Ocurrencias en tiempos felices
La gente tiene amnesia o memoria flaca. Dicen que hasta hace casi tres décadas en nuestro país se vivía bien, sin sobresaltos, ni asaltos, ni crímenes.
O mienten, o no tienen memoria, o son estultos.
Justamente, hace 43 años de un sangriento hecho ocurrido en Tobatĩ, cuando fue liberado el señor Ian Duncan Martin, víctima de un secuestro extorsivo que tuvo lugar en las cercanías de Asunción, en la actual urbanización “Surubiy”.
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El señor Martin, un escocés nacido el 8 de enero de 1937, administrador de las estancias de la multinacional inglesa Liebig’s Extract of Meat Co. en el Paraguay, fue secuestrado el 26 de agosto de 1973. Luego de varias semanas, fue detectada su presencia en un paraje de Tobatĩ, de donde fue liberado con el costo de varios delincuentes muertos y otros tomados prisioneros.
El señor Martin, posteriormente, se radicó en el Uruguay, donde murió el 13 de julio de 2011.+
El maestro Ambrosio
Ambrosio de Acosta fue el primer maestro de nacionalidad paraguaya que actuó en el Río de la Plata.
Nacido en Asunción hacia 1564, tenía una sólida formación intelectual y fue –con solo 16 años– uno de los fundadores de Buenos Aires, en 1580. Luego se trasladó a Santa Fe y, de allí, a Corrientes –en 1588 fue uno de los fundadores y vecino feudatario–, donde, a pedido del Cabildo, desde el 10 de marzo de 1603, enseñó en la primera escuela de esa ciudad (está considerado el primer maestro no religioso de la Argentina).
Fue el primer maestro criollo y educador laico –hasta ese entonces, los educadores eran españoles y religiosos–. También, se desempeñó como escribano, alguacil y regidor del Cabildo de Corrientes, ciudad en la que murió en fecha incierta.
Vestigios históricos
Un sitio olvidado por todos es “Pozo 10”. Está ubicado en el barrio Reducto, de San Lorenzo, en el que estuvo el enclave original de la ciudad de San Lorenzo antes de establecerse en el lugar conocido como “Capilla Cué”, previo a su traslado definitivo y cuyo casco histórico es alrededor de la catedral.
Hasta hace unas décadas existían 10 pozos de origen jesuítico. Con el paso de los años fueron destruyéndose, llenándose de sedimentos y basuras. Hoy quedan tres. Olvidados, solos con su soledad.
Tal vez el día que las autoridades comprendan que “cultura” no es solo danzar demostrando destreza circense con varias botellas sobre la cabeza, se dignen enterarse de la existencia de estos importantes vestigios arqueológicos en un paraje sanlorenzano.
Homenaje al otro
En nuestra historia hay demasiada y suficiente cantidad de grandes hombres y mujeres que realizaron hechos destacados y destacables. También hay muchísimos sitios señeros de acciones heroicas y de otro carácter. Pero no. Homenajeamos al otro. Hasta al enemigo.
En la nomenclatura de las calles sanlorenzanas, por ejemplo, vemos que se desechan o desprecian nombres de paraguayos, y se rinde homenaje a personajes y lugares originados en la historia boliviana del Chaco.
Sí, así mismo.
Aniceto Arce, por ejemplo, fue un abogado, empresario y presidente boliviano que antes fue ministro plenipotenciario en la Argentina y el Paraguay. En su honor, el Ejército boliviano nominó un fortín chaqueño, capturado por los paraguayos en octubre de 1932 y rebautizado como Dr. Francia.
¿Qué hacemos los paraguayos?, ¿qué hacen las autoridades sanlorenzanas? Le llaman “Fortín Arce” a una céntrica calle de la ciudad y un puente ubicado sobre el arroyo que cruza la ciudad.
También, se lee en las calles sanlorenzanas nombres como “Campo Jordán”, un sitio del que las fuerzas paraguayas tuvieron que retirarse hacia el fortín Gondra. Rendimos homenaje a un hecho no muy feliz de nuestras armas.
Otro nombre de un fortín boliviano que ostenta una calle sanlorenzana es “Fortín Platanillo”. Este fue capturado por las fuerzas paraguayas, el 6 de noviembre de 1932, y rebautizado como “Teniente Acosta”, un heroico oficial que capturó importante documentación boliviana. Pero no. Se rinde homenaje a un lugar boliviano.
Otro nombre de un paraje bautizado por los bolivianos, muy común en la nomenclatura de las calles asunceñas y otras ciudades –inclusive hospitales y centros comerciales paraguayos–, es “Campo Vía”.
Bueh… Por lo menos, es un lugar en el que nuestro ejército tuvo un rotundo éxito.
Mientras, don Juan Bautista Gaona Corti o don Vicente Rivarola Bogarín siguen esperando que aunque sea el cordón de alguna vereda de algún tape po’i lleve sus nombres.
surucua@abc.com.py