Ideas para Halloween

Se acercan las fiestas de Halloween y la idea de algún disfraz ya está en puerta. De la mano de Beatriz Gallicchio, unas ideas para poner a punto la varita de bruja o hechicero.

https://arc-anglerfish-arc2-prod-abccolor.s3.amazonaws.com/public/64BPE7NLKBGXVK32WT5AUP354I.jpg

Cargando...

Historia

Las memorias cuentan que los antiguos pueblos celtas, que habitaban diversas regiones de Irlanda, Inglaterra, Escocia y Francia, cuando llegaba el final del mes de octubre, solían realizar una gran ceremonia para conmemorar el final de la cosecha. Esta fiesta fue bautizada con la palabra gaélica Samhain, cuyo significado etimológico es “el final del verano (boreal)”, ya que durante este se despedían de Lugh, dios del Sol.

Esta festividad marcaba el momento en el que los días se iban haciendo más cortos y las noches, más largas. Los celtas, al igual que muchas culturas prehispánicas, creían que en Samhain, actualmente conocido como Halloween, los espíritus de quienes ya partieron volvían a visitar el mundo de los vivos. La costumbre era dejar comida y dulces fuera de sus casas, y encender velas para ayudar a esas almas a encontrar el camino hacia la luz y el descanso junto con Lugh.

Por otro lado, en la noche del 31 de octubre, también, se hacían rituales que tenían un carácter purificador, para despedir el año. Con el auge del catolicismo, esta fiesta pagana se cristianizó y comenzó a llamarse la Víspera de Todos los Santos. La traducción en inglés es All Hallow’s Eve y de ahí nació la palabra Halloween. Con la inmigración europea a los Estados Unidos, principalmente la de los irlandeses católicos, en 1846, llegó esta tradición al continente americano.

Costumbres

La costumbre de ahuecar y tallar una calabaza para convertirla en un farol, llamado Jack-o-lantern, tiene su origen en el folclore irlandés del siglo XVIII. Según se cuenta, Jack era un notorio bebedor, jugador y haragán que pasaba sus días tirado bajo un roble. La leyenda cuenta que, en una ocasión, se le apareció Satanás con intenciones de llevarlo al infierno. Jack lo desafió a trepar al roble y, cuando el diablo estuvo en la copa del árbol, talló una cruz en el tronco para impedirle descender. Entonces, Jack hizo un trato con el diablo: le permitiría bajar si nunca más volvía a tentarlo con el juego o la bebida.

La historia dice que cuando Jack murió, no se le permitió la entrada al cielo, por sus pecados en vida, pero tampoco pudo entrar en el infierno, porque había engañado al diablo. A fin de compensarlo, el diablo le entregó una brasa para iluminar su camino en la helada oscuridad por la que debería vagar hasta el día del juicio final. La lumbre estaba colocada dentro de una cubeta ahuecada llamada nabo, para que ardiera como un farol durante mucho tiempo.

Los irlandeses solían utilizar nabos para fabricar sus faroles de Jack, pero cuando los inmigrantes llegaron a los Estados Unidos, notaron que las calabazas eran más abundantes que los nabos. Por ese motivo, surgió la costumbre de tallar calabazas para la noche de Halloween, transformarlas en faroles e introducir carbones o una vela en su interior. El farol no tenía como objetivo convocar espíritus malignos, sino mantenerlos alejados de las personas y sus hogares.

Dulce Halloween

La costumbre de pedir dulces de puerta en puerta (trick-or-treating) se popularizó alrededor de 1930. Según se cree, no se remonta a la cultura celta, sino deriva de una práctica que surgió en Europa durante el siglo IX, llamada souling, una especie de servicio para las almas. El 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, los cristianos primitivos iban de pueblo en pueblo mendigando “pasteles de difuntos” (soul cakes), que eran trozos de pan con pasas de uva. Cuantos más pasteles recibían los mendigos, mayor sería el número de oraciones que rezarían por el alma de los parientes fallecidos de sus benefactores. En esa época se creía que permanecían en el limbo durante un período posterior a su ida de este mundo y las oraciones, incluso rezadas por extraños, podían acelerar el ingreso del alma al cielo.

La práctica se difundió en los Estados Unidos como un intento de las autoridades por controlar los desmanes que se producían durante la noche de Halloween. Hacia fines del siglo XIX, algunos sectores de la población consideraban la noche del 31 de octubre como un momento de diversión a costa de los demás, probablemente inspirado por la “noche traviesa” (Mischief Night), que formaba parte de la cultura irlandesa y escocesa.

Los desmanes y las tragedias también formaban parte de estos festejos. Con los años, diversos grupos de la comunidad comenzaron a proponer alternativas de diversión familiar, para contrarrestar el vandalismo: concursos de calabazas talladas y disfraces o fiestas para niños y adultos. De este modo, sugerían retomar el espíritu de los primitivos cristianos, quienes iban casa por casa disfrazados o con máscaras ofreciendo una sencilla representación o un número musical a cambio de alimento y bebida.

Aunque muchos siguen opinando que esta festividad tiene un trasfondo oscuro, lo cierto es que se convirtió en una fecha para la diversión infantil. Niños, jóvenes y hasta adultos eligen diversos disfraces para pasar bien.

Beatriz Ávila Gallicchio, máster en body painting o arte corporal, y también en caracterización de personajes de cine, teatro y televisión, con estudios en Sudamérica y Europa, con amplio currículo de trabajos realizados en el país y afuera, le cuenta a ABC Revista que desde chica sintió la “necesidad” de pintarse y pintar para los carnavales, en su natal Brasil. “Me impactaban los yaguaretés, su gran belleza y majestuosidad. Mi sueño siempre estuvo abocado a esto: pintar rostros y cuerpos. Esta habilidad la convertí en una hermosa profesión. Me acuerdo que usaba hasta Minancora como maquillaje”, rememora Bea, como le llaman cariñosamente.

Esos caminos bien firmes le llevaron a lograr un nutrido currículo, tanto en formación como en experiencia. Bea llegó a maquillar a artistas internacionales, como Ricardo Montaner, Puma Rodríguez, Ángela Carrasco, Daniela Mercury, Chayanne, entre otros.

Ahora muestra cuatro propuestas de la mano de los actores Jorge Ramos, Kote Fleitas y Alejandra Specht, y la modelo Sofía Samaniego. Una producción divertida, actitud con la que debe tomarse esta celebración. “No se deje llenar la cabeza de cosas, sea auténtico y haga buenas obras, el 31 de octubre o 1 de noviembre; no importa el día, todos son iguales para hacer el bien a los demás. Los demonios no están afuera, sino dentro de la cabeza de quienes les atraen con sus pensamientos”, finaliza.

ndure@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Silvio Rojas.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...