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Nuevos nombres para viejas calles

El 25 de diciembre de 1889 se realizó el cambio de nombres de algunas calles de la capital paraguaya –se ordenó el 19 de diciembre anterior–. Algunos nuevos fueron en honor de los próceres de la independencia patria, como Yegros, en vez de Caapucú; Iturbe, en vez de Uruguay, y Caballero, en sustitución de Apipé.

Otras calles cuya nomenclatura cambiaron en aquella oportunidad fueron: Boulevard del Puerto, por Sargento Duré; Pilcomayo, por Coronel Martínez –luego Eduardo V. Haedo–; Tebicuary, por General Díaz; Loreto, por Juan Pedro Escalada –actual México–; Paraná, por Ayolas; Salado, por Humaitá; Itauguá, por Uruguay –luego, Montevideo–; calle Primera, por Constitución; calle Segunda, por Curupayty, y calle Tercera, por Oriente –actual Pa’i Pérez–.

El destructor de El Rozado

El mayor Hipólito Coronado fue un militar uruguayo nacido en 1840. Miembro del ejército oriental durante la Guerra de la Triple Alianza, fue un militar muy indisciplinado, pendenciero y entusiasta del pillaje.

En un momento dado desertó de su ejército, fue recapturado y debió ser ejecutado por ello, pero fue perdonado y enviado nuevamente al frente de batalla.

Causó muchas tropelías en la zona del Ñeembucú. Con el grado de mayor, fue el encargado de tomar la siderurgia de Ybycu’i y liberar a los prisioneros que trabajaban allí. El 13 de mayo de 1869 capturó la siderurgia, y mandó degollar al comandante Julián Ynsfrán y a varios de sus colaboradores. Falleció en Montevideo, en 1876.

Hablando de calles…

En 1926 se denominó Internacional la antigua calle Blanca –actual José Saubatte– y la hasta entonces llamada Fulgencio Yegros fue cambiada por Mary Lyons, en homenaje a la educacionista y mecenas norteamericana.

La señora Mary Lyons nació en 1858 y fue una de las que apoyaron económicamente al colegio Internacional, con la donación de uno de los sólidos pabellones, destinado al internado de mujeres. Falleció en su país, en 1932.

Hace 141 años

En un villorrio del Caaguazú, llamado Ajos, actual ciudad de Coronel Oviedo, nació la doctora Serafina Dávalos. Efectivamente, la célebre jurista nació el 9 de septiembre de 1877. Sus estudios los realizó en su ciudad natal y, en Asunción, en la Escuela Normal de Maestras y el Colegio Nacional de Niñas.

Ingresó en la Universidad Nacional de Asunción y fue la primera mujer recibida de doctora en Derecho, en 1907, con una tesis sobre humanismo, un alegato a favor de los derechos y la igualdad de la mujer, y una crítica a la sociedad de su época.

Al año siguiente de su egreso, fue designada miembro del Tribunal Superior de Justicia. Se dedicó a la docencia y a la profesión. Integró cenáculos literarios y, en 1910, representó al país en el Congreso Internacional Femenino de Buenos Aires, llegando a presidir una de las comisiones y la clausura del evento.

Fue una de las fundadoras del Centro Feminista Paraguayo y la Escuela Mercantil de Niñas. Fue consejera de la Liga Paraguaya Pro Derechos de la Mujer y patrocinó la fundación de la Asociación Paraguaya de Universitarias Graduadas.

Víctima de la ingratitud de la sociedad de su época, murió pobre y olvidada, el 27 de septiembre de 1957. Por la intolerancia de la época, fue enterrada bajo otro nombre.

Tristemente célebre

Un personaje –uno de los tantos que aparecen por estos lares– muy famoso, décadas atrás, fue Philippe Louis de Bourbon, un empresario nacido en la Argentina, nacionalizado norteamericano y residente en el Uruguay.

Se decía de origen francés, de la rama francesa de los Borbón; se hacía llamar “príncipe” y se dedicó al rubro petrolífero.

Luego de trabajar en la explotación de hidrocarburos en Bolivia, fue el fundador de la empresa Refinería Paraguaya SA, que –luego de nacionalizada– se convirtió en la empresa estatal Petropar (Petróleos Paraguayos).

Fue uno de los tantos aventureros que, apañados por autoridades nacionales, realizaron pingües negocios a costa de la población paraguaya.

surucua@abc.com.py

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