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Ferrocarril en el Paraguay (Cont.)

En el precio convenido (1.400.000 pesos oro) estaba previsto, además del tendido de vías, la construcción de seis estaciones (en Sapucái, Intermedia –Caballero–, Ybytymí, Itapé, Hyaty y Villa Rica), telégrafos y la entrega del siguiente material rodante: cuatro locomotoras, 20 vagones tapados, 40 vagones de mesa, cinco vagones de cajón, dos coches comedores, cuatro vagones de primera clase, ocho de segunda y 12 de tercera.

El 13 de setiembre de 1887 –el mismo día en el que se creaba, a la izquierda de la estación Tacuaral del ferrocarril el pueblo de Ypacaraí, autorizándose al Gobierno a conceder gratuitamente solares de tierras públicas a quienes quisieran poblarlas y a expropiar las de propiedad particular que fueran necesarias para edificios públicos– se sancionó una ley que autorizó al Gobierno a contratar con Guillermo Stewart la venta del ferrocarril de Asunción a Paraguarí y su prolongación hasta Villa Rica (en construcción) con todas las instalaciones, en la cantidad de 2.100.000 pesos oro, en libras esterlinas.

Mediante concesiones especiales, el comprador estaba obligado a prolongar el ferrocarril hasta Encarnación. La mitad del importe pagaría Stewart al contado y el resto a plazos (Stewart era representante de un consorcio de capitalistas extranjeros).

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Las gestiones del doctor Stewart culminaron con la venta del ferrocarril a la compañía inglesa The Paraguay Central Railway Co., un consorcio formado por los tenedores de los bonos de los empréstitos de 1871 y 1872, con el propósito de adquirir y explotar el ferrocarril paraguayo.

El 14 de julio de 1888 se sancionó la ley por la que se autorizaba al Gobierno a vender el ferrocarril desde Asunción hasta Villa Rica en 2.1000.000 pesos oro, y su prolongación desde Villa Rica hasta Encarnación a razón de 30.000 pesos de la misma moneda el kilómetro de vía.

En tanto, las obras relacionadas a la prolongación hasta Villa Rica no conocían de descanso. El 19 de agosto de 1888 se inauguraba la estación del ferrocarril de Escobar. Era la primera estación inaugurada en el tramo Paraguarí-Villa Rica. Concurrieron al acto el presidente Patricio Escobar, sus ministros y gran número de invitados que fueron llevados hasta allí en 33 coches de pasajeros.

Una oleaginosa satanizada

Hace varias décadas, el médico Nicolás Ciancio introdujo al país unas semillas de soja –o soya– de alto valor nutritivo, que en nuestro país es despreciada por gran parte de la población, pese a ser uno de los rubros de mayor exportación paraguaya al mercado extranjero.

Pero, pese a ese estúpido desprecio y anatematización, la soja está presente en la dieta cotidiana de gran parte de la población paraguaya.

El paraguayo, por ejemplo, es gran consumidor del pan de almidón, conocido como chipá. En su preparación, la soja está presente como subproducto –grasa y manteca–.

Si se usa grasa de chancho, este animal es alimentado con un concentrado de soja que le ayuda a engordar y que contiene gran porcentaje de expeler de soja, que es el afrecho, que queda luego de exprimir el aceite que muchos utilizamos para fritar tortillas, empanadas u otras recetas de nuestra alimentación cotidiana.

En otras palabras, despreciamos la soja, pero la consumimos diariamente como parte de nuestra dieta.