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Arecayá

A unos 20 km de Asunción, entre las localidades de Mariano Roque Alonso y Limpio, se encuentra un lugar llamado Arecayá. El origen de este nombre se remonta a tiempos de la colonia, cuando fueron ubicados en la zona los indios de la parcialidad de ese nombre. Los arecayá fueron indígenas pertenecientes a la familia lingüística guaraní que vivían en la zona del río Jejuí, y se distinguían por su carácter indómito y belicoso.

Desde que los conquistadores llegaron a la región, estos indígenas representaron un verdadero problema para los asentamientos coloniales, a tal punto que la fundación de Villa Concepción del Arecayá tuvo que ser abandonada por el constante asedio de los aborígenes. Vencidos por los españoles, los indígenas arecayá fueron reducidos y se los obligó a establecerse en las cercanías de la ciudad de Limpio, donde con el correr de los años fueron absorbidos por la población local.

Chamamé

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El chamamé, la muy gustada música correntina, no es otra cosa que la antiguamente muy bailada polca syryry. La denominación chamamé nació en Buenos Aires, en 1930, con la composición Corrientes poty, cuya música pertenece a Francisco Pracánico y la letra a Diego Novillo Quiroga, quienes quisieron llamarla polca correntina, a lo que el músico compatriota Samuel Aguayo se opuso y sugirió el nombre que actualmente lleva. La palabra guaraní chamamé significa realizar una labor a la ligera, sin mayor cuidado.

Arribeño resay

La primera ejecución de la guarania Arribeño resay, de José Asunción Flores, se realizó durante una tertulia de intelectuales y artistas en la farmacia Americana, y estuvo dedicada al propietario de ese establecimiento, don Arturo Alsina. Fue en esa ocasión que el poeta Rigoberto Fontao Meza le solicitó permiso a Flores para ponerle letra a esa composición musical.

“Aeropuerto naval” asunceño

A mediados del siglo XX, una manera de viajar al Paraguay desde la Argentina era por medio de hidroaviones de la compañía Aerolíneas Argentinas. Luego del acuatizaje del aparato en las aguas de la bahía asunceña, los pasajeros abordaban una lancha que los conducía hasta una plataforma de unos 5 x 5 m, construida a modo de entrepiso bajo el muelle portuario. En ese lugar, según testimonios de la época, se apiñaban numerosas personas, en torturante amontonamiento, entre las que llegaban las que debían viajar y las que iban a recibirlas o despedirlas.

Ferrocarril en el Paraguay: de vuelta al redil

La deficiente explotación del ferrocarril por parte de los ingleses, sumada a la caducidad de las franquicias y obligaciones entre el Estado y la empresa The Paraguay Central Raiway Company Limited, fijadas en el convenio de 1907, motivaron varias intervenciones por parte del Gobierno paraguayo; una de las últimas determinó que en 1951 se constituyera una comisión especial dependiente del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, con el objeto de estudiar el accionar futuro de la empresa y proponer las bases de un nuevo relacionamiento compañía-Estado.

La última intervención fue ordenada el 1 de agosto de 1959, a través de la cual se nombraba un interventor con amplias facultades para poder restablecer y mantener la continuidad del servicio ferroviario, haciéndose cargo el Estado de los déficits de explotación. La empresa ferroviaria resolvió no renovar ningún contrato y ofreció al Estado la venta del ferrocarril. El 1 de agosto de 1959, el Gobierno intervino la empresa con el propósito de asegurar su funcionamiento, y se agilizaron las negociaciones para su nacionalización. Por ley del 8 de febrero de 1961 se creó un organismo autárquico para explotar el servicio ferroviario, a ser adquirido de la compañía inglesa. El precio de venta propuesto por la empresa fue de 1.000.000 de libras esterlinas, pero al efectuarse la evaluación de bienes y la capacidad de rendimiento económico de servicio, el Estado logró adquirirlo –a través de la ley n.° 714 del 28 de agosto de 1961– en 200.000 libras esterlinas, pagaderas en cuotas semestrales iguales, a 20 años de plazo y sin intereses. El 21 de octubre de 1961, exactamente un siglo después de que rodara por primera vez desde la estación de San Francisco a Trinidad, el Estado paraguayo se posesionó nuevamente del servicio ferroviario, enajenado en 1889 a favor de The Paraguay Central Railway Company Limited. El 21 de octubre de 1962 se inauguró el primer coche motor, totalmente reacondicionado en los talleres de Sapucái y administrado por la flamante entidad autárquica denominada Ferrocarril Central del Paraguay “Carlos Antonio López”. El viejo ferrocarril, uno de los primeros de Sudamérica, siguió funcionando, pero la pesada carga de años pudo más que sus cansadas fuerzas y lo fueron minando hasta su actual estado de postración, sin esperanzas de recuperación.