El arma de las mujeres: la voz

El Día de la Mujer Paraguaya se conmemora hoy, 24 de febrero, y se recuerda la primera Asamblea de Mujeres Americanas realizada en Asunción, el 24 de febrero de 1867. Clara Rosa Gagliardone, Marcela Zub y Aurora Bachem, mujeres protagonistas de diferentes estamentos de la sociedad, dan su punto de vista.

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Dice la historia que, el 24 de febrero de 1867, las mujeres participantes decidieron colaborar con la defensa de la patria, y entregaron sus valiosas joyas y pertenencias para la causa nacional, ya que estaba en pleno desarrollo la Guerra contra la Triple Alianza (1865-1870). Las contribuciones de las mujeres fueron registradas en tres tomos del Libro de Registros de las manifestaciones de joyas y alhajas de las ciudadanas paraguayas para aumentar los elementos de la defensa de la patria, que luego fueron resumidos en el denominado Libro de Oro, que permaneció en el Archivo Nacional de Asunción.

A partir de este gesto patriótico, y por iniciativa de la historiadora Idalia Flores de Zarza y la diputada Carmen Casco de Lara Castro, se presentó el proyecto de ley para conmemorar cada 24 de febrero el Día de la Mujer Paraguaya, promulgado el 6 de diciembre de 1974, en coincidencia con la celebración del Año Internacional de la Mujer de las Naciones Unidas.

Sobre este hecho, la abogada y feminista Clara Rosa Gagliardone expone que la evolución de los derechos de la mujer fue una realidad soñada y luchada por muchas el siglo pasado. “Lo concreto en un solo nombre”, dice y menciona a Mercedes Sandoval.

Mercedes Sandoval fue una abogada, jurista y destacada luchadora feminista paraguaya. Una de las impulsoras de la obtención del sufragio femenino, y la modificación del Código Civil paraguayo que reconoce la igualdad entre hombres y mujeres.

Durante la dictadura de Alfredo Stroessner, especialmente durante fines de la década del 60, Mercedes conformó la Asociación de Graduadas Universitarias junto con María Raquel Livieres Argaña, Ana Herken de Mengual y Gabriela Valenzuela, una de las primeras médicas paraguayas.​

Entre 1989 y 1991, Mercedes Sandoval de Hempel redactó y propuso el anteproyecto de ley de Reforma Parcial del Código Civil, asesorada por Berta Peroni, de Mujeres por la Democracia; Line Bareiro, del Centro de Estudios y Documentación, y Eddy Irigoitia, del Centro Paraguayo de Estudios de la Mujer de la Universidad Católica.

Finalmente, en 1992, se concretó la modificación en la ley n.° 1/92, en la que se legisla sobre la igualdad civil de la mujer casada, la patria potestad compartida de los hijos, la administración conjunta de los bienes conyugales, el reconocimiento del concubinato, entre otros logros de Sandoval. Ese mismo año participó en el Foro de la Mujer y se dedicó, junto con mujeres de otros partidos políticos, a la elaboración de artículos constitucionales referidos a la igualdad de sexos, que fueron incorporados en la Constitución del Paraguay.

Disconformidad

Gagliardone no se manifiesta muy conforme con la fecha en cuestión. Expresa que la guerra se libraba en nuestro territorio “y no podíamos comprar ni vender nada”. Añade que la recolección de joyas para la “causa nacional” huele hasta hoy a una manipulación. “No debemos olvidar que López fue un dictador a quien mucho se le perdonó por su muerte”.

A su criterio, queda muchísimo por hacer. “La paridad política, que es un cuco para muchas personas, incluidas mujeres machistas; leyes contra la violencia obstétrica, salud sexual y reproductiva de verdad y no maquillaje. Pero más que leyes, creo que necesitamos que en la casa y la escuela sean reconocidos como problemas de vida, la discriminación, la violencia, el abuso. Parece que queremos hacer lo del avestruz: no se ve, no existe”.

Desde su posición de defensora de los derechos de la mujer, señala que vivió y vive sus luchas con alegría, optimismo y mirando siempre para adelante. “Hay una fuerte embestida contra los derechos reconocidos, no solo de las mujeres. El efecto es que siempre nos costó mucho luchar por derechos a una mejor vida, familia, vivienda, hijos/as, ambiente, salud, educación y esas ‘minucias’ que no son ‘importantes’ porque el poder y el dinero pasan por otro lado”, concluye.

Resignificación

Marcela Zub Centeno, parte de la Red de Mujeres del Sur, y luchadora por los derechos de las mujeres en Ñeembucú, Itapúa y Misiones, resignifica la fecha. “La entrega de joyas fue un acto político en el que las mujeres se subieron a un escenario y dieron un discurso. Estuvo integrada por mujeres de diferentes estamentos sociales, de la alta clase hasta chiperas, yuyeras y otras de dicho perfil. Esa resignificación de la toma del espacio público es muy importante para las mujeres. Actualizar ese día no como un día en el que entregaron sus joyas de manera pasiva para colaborar con una guerra, sino como un hecho en el que las mujeres tuvieron protagonismo, subieron a un espacio público e hicieron uso de su voz, que finalmente es el arma que tenemos: nuestra voz”.

Zub Centeno aboga por trabajar en potenciar la autoestima y unir esfuerzos entre las mujeres, elogiando los logros de cada una y erradicar la cultura de menospreciar lo realizado por otra. “Juntas somos más fuertes y como mujeres tenemos que querernos, admirarnos, ser solidarias con las amigas, compañeras, con las de otro partido político y poner esos intereses por encima de las divergencias que podamos tener. Esa actitud va a generar una mejor sociedad para todos”.

Kuña Róga

Desde Kuña Róga y la Red de Mujeres del Sur, ella trabaja por mejorar las condiciones y los derechos de las mujeres. “Nuestro trabajo tiene que ver con la organización, capacitación e incidencia en espacios públicos”.

La lucha femenina por la búsqueda de nuevos espacios que le brinden un beneficio personal y familiar se dio durante toda la historia. Esta nos muestra los cambios que fueron sucediendo a lo largo de los años.

Por su parte, la sicóloga y sicoterapeuta Aurora Bachem de Casco hace un recuento del protagonismo de la mujer a partir de las vivencias de su madre, pasando por la suya y su hija.

“En la generación de mi madre, que se desarrolló a pleno en la juventud y madurez entre los años 40 y 60, la mujer no tenía voz ni voto. Era la posición de objeto destinada al amor y la familia, y los hombres, a la guerra y la reproducción. Más allá de que mi madre haya sido cariñosa, buena esposa, le habitaba un cierto malestar que se caracterizaba como un sufrimiento imposible de poner en palabras. Me recuerda lo que Freud llamaba ‘las histéricas’ que hacían síntomas por la incapacidad de ser escuchadas en otro rol más que como madre y esposa”.

En su caso, refiere que está en un punto medio, “en el que todavía en mi época, como en toda familia convencional, se cumplía con el mandamiento cultural, que es estar casada y tener hijos, pero pronto me di cuenta de que había un cierto vacío que era importante llenar y me hice cargo de esa situación tramitando a través del estudio de mi profesión, que felizmente me permitió una mirada retrospectiva entre la dificultad de ser mujer en la época de mi madre y las ventajas que tiene la mujer hoy en día. En mi caso, todavía pude atravesar ese momento de la mujer como objeto a la mujer como sujeto, responsable de su deseo”.

Con respecto a su hija Gabriela, puede notar que los tiempos ya son diferentes. “Cambiaron esos roles exclusivos de mujer y maternidad asumidos con mucha más información y dominio sobre ellos, para dar lugar a una mujer responsable de su deseo; capaz de poder hablar, escribir, liberar esa energía para adoptar una posición diferente en el mundo. Una solidaridad diferente entre sus compañeras y amigas, que se aconsejan y cuidan como hermanas, a quienes ven como igual y no a alguien con quien competir o criticar como era anteriormente la relación entre mujeres”.

Esta apertura de libertad genera también un compromiso. “Es soportar una cierta cuota de displacer. Si en la época de mi madre el único compromiso que asumía la mujer era el matrimonio y formar una familia, hoy en día, la responsabilidad implica producir una nueva realidad en la que la mujer no tenga que reducirse simplemente a ser hija, madre, esposa”, expresa la sicóloga.

La satisfacción de la mujer no está en ningún lado, sino se produce en el encuentro con lo social, del día a día, el relacionamiento con el otro. “Noto, también, que el fenómeno de las redes y la comunicación inmediata le permiten a ella conformar grupos de amistades en los que se apoyan mutuamente, y comparten juntas la sabiduría de la maternidad y una vida social satisfactoria. En retrospectiva, y a razón de la emancipación y autonomía lograda por la mujer paraguaya, se auguran tiempos de muchas más conquistas, y un compromiso social y cultural que acompañe este espacio sin reservas”.

Si bien todavía hay retos importantes para enfrentar, incluyendo una brecha de ingresos persistente, es patente el crecimiento del rol de la mujer en la sociedad actual, desde aquel febrero de 1867, con sus luces y sombras.

ndure@abc.com.py • Fotos ABC Color/Arcenio Acuña/Marta Escurra/Archivo.

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