Espíritu navideño en Areguá

La Navidad ya llegó a la ciudad de Areguá: comenzó la XVII Feria de Pesebre bajo el nombre de “Kuave’e˜ Mitã Ruparã Rekávo”. Imágenes en diferentes tamaños y pintadas con diversas técnicas llaman la atención a lo largo del paseo central de la calle Mariscal Estigarribia, del centro de la ciudad. ¡Acercate!

https://arc-anglerfish-arc2-prod-abccolor.s3.amazonaws.com/public/DLCYEAY55VFSZC24FDVZ7BKYCY.jpg

Cargando...

Ni bien se ingresa a la ciudad de Areguá, los pesebres sobresalen en las principales calles. Pero es en el paseo central en el que se congregan la mayoría de los artesanos de la ciudad y pueblos aledaños. Esta feria, que se realiza año tras año, se extiende hasta el 23 de diciembre y se pueden adquirir también estructuras de timbó hechas para el pesebre, así como otros artículos decorativos y alusivos a las festividades navideñas. Igualmente, ofertan plantas y delicias elaboradas con frutillas.

Todo está listo para elegir los belenes más bellos y conmemorar el nacimiento del Niño Dios. Los artesanos, en su afán de innovar y sorprender, incorporaron lentejuelas a las imágenes. “Experimentamos para ver si le gusta a la gente”, expresa Celia Monges.

Anselma Villamayor oferta pesebres desde G. 50.000 hasta G. 4.000.000. Es que algunas piezas son imponentes. Gregoria Torres está presente desde hace cinco años, y Felicita Rodríguez, desde hace tres. Ellas esperan a los visitantes para que puedan apreciar y comprar sus trabajos.

Uno de los artesanos más jóvenes es Rafael Rejala. Tomó un curso con Graciela Quintana y desde el año pasado exhibe sus pesebres, que llaman la atención por su originalidad. Sonriendo, cuenta que le gusta mucho trabajar la arcilla y no le lleva mucho tiempo crear los belenes.

En total son unos 300 artesanos que participan de esta tradicional muestra, en la que se pueden encontrar precio y calidad. ¡No esperes hasta último momento! Acercate a Areguá e inundate de la calidez del espíritu navideño. Además, podés aprovechar para pasar un día hermoso en la ciudad.

Un poco de historia

Dicen que el pesebre fue inventado por San Francisco de Asís, el santo de la humildad y la pobreza, en la Navidad de 1223, en el pueblecito de Greccio, Italia.

Francisco estaba débil y enfermo y, pensando que tal vez aquella sería su última Navidad en la Tierra, quiso celebrarla de una manera distinta y muy especial.

Un amigo de Francisco, el señor Juan Velita, era dueño de un pequeño bosque en las montañas de Greccio, donde había una gruta que a Francisco le parecía mucho a la cuevita en la que nació Jesús, en los campos de Belén, y que él había conocido hacía poco en su viaje a Tierra Santa.

Francisco habló con su amigo, le contó su idea de hacer allí un “pesebre vivo” y juntos lo prepararon todo, en secreto, para que fuera una sorpresa para los habitantes del pueblo.

Entre la gente del pueblo, Francisco y Juan escogieron algunas personas para que representaran a María, José y los pastores; les hicieron prometer que no dirían nada a nadie antes de la Navidad y, siguiendo el relato del Evangelio de San Lucas, prepararon la escena del nacimiento. ¡Hasta consiguieron un hermoso bebé para que representara a Jesús!

La noche de Navidad, cuando todas las familias estaban reunidas en sus casas, las campanas de la iglesia empezaron a tocar solas… ¡Tocaban y tocaban como si hubiera una celebración especial! Pero nadie sabía qué estaba pasando. El párroco del pueblo no había dicho que fuera a celebrar la Misa del Gallo, la de medianoche.

Sorprendidos y asustados a la vez, todos los habitantes de Greccio salieron de sus casas para ver qué estaba sucediendo… Entonces, vieron a Francisco que desde la montaña les llamaba e indicaba que subieran donde él estaba.

Provistos de antorchas, porque la noche estaba muy oscura y hacía mucho frío, todos se dirigieron al lugar indicado y, cuando llegaron, quedaron tan admirados que cayeron de rodillas, porque estaban viendo algo que nunca habían pensado poder ver. Era como si el tiempo hubiera retrocedido muchos, muchos años y se encontraran en Belén, celebrando la primera Navidad de la historia: María tenía a Jesús en sus brazos y José, muy entusiasmado, conversaba con un grupo de pastores y pastoras, quienes no se cansaban de admirar al niño que había acabado de nacer.

Después, cuando todos se calmaron, el sacerdote –quien había sido cómplice de Francisco y Juan Velita en aquel secreto– celebró la santa misa, y Jesús se hizo presente en el pan y vino consagrados, como pasa siempre cuando se celebra una misa en cualquier lugar del mundo.

Terminada la eucaristía, Francisco –lleno de amor y alegría– les contó a todos, con lujo de detalles, la hermosa historia de la Navidad. Jesús, “luz del mundo”, llenó sus corazones de paz y amor.

Tres años más tarde, Francisco de Asís murió, pero dejó esta hermosa costumbre de hacer el pesebre todos los años.

ndure@abc.com.py

Fotos ABC Color/Gustavo Báez.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...