El cuadragésimo segundo

Don Abel Dos Santos Silva fue otro de los sesenta y dos intendentes que tuvo la capital paraguaya. Hijo de Manuel Prisciliano Dos Santos Alsina y de Elvira Silva Cáceres, nació en la sureña ciudad de Pilar.

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Sus estudios primarios los realizó en su ciudad natal, trasladándose luego a proseguirlos en Asunción, hasta llegar a recibirse de contador público.

Conspicuo activista del Partido Colorado, el gobierno del presidente Morínigo lo designó intendente municipal de la ciudad de Asunción, en noviembre de 1947, en reemplazo del doctor Leandro Prieto, quien accedió a un cargo ministerial. Ejerció la intendencia capitalina hasta el 3 de junio de 1948, fecha en que fue depuesto el gobierno del general Higinio Morínigo.

No son muchas las informaciones que pudimos conseguir acerca de su persona, además de que fue sobrino de don Alfonso Dos Santos, también intendente municipal asunceño, unos años antes.

Casado con N. Encina, fue padre de dos hijos. Una nieta suya es doña Teresa Carrasco de Wasmosy, quien fue primera dama de la nación, hace unos años. Don Abel Dos Santos falleció en Asunción.

Irlandeses en el Paraguay

Muchos son, y de diversos orígenes, los apellidos de familias paraguayas que en la actualidad se pronuncian con ciertas modificaciones con respecto a los originales. Así, por ejemplo, el apellido inglés Colman, hoy se escribe Colmán, presente en el Paraguay desde el inicio mismo de nuestra historia, allá por la primera mitad del siglo XVI.

Más o menos parecido es el caso del apellido irlandés H'Oldan, que se transformó en Doldán, cuya presencia en nuestro país tiene una antigüedad de unos 200 años.

Los miembros de esta estirpe eran gente muy católica y marinera. Hacia 1580 se establecieron en el norte de España huyendo de las persecuciones de la reina Elizabeth I. Fue en esa época en que el apellido toma su forma actual: H'Oldan = Doldán.

Hacia 1780, algunos miembros de esta estirpe se radican en Buenos Aires, como el caso del marino Manuel Doldán, quien se dedicaba a actividades comerciales entre la capital porteña y Asunción, donde le sorprende la gesta emancipadora de 1811, junto con sus hijos Manuel, Salvador y Cayetano.

La nueva situación política fue adversa a estos ciudadanos, pues se ganaron la enemistad del dictador Francia. Una rama de la estirpe adoptó el apellido Roldán, como el caso de la madre del aviador Silvio Pettirossi, cuyo apellido era Pereira Roldán.

Además de los Doldán radicados en la capital paraguaya, miembros de esta familia se asentaron en la zona del Guairá (hacia 1860 figuraba en antiguos mapas una colonia Doldán cerca de Villa Rica); en Itá y en Villa Oliva, donde eran afamadas las estancias de los Doldán Ibieta.

La madre de la patria

Doña Juana María de Lara es una de esos personajes de la historia cuya celebridad va en proporción al desconocimiento que se tiene de ellos. Su fama se limita en que todos sabemos que tuvo una activa participación en los hechos que llevaron a concretar nuestra emancipación política allá por 1811.

Pero, ¿qué más sabemos de ella?

Doña Juana María de Lara y Villanueva provenía de una importante familia española radicada en el Paraguay; nació en Asunción en 1760 -tenía 51 años cuando ocurrió la independencia patria-, hija de Carlos José de Lara y Luisa Villanueva y Otazú. En 1786 contrajo matrimonio con el capitán José Díaz de Bedoya, también de familia patricia, con quien fueron padres de Ventura Díaz de Bedoya, quien se distinguió como gran abogado, recibido en Buenos Aires.

En 1806, doña Juana María de Lara enviudó de su marido, dedicándose a profesar en la tercera orden franciscana y desempeñándose como mayordoma de la iglesia de San Francisco, para luego pasar a ocuparse de las mismas funciones en la iglesia catedral, cuyas campanas hizo sonar en la noche del 14 al 15 de mayo, anunciando el nacimiento de la república paraguaya.

Por su matrimonio con don José Díaz de Bedoya, estuvo emparentada con doña Manuela Díaz de Bedoya, quien fue madre del general Vicente Barrios, casado con Inocencia López Carrillo; con don Saturnino Díaz de Bedoya, casado con Rafaela López Carrillo , ambas hijas del presidente Carlos Antonio López; y con don José Díaz de Bedoya, miembro de la oposición al lopizmo e integrante del Triunvirato formado en la posguerra, de triste fama por aquel funesto hecho de la venta de las platerías de las iglesias, cuyo importe se los metió en sus faltriqueras, por lo que el vulgo lo llamó "José Candelero".

Como varios protagonistas de la independencia, doña Juana también conoció la cárcel por orden del dictador Francia, quien algún tiempo después le autorizó a recluirse en su casa con la prohibición expresa de recibir visitas, pese a ello, en varias ocasiones desafío la orden, ayudando a las otras víctimas del francismo.

Doña Juana María de Lara falleció en Asunción en 1825, apenada por ver a su patria sometida a los caprichos de un dictador.
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