La palmeada
La costumbre de convertir en peatonal los días de inicio de primavera a la asunceña calle Palma se inició el 21 de setiembre de 1961.
Dicha actividad, establecida por la municipalidad, fue una propuesta del presidente de la Asociación de Amigos de la Calle Palma y concejal municipal, don Luis Fustagno.
Durante muchos años se celebró el Día de la Juventud en ese paseo vial, que reunía a la juventud durante varias décadas, hasta que hechos bochornosos –protagonizados por inadaptados– obligaron a suprimir dicha juvenil costumbre.
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El Mosto
En una de las esquinas de la intersección de las calles Palma y 14 de Mayo funcionó durante muchos años, décadas, un local muy conocido en el que era posible disfrutar de una popular y refrescante bebida: el mosto de caña dulce.
El nombre del negocio era, precisamente, El Mosto. Dicen que fue nuestro primer snack bar, porque allí se bebía el mosto junto al mostrador.
El empalagoso jugo venía directamente del trapiche, a través de una larga serpentina de bronce –refrigerada con una barra de hielo–, rematada en un grifo por el cual salía el espumoso líquido.
Mujer generosa
En la zona del colegio Internacional existe una calle denominada Mary Lyons. También, uno de los pabellones de dicho colegio lleva ese nombre.
Pero ¿quién fue Mary Lyons? Fue una abnegada educadora norteamericana, nacida en 1858. Mujer acaudalada, fue una de las propiciadoras de la fundación del colegio Internacional, para el cual donó la construcción de uno de los sólidos pabellones del centro educativo.
Víctima argentina de la Guerra del Chaco
Una de las dramáticas consecuencias de la guerra contra Bolivia (1932-1935) fue la soportada por el oficial argentino Guillermo Mac Hannaford.
Siendo mayor y a punto de ser ascendido a teniente coronel, fue acusado –al parecer, injustamente– de realizar tareas de espionaje a favor del Paraguay durante la Guerra del Chaco.
Luego de un proceso plagado de irregularidades, fue condenado a cadena perpetua, previa degradación. Inclusive, fue conminado a suicidarse, a lo que se negó, alegando inocencia. Fue encerrado en la prisión militar de Ushuaia y, luego, en otras cárceles, hasta que, por fin, fue indultado secretamente por el gobierno del general Aramburu, en 1956.
Enfermo de tuberculosis, que había contraído en prisión, murió olvidado el 5 de setiembre de 1961.
Permiso para llegar
En la sociabilidad campesina existen fórmulas cuyos uso también era comunes hasta hace poco y tal vez se siga usando. Hoy por hoy, la motocicleta ha sustituido, en gran parte, al uso del caballo, pero cuando se acostumbraba ser jinete, y se llegaba a una casa, este no se apeaba hasta recibir la autorización del anfitrión.
Para ello, al menos en la zona de Misiones, en la que existían y existen muchas de las costumbres correntinas –traídas por los mismos cuando se establecieron allí en la posguerra del 70–, se escucha decir al dueño de casa: “Apese”.
Siempre me causó curiosidad esta fórmula, hasta que caí en cuenta de que era “apéese”, o sea, era la autorización para apearse del caballo.
Atendiendo a un antiguo cronista de la vida campesina rioplatense del siglo XVIII, don Bonifacio del Carril, esa palabra, antiguamente, formaba parte de todo un rito de urbanidad.
Según su descripción, el saludo entre un jinete y el dueño de casa era el siguiente:
–Dios lo guarde, amigo.
–Y a usted lo mismo.
–Apéese si gusta.
–No hay para qué.
–Vaya, no sea tonto.
–Váldreme a su favor.
–Deje ahí el caballo no más.
–Deo gracia.
–Caballero, siéntese y no más.
–¿Habrá un fueguito? (para encender el cigarro).
–Alcáncelo por su vida, que ahí está a la vuelta…