Abordar desde el teatro temáticas sociales, entretejiendo épicas orales y procesos recopilatorios, es una labor que el dramaturgo habrá de afrontar con la convicción de dar tonos al silencio.
De la misma manera, el director sabrá conjugar esa proyección, y la armonía de un texto resonará como chapoteos sobre la corriente interpretativa.
En ese sentido, el novel dramaturgo y director César Portillo –egresado en el 2014 de la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD) del Instituto Municipal de Arte de Asunción (IMA)– confluye entre ambas corrientes, y su trabajo artístico desemboca en una trama tan feroz como un cauce desbordado y tan sutil como algunas partidas.
Camalote confiere, desde el inicio, la posibilidad de acercar aún más el plano naturalista del teatro al público, llevando la propuesta a los angostos pasillos del Mercado Municipal n.º 3, desarrollando entre giros cómicos, diálogos magistralmente escritos en guaraní, y monólogos intensos y revelativos todo el drama condensado de varias historias que nacen entre cajas de verduras que cruzan el río y, algunas veces, están condenadas a permanecer solas.
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Adentrarse a este desafío fue un viaje en varias etapas. “Tenía pensado otra cosa al principio. Hablando con Olga Vallejos –con quien quise trabajar hace tiempo– empezamos a discutir sobre el contrabando y todas sus aristas”, refiere el autor en relación con los orígenes de la trama.
“Investigando el tema, ahondamos también en las vivencias e historias de los mercados populares, visualizando que en esos espacios –y varios más en la sociedad– son las mujeres quienes llevan los pantalones y son cabezas del hogar”, profundiza César.
“Luego de la charla con ella surgió, también, el nombre de la obra, como una suerte de metáfora: los camalotes son plantas que crecen mucho y algunas personas las consideran una plaga. Entonces, confrontamos la realidad del trabajo informal con esa idea y la llevamos al teatro”, acota el artista.
Emerge la narrativa
“El proceso de exploración fue fácil y difícil a la vez. La gente te cuenta su historia y omite ciertos datos, camuflándola un poco para resguardar su seguridad. Por eso tuvimos mucho cuidado en proteger las fibras íntimas de estos relatos, resguardando –por sobre todo– lo que nos decían las mujeres”, señala Portillo sobre sus visitas a varios mercados populares.
“Recabé datos de internet, observé documentales, me fijé en el trabajo de la triple frontera, en la que vi el circuito que hacen muchas mujeres brasileñas para llevar contrabando desde São Paulo; mismo trayecto que también hacen varias compatriotas, casi siempre obligadas a portar documentos falsos y responder por mercaderías ilícitas”, enfatiza.
Produciendo en el mercado
“Hablé con Roberto Cardozo de la historia y él se prendió de una, encabezando la producción de Camalote. Katya García trabajó de cerca con los actores y pensamos en los más indicados para cada rol. Tenía ganas de hacer algo con Nataly Valenzuela, Leti Sosa, Fabio Chamorro; grandes amigos con quienes no había trabajado antes”, subraya.
“Queríamos jugar con algo alternativo en el proyecto. Casi nadie conoce el Mercado Municipal n.º 3, aunque esté muy cerca del centro de la ciudad. Roberto contactó con la gente del sitio, y descubrimos un universo de amabilidad, ricas comidas y trabajadores honestos”, asegura el joven.
“Decidimos llevar una obra de teatro a un lugar que nunca se usó para eso. Los trabajadores del mercado están muy felices con la obra. Estuvieron todos en el estreno y, pese a que la estructura del predio está algo descuidada y muchas personas no lo conocen, ellos dan lo mejor de sí”, esgrime.
Construcción de sensaciones
“Durante la evolución creativa actoral hicimos mucho trabajo de improvisación y confianza en equipo, visualizando adónde podían llegar. En los ensayos descubríamos cosas maravillosas, aprovechando al máximo el potencial para trasladarse de una situación dramática a otra cómica y que eso no resulte pesado. Hubo mucha dinámica con las emociones y el cuerpo, orientada a la construcción de cada personaje”, refiere César sobre su trabajo en dirección.
“Tenemos ganas de que la obra recorra varios mercados del interior. También nos parece interesante llevarla a festivales y mostrarla lo más posible. Estamos seguros de que no nos detendremos solo en Asunción. Es como un compromiso, en realidad”, proyecta este talentoso creador.
Las participaciones de Guadalupe Galeano, Majín Fullaondo y Morena Enciso, en un vislumbramiento de sus primeros pasos interpretativos, fusionados con la experiencia y el bagaje que tienen los demás protagonistas, fue un equilibrado deleite en relación con las características que Portillo plasmó de cada realidad con la que se encontró mientras desarrollaba su argumento.
La obra se despide hoy en el Mercado Municipal n.º 3 (Montevideo y Jejuí) a las 20:00. El costo de las entradas es de G. 60.000.
Una obra sensible que, más allá de la carga dramática de sus líneas, consigue momentos de risa explosiva y nos da la pauta de que el eje por el cual resuenan las historias cotidianas, marcadas de conciencia social, puede exponerse de diversas de maneras. Con Camalote, César Portillo y todo su equipo logró una impecable propuesta, trasladando la ceremonia teatral a un espacio distinto y afianzando así una concordancia inventiva muy necesaria para transversalizar las herramientas culturales enfocadas en su gente.
Fotos: ABC Color/Roberto Zarza/Arcenio Acuña.
