 2009 fue la sexta exportadora del país.

- ¿Cuál es su impresión de la gente en Paraguay?

- La calidez de la gente es lo que más llama la atención cuando uno llega a este país. Los paraguayos ni se dan cuenta de lo cálidos que son. Nosotros en Francia, somos más fríos, a veces. La segunda impresión es que tal vez sea un país muy encerrado. Quizás con las dictaduras hubo un encierro político que vino encima del encierro geográfico. Cuando llegué me dijeron que había cuatro por ciento de gente conectada a Internet. Hoy en día yo creo que en tres años ha crecido muchísimo. Estamos hablando de 15%, pero eso en el mundo es poquísimo. O sea que hay un encerramiento, pero pienso que las autoridades, en estos momentos, están tratando de desenclavar a este país para abrirlo y permitir un intercambio con el resto del mundo. Pienso que la apertura al mundo aporta algo muy importante, especialmente en el aspecto cultural.  

El libro Presencias francesas en el Paraguay fue lanzado por la Embajada de Francia y Arte Nuevo Editores. La primera edición, en español y francés, se terminó de imprimir en noviembre de 2010 y consta de 500 ejemplares

Identikit. Nacido en Francia, el 30 de marzo de 1952, Gilles Bienvenu está casado con Annick Bernet y es padre de tres hijos. Obtuvo en 1984 su título de Doctor en Filosofía, en París. Entre 1984 y1988 fue funcionario del Ministerio del Trabajo. En diciembre de 1988 se trasladó al Ministerio de Asuntos Extranjeros (MAE): Trabajó en la Dirección de Europa Oriental (1989), luego ocupó el cargo de Primer Secretario de la Embajada de Francia en Guatemala (1989 y1992). Fue Segundo Consejero en Ndjamena (Chad), del 92 al 95, encargado de misión ante el Director de Asuntos Africanos y Malgaches del Ministerio de Asuntos Extranjeros, del 95 al 98. En 1998 viajó a México para ocupar el puesto de Primer Consejero de la Embajada de Francia. Entre los años 2003 y 2005 fue Vicedirector para México, América Central y el Caribe, y en el 2005 fue nombrado Cónsul General en Casablanca (Marruecos) hasta el 2007, cuando llegó al Paraguay para encabezar la legación diplomática de su país como embajador.

El 30 de abril de 2002 fue condecorado con el título de Caballero de la Orden Nacional del Mérito.
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