Digipadre ejemplar

Este artículo tiene 6 años de antigüedad
/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2393

Las nuevas tecnologías cambian todo, incluso la forma de ser padre. Ahora los progenitores tienen que dominar las destrezas digitales para educar bien a los hijos. Sobre este tema se explaya la licenciada Diana Lesme Romero.

Padres, posmodernidad y era digital; todo un tema. En fin. Ser padre hoy y siempre ha presentado desafíos a los seres humanos, si entendemos la paternidad fundamentalmente como una experiencia afectiva que se construye en un proceso de crecimiento y despliegue de potencialidades en el día a día y el vínculo con el otro. “Es en esta dinámica relacional en la que se trasuntan valores, experiencias, saberes, amenazas, fortalezas y debilidades con las que cuenta cada uno al inaugurar la función paterna. La paternidad no es una función preelaborada al modo de un chip que se hace funcionar cuando nace un hijo, ni se activa por la consanguinidad ni viene determinado en los patrones genéticos”, es lo primero que expresa la sicóloga Diana Lesme Romero.

Añade que un padre suficientemente bueno, extendiendo y ampliando el criterio del sicoanalista inglés Donald Winnicott en su concepción de madre “suficientemente buena”, es quien puede asumir la responsabilidad de desarrollar esa relación de afecto, cuidado, protección, supervisión, orientación de un ser (distinto e independiente a sí mismo), en la medida apropiada, lo que se constituye en un arte. “Un padre es el que puede sostener una función paterna adecuadamente, lo que puede (o no) coincidir con la genética”, dice la profesional.

Para Lesme Romero, convertirse en padre es una elección y no una casualidad. Es una forma de trascender en la vida, un espacio de intimidad relacional familiar con los hijos, en el que uno asume como padre, en el que se es capaz de involucrarse con él o ellos desde sí mismo (con sus fortalezas, expectativas, creencias, recursos, posibilidades y debilidades), con ese hijo en particular, con sus propias fortalezas y debilidades. Es un espacio en el que puede ser amado y entregar amor en forma incondicional, lo que no es igual a decir que todo vale en la relación, que todo se puede. “Esa relación tiene sus límites, impuestos desde la cultura y asumidos en el consenso social en el espacio familiar. Esa función del padre es estructurante del siquismo humano”.

Posmodernidad

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

La sicóloga señala que las características epocales de la posmodernidad, relacionadas a los cambios continuos, la agilidad e instantaneidad en la circulación de la información, los medios de conectividad social, el funcionamiento light, cambiante, incierto, desechable e intercambiable vienen a demarcar también de una forma peculiar, distinta al sistema patriarcal de antaño, de asumir la paternidad. “Coincidiendo con Burdet, M. (2018), si bien ese sistema tenía sus quiebres y fallas, suponía una sociedad con roles definidos, con mayor firmeza y certeza, de tal manera que ser hombre, mujer, padre, madre, hijo, estaba más delimitado. No estoy afirmando, al decir de nuestros mayores que todo tiempo pasado fue mejor, sino que han cambiado las expectativas y demarcaciones sociales que sustentan la función paterna”.

Lesme Romero afirma que el padre de la era digital es una persona teñida por las características epocales, y si no reflexiona y se compromete con la función de educar y acompañar a sus hijos, puede funcionar en sus relaciones familiares, con la lógica del todo vale y la masificación indiscriminada de ‘recetas’ de cómo ser buen padre, privilegiando esas premisas de intercambiabilidad del objeto amado, desechabilidad de lo que no es estéticamente agradable, de lo que no consigue tantos me gusta en las redes de exposición social; antes que su conexión con el hijo y su propia forma de ser padre le acerca a su vida.

Todo esto deviene en una sociedad en la que se tiende a concebir las relaciones humanas como desechables, ágiles y funcionales, además, con poco esfuerzo. “Ser un papá suficientemente bueno no puede sustentarse en estos criterios, porque no permite construir y sostener un vínculo paterno-filial, a pesar de los cambios, las incertidumbres y frustraciones”.

Era digital

La era digital trae unos códigos distintos; sin embargo, para las funciones de humanización de la persona y el establecimiento y sostenimiento de una relación paterno-filial es importante reconocer que desde los primeros encuentros entre el hijo y su padre o cuidador primario es el adulto quien debe promover el salto del registro somático al simbólico, a que ese niño sea reconocido, ‘narcisizado’ para existir, y así construir desde ahí una identidad como sujeto. Para posibilitar ese paso progresivo –dice Lesme Romero– son necesarias algunas condiciones básicas, como la presencia del otro que cuide, proteja, acaricie, hable y mire al niño. “Los pequeños necesitan conectarse inicialmente con un padre que esté presente en el plano de lo real, que se relacione con palabras y contacto físico amoroso, contenedor. La imagen, la voz del padre que se puede tener a través de los recursos tecnológicos no puede reemplazar la relación cara a cara con el progenitor, pero sí la puede complementar cuando, por distintas circunstancias, hay una distancia instalada, temporal o permanente entre padre e hijo, tales como viajes, exigencias laborales que ubican al padre y los chicos en lugares geográficamente distintos, separaciones o divorcios conflictivos en los que el otro par de la pareja parental no permite el contacto presencial”.

Ejemplo a seguir

Los padres también pueden ser un ejemplo a seguir, haciendo buen uso de la tecnología e internet, mostrando a los hijos la forma correcta de usar redes sociales y correo electrónico, además de cómo crear contraseñas seguras y administrarlas en gestores especiales para mantener su información a salvo. “Los hijos van socializándose, incorporando pautas de crecimiento y maduración a partir de las primeras experiencias de intercambio social en su ámbito más íntimo, que es la familia, para luego incorporar progresivamente otros ámbitos. Si bien la tecnología tiene muchas ventajas y avances en la vida actual, como, por ejemplo, acercar recursos válidos para involucrar y lograr un seguimiento mayor a los temas educativos; también hay riesgos que convienen prevenir. No hay retroceso en lo que la tecnología se nos impone en el mundo actual, por lo que es conveniente que también los padres se comprometan a comprender y asimilar los mecanismos de funcionamiento de los dispositivos de conectividad, como también la forma en que operan las redes sociales que usan los hijos, para crear mecanismos de protección y uso seguro de estos dispositivos y funciones”.

Acerca de los límites, o aprender juntos el mejor manejo, y dar un buen ejemplo no pasando mucho tiempo con el teléfono, Lesme Romero dice que las formas de aprovechamiento de los momentos compartidos con el hijo se relacionan más a una disposición y disponibilidad síquica que de tiempo cronológico del padre. “Cuando hablamos de tiempo compartido, hoy en día se incluyen los códigos de los espacios virtuales, que pueden ayudar a acercar al hijo, pero también los pueden distanciar. El ritmo de vida de las familias hace que, a veces, haya poca coincidencia de tiempo cronológico para encuentros de padres e hijos, y, allí, de repente, la tecnología bien utilizada puede oficiar de bisagra entre ambos al viabilizar esos encuentros”.

Tiempo de calidad

La sicóloga expresa que una de las quejas frecuentes de familias en consulta es que los recursos tecnológicos, generalmente, no son utilizados para “hablar” (en la jerga adolescente esto es chatear con mensajes escritos o audios de voz) entre padres e hijos, sino para que cada miembro del par se comunique con sus relaciones sociales y laborales, lo que crea una sensación de estar hipercomunicados con muchas personas en simultáneo; descuidando los pocos espacios de convivencia familiar que pudieran tener en el momento presente; es decir, los chicos están chateando con sus amigos, padres, con los suyos, pero están presencialmente sentados alrededor de una mesa, compartiendo una cena. “Los límites en el uso de los dispositivos de comunicación —idealmente hablando— son acuerdos a los que se llega en familia, en los que hay un compromiso tanto de los padres como de los hijos para privilegiar la comunicación y el relacionamiento entre ellos en ciertos momentos del día, por ejemplo. Acuerdos que son propuestos, generalmente, por los padres y que, en la medida en que ellos mismos los respeten, tienen mejores posibilidades de ser cumplidos por todos los miembros de la familia y de cumplir con el objetivo de cuidarse, ayudarse, demostrarse cariño e interés mutuo”.

Lesme Romero insiste en que es importante dedicarle tiempo de calidad en esos encuentros, que en lo posible deberían ser cotidianos, involucrándose en todos los aspectos de la vida del niño: rutinas como hábitos de higiene, estudios, salud y recreación. “Los encuentros con el hijo en el caso de padres que no están en la casa en la que reside la familia (por separaciones, trabajo en el exterior o fuera de la ciudad), idealmente son presenciales y muy frecuentes, pero también se pueden aprovechar y potencializar las tecnologías de la conectividad (videollamadas y conversaciones telefónicas) para mantenerse en contacto cotidiano con ese hijo”, indica.

Cierra la nota manifestando que un niño necesita estabilidad para crecer, estabilidad sobre todo vincular y afectiva. “En esa combinación peculiar emerge idealmente un padre que sabe estar presente en el momento adecuado, sabe hacer sentir al hijo o hija que cuenta con él, sin agobiarlo, aun en casos en que físicamente no pueda estar presente. Es también quien sabe compartir, descubrir cosas todos los días y se atreve a explorar situaciones nuevas con los chicos”.

Producción y estilismo: Lourdes Franco Galli. Modelo: Lincoln González para On Management. Niña: Valentina Casaccia Verdun. Indumentaria: Nueva Americana-Shopping Mariscal. Peinado: Dino Haute Coiffure/ Jota Artist para las Valkirias Beauty Market.

ndure@abc.com.py • Fotos ABC Color/Heber Carballo.