La cocina y el aula vacía
Días pasados se cumplió un año de la desaparición física de la recordada maestra cocinera Deima de Kerling. Su nombre era Deidamia Vera Valenzano de Kerling.
Nació en la ciudad de Carapeguá, Paraguarí, el 21 de octubre de 1945. Sus estudios los realizó en su ciudad natal y en el colegio María Auxiliadora de Asunción. Luego de recibirse de docente, ingresó a la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción; posteriormente, estudió Nutrición y tomó clases de Gastronomía con doña Clara Benza de Garófalo y, desde 1972, se dedicó a la docencia de gastronomía, en su Instituto Técnico Superior de Arte Culinario. Durante muchas décadas impartió clases de cocina por varios canales de televisión. Publicó un Práctico ABC del arte culinario, Cuida tu corazón, Con sabor a Paraguay, entre otros. Falleció en Asunción, el 1 de marzo de 2018.
Qué mbóre
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Una expresión comúnmente utilizada por los paraguayos es la que refiere a “mbóre”, que, al contrario de lo que algunos afirman, no tiene ninguna connotación grosera.
Esta palabra –dice el apreciado amigo Julio César Ingolotti– “es utilizada por los paraguayos en las más diversas circunstancias, ya sea para dar una negativa tajante y definitiva, para calificar a una persona poco simpática, como interjección, para calificar una situación graciosa, etc.”.
El origen de la palabra, según el ingeniero Ingolotti, provendría de la época en que trabajaron en el país centenares de técnicos ingleses, a mediados del siglo XIX, y habrían sido estos quienes dieron origen a la muy paraguaya expresión, cuando expresaban su aburrimiento en los momentos de ocio, diciendo: “I’m bored”, que suena aproximadamente “ambored”.
Cuando los paraguayos escuchaban a los ingleses exclamar: “I’m bored” (“ambored”), asociaban el término con el malhumor de una persona aburrida.
“Por ello –dice Ingolotti– comenzaron a usar ‘ambored’ para describir el estado de ánimo de sus patrones hasta que poco a poco el ambored, se simplificó en mbóre y así decían, por ejemplo: ‘Imbóre jevyma hina lekaja’ (ya está de nuevo de malhumor el jefe), o cuando querían hablar con el patrón, preguntaban a su secretario (otro paraguayo): ‘Nda’imbórei pio hína lekaja?’ (¿No estará de malhumor el jefe?), etc.”.
Con el tiempo, este término fue sufriendo cambio de connotación y significación para diversos usos y circunstancias.
¡Qué mbóre este tema!, ¿verdad?
Concepción, la opulenta
El notorio progreso que experimentó la ciudad de Concepción –entre los años 1880 y 1915–, gracias a la explotación de los recursos naturales de la zona, hizo que recibiera, meritoriamente, el título de “opulenta”.
El inusitado desarrollo que vivió la ciudad se reflejó en una intensa actividad comercial y social. Se fundaron dos clubes: el Cosmopolita y el Social, se instalaron dos hoteles de primera categoría y tres de segunda, siete bares, una veintena de almacenes de comestibles, entre otros establecimientos. También funcionaron en la época mencionada cinco escuelas y el Colegio Nacional (1890). En 1900 se fundó el Instituto San José de los salesianos y el Colegio de las Hijas de María Auxiliadora. Existían en la ciudad siete consultorios médicos y cuatro boticas.
En 1890, don Remigio Albertini trajo el primer tranvía a mulitas con que contó Concepción, cuyo itinerario unía el puerto con el lugar llamado Canchacué, posteriormente conocido como Riñería, Quinta Genes y Villa Armando.
Funcionaban, además, 18 depósitos yerbateros, cinco grandes olerías (entre otras menores), tres periódicos, una fábrica de hielo y otra de gaseosas, seis panaderías, dos fideerías, dos jabonerías, cinco carpinterías, 18 carnicerías particulares y la Tablada de Matanza Municipal, además de dos barracas de cuero, cuatro aserraderos y cuatro sastrerías. En la plaza Carreta se concentraban los productos traídos del campo.
“Vendo terreno con pueblo”
Como consecuencia de las ventas de grandes extensiones de tierras públicas realizadas en las últimas décadas del siglo anterior, varios pueblos pasaron a ser propiedades privadas.
Ante esta situación, el Gobierno paraguayo tuvo que recurrir a la expropiación de los terrenos que conformaban los núcleos urbanos de varias localidades y a la transferencia de los mismos a los pobladores afectados.
El primer casco urbano expropiado fue el de Itacurubí de la Cordillera, en octubre de 1915. Le siguieron Mbuyapey, en setiembre de 1921; Maciel, en junio de 1926; Arroyos y Esteros, en setiembre de 1927; Juan de Mena, en julio de 1928; Caapucú, en julio de 1929. Ese mismo año, en agosto y octubre, fueron expropiadas las tierras de Borja y Ybytymí.
En octubre de 1924 se expropiaron tierras pertenecientes a Villa Franca para colocar en ellas el pueblo de Alberdi.
Por surucua@abc.com.py