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La fiesta del amor

El martes pasado se celebró en nuestro medio y en todo el mundo –o por lo menos, en el mundo cristiano– el Día de los Enamorados o Día de San Valentín. Esta festividad se recuerda en nuestro país desde hace casi medio siglo. Por iniciativa de la agencia Publicitaria Nasta, propiedad del conocido profesional en la materia, José Daniel Nasta, se empezó a celebrar desde el 14 de febrero de 1972.

Desde entonces, fue agregado al calendario de celebraciones dedicado a las parejas enamoradas para beneplácito del comercio paraguayo.x

La escuela de Medicina de Humaitá

Durante el gobierno de Carlos Antonio López se estableció una Escuela de Medicina en la sureña localidad de Humaitá, para la instrucción de jóvenes aspirantes a profesionales de la salud. La misma estuvo dirigida por el médico inglés William Stewart. Una cincuentena de jóvenes fueron alumnos de este centro de enseñanza, en el que también enseñaron otros médicos ingleses contratados por el Gobierno.

Posteriormente, se agregaron otros estudiantes, llegando a totalizar 140 jóvenes. La razón de ubicar en ese lugar la escuela fue que el campamento más importante del Ejército nacional estaba en Paso Pucú, a pocos kilómetros de Humaitá y donde llegaron a revistar unos 12.000 hombres. Para la designación de practicantes de Medicina, se elegían entre los jóvenes que sabían leer y escribir correctamente.

La dedicación y contracción al estudio y el trabajo hospitalario eran determinantes a la hora de ser nombrados médicos cirujanos. Numerosos fueron los jóvenes que egresaron de esta escuela y, la mayoría de ellos, cumplieron importante papel durante la contienda de la Triple Alianza.

Sueños incumplidos

Además del Ferrocarril Central del Paraguay, en nuestro país hubo otros emprendimientos ferroviarios realizados y varios que no pasaron de simple proyectos. Entre los que fueron concretados figuran los del servicio tranviario, cuya historia arranca con la instalación del primer tranvía de tracción a sangre que circuló por las polvorientas calles de Asunción.

La concesión había sido otorgada a la firma inglesa Harrocks & Cía., en mayo de 1872, y el servicio fue inaugurado en noviembre de ese año y eran arrastrados por caballos o mulas. Eran unos coches con capacidad de no más de una veintena de pasajeros, abiertos y ventilados, de largos asientos que ocupaban todo el ancho del vehículo, y con cortinitas en los flancos para defensa de los rayos solares. A Harrocks & Cía. le siguieron otros empresarios como el doctor Francisco Morra Chiomentti, quien extendió las vías hasta la Recoleta, en 1884. Otras concesiones fueron otorgadas a la sociedad integrada por Pacífico de Vargas, Sinforiano Alcorta, Rafael Agusti y Silvio Andreuzzi, para establecer el servicio tranviario entre el centro de la ciudad y la “Cancha Sociedad” (Gran Hotel del Paraguay), en 1885. En 1888, esta empresa prolongó sus vías hasta la Tablada de Trinidad y unió a ellas otra hasta el mercado central, hasta donde transportaba por medio de zorras la carne faenada en los mataderos de la ciudad. Más tarde, ese transporte se hizo en los vagones de una pequeña locomotora a vapor. Fue el antaño célebre “tren so’o”. Además de los mencionados, otros empresarios del servicio tranviario de tracción de sangre fueron José Bazzano, Francisco Terlizzi, Campbell Ogilvy y la Paraguayan Central Railway Company. Es destacable que la pavimentación pétrea de numerosas arterias capitalinas fue realizada por estas compañías, las cuales asumieron ese trabajo como parte de las condiciones de las concesiones que les habían sido otorgadas.

La medicina indígena

Reseñar la historia de la medicina en el Paraguay no puede realizarse sin recurrir a los conocimientos médicos y la farmacopea guaranítica. Esos conocimientos fueron amplios y de mucha utilidad para la aplicación de las técnicas terapéuticas en la población del país, y enorme fue su aporte a la farmacopea mundial. La práctica médica guaranítica estaba dirigida de manera integral al cuerpo y la mente del paciente.

Poseía elementos intuitivos, empíricos, mágicos y religiosos, varios de ellos recogidos, asimilados y mejorados por la medicina científica. Como en todas las culturas primitivas, también, en la guaranítica la concepción mágica estuvo presente en numerosas manifestaciones de la vida cotidiana, como la caza, la agricultura, las transacciones comerciales, la enfermedad y hasta en la muerte.

La magia, dice el antropólogo Sinforiano Rodríguez Doldán: “Se basa en la experiencia introspectiva de estados emocionales en los que el hombre se observa a sí mismo” y en la que la verdad no está revelada por la razón, sino por “el juego de las reacciones emocionales”, y agrega: “Las teorías del conocimiento son dictadas por la lógica, la razón, mientras que las de la magia, por la emoción y la religión”.

En ese sentido y por esa misma razón existe un estrecho vínculo con la religión, pues se conjugan una creencia absoluta en los ritos mágicos o las cuestiones sobrenaturales y trascendentes. Inclusive, todos estos componentes involucran al ejercicio de la medicina científica, pues están presentes en las vinculaciones de interactividad entre pacientes y médicos. La fe en el médico y la medicina es un componente importante en la curación de un enfermo.

surucua@abc.com.py

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