La amistad es asombrosa y bella

Amistad, una palabra muy utilizada... pero, en realidad, ¿qué sabemos de ella?, se pregunta la sicóloga Rocío Florentín. “Es una de las relaciones interpersonales más comunes que la mayoría de los seres humanos tienen en la vida”, responde. Por lo tanto, debemos valorarla y cultivarla, porque es –como dice una frase tomada del libro Esperanza en la oscuridad– “asombrosa y bella; un milagro que salva vidas y a cualquier edad no deja de ser un regalo”.

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 “¿Qué tal te fue?, te tengo que contar lo que me pasó; te voy a contar algo, pero no le cuentes a nadie; ¿qué hago?, ¿te acordás de esa vez que…?”. ¿Quién no asocia frases como estas cuando hablamos de amistad?

La sicóloga Rocío Florentín, con doctorado en Neuropsicología, comienza por definir a la amistad. “Proviene del latín amicus, amigo. Se define como una relación afectiva entre dos o más personas. Es una de las relaciones interpersonales más comunes que la mayoría de los seres humanos tienen en la vida”, explica.

La amistad es una de las relaciones humanas más hermosas. Se puede formar en cualquier etapa de la vida; la edad es irrelevante cuando se trata de formar amigos, y no solo la edad, sino que esta relación se da entre personas de trasfondos y pasados muy disímiles. Lo mismo ocurre con el género, o sea que se cultiva la amistad no solo con congéneres, sino también con el sexo opuesto. La amistad puede unir con amor a dos personas de distinto sexo, sin que ninguna de las dos sienta una atracción física o romántica por la otra. Por eso es que, a veces, se dice que es un sentimiento puro.

Teniendo en cuenta que la amistad hace referencia a una relación de afecto, entonces, ¿por qué buscamos tener amigos? Florentín dice que investigaciones recientes, desde la sicología, manifiestan que, actualmente, el ser humano busca algo más que el intercambio de bienes y servicios. “Las personas buscan amigos que cuiden de ellas y no solo que les den algo a cambio; esto explica por qué están más preocupadas por nuestras necesidades que por los beneficios que obtendrán por ser nuestros amigos”.

Florentín añade que la amistad –como toda relación– se va construyendo y existen algunos factores que contribuyen, como la proximidad, pues al estar físicamente cerca se tiene más actividades en común. “No obstante, sabemos que la proximidad también puede darse de manera virtual, ya que, muchas veces, compartimos más tiempo a través de la tecnología. Actualmente, las redes sociales –utilizadas de buena manera– no dejan de ser un aliado para establecer relaciones. Más de uno se reencontró con el compañero de la escuela o facultad gracias a los grupos formados. Esto es la semejanza. Aunque no es suficiente estar cerca, ya sea física o virtualmente, también se requiere de la afinidad, o sea reciprocidad; es decir, nos sentimos más amigables con aquellos que tienen conductas afines a las nuestras y solemos juntarnos con aquellos que actúan como nosotros, en determinadas situaciones. Y, por último, está la complementariedad: crearemos algún lazo de amistad con personas que, de alguna manera, satisfacen nuestras necesidades sicológicas, sobre todo, aquellas que tienen que ver con sentirnos comprendidos, acompañados y escuchados”, se explaya.

Claro que no todas las amistades tienen el mismo grado de intensidad. “Se pueden distinguir niveles de intensidad que van desde los simples conocidos a los ‘amigos del alma’”, afirma Florentín.

Es bueno reflexionar que, muchas veces, no establecemos amistades que beneficien o hagan sentir bien. El sicólogo Carl Rogers considera que una amistad sana tiene que tener cuatro características: la autenticidad, es decir, expresar claramente el modo de sentir, sin máscaras ni reservas; la cordialidad, o sea, la aceptación y consideración incondicionales, sin pretender que los demás hagan lo que uno quiere; la empatía, que es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, para comprender lo que siente; y la disposición de apertura hacia el otro, de compartir de puertas para afuera.

La profesional entrevistada expresa que aquellas relaciones de amistad en las que no se pueden visualizar estas características son denominadas “amistades tóxicas” o “vampiros emocionales”, y es importante poder reconocerlas para alejarse de ellas, ya que no contribuyen al bienestar emocional.

A continuación, presenta algunas características para poder identificarlas: no hay reciprocidad, no te apoyan por como sos, no les podés contar tus intimidades y suelen decepcionarte; no respetan los espacios de tu familia, pareja o hijos y, finalmente, sus apreciaciones son siempre negativas.

Pero como el ser humano es social por naturaleza, la amistad es vital para el desarrollo personal. “No queremos estar solos. ¿Quién no necesita un hombro en el cual apoyarse en los momentos difíciles o una alegría para compartir? La vida de todo ser humano transita por momentos de luces y sombras, y el camino se hace más tolerable con alguien que comparta y comprenda nuestras alegrías y penas”, asegura Florentín.

La amistad es un valor universal de ética y moral; siempre se necesita de alguien en quien confiar. Es sentirse a gusto con una persona, conversar; compartir sentimientos, convicciones, gustos, criterios, creencias y proyectos. Es algo en común entre dos personas, en lo que debe existir absoluta estabilidad. Es ser leales y, para ser leales, hay que ser una persona de palabra. Son incondicionales los amigos nobles que no critican, murmuran ni traicionan.

Pero, a veces, en el vertiginoso ritmo del día a día, en el que la rutina o los compromisos llenan las agendas, pasa desapercibido su gran valor. Y a decir de la sicóloga, la amistad se parece a un espejo mágico que refleja las mejores virtudes, como la sinceridad, generosidad, confianza y nobleza; a un par de zapatos, que comparten los pasos desde hace un tiempo y quisieras que te acompañen siempre; a una bicicleta, quizás, porque no necesita combustible, sino ganas, fuerza y equilibrio; a un cofre, para guardar los mejores recuerdos; a un libro de historias, con el que se disfruta de aventuras imaginarias y tan entretenidas que, al leer, el tiempo pasa volando, y hasta a un salvavidas, porque acompaña, brinda confianza y, siempre que se lo necesite, se puede aferrar a él.

Por todo esto, Florentín aconseja que la valoremos y cultivemos y, además, hace hincapié en una frase del libro Esperanza en la oscuridad, de Engelbert González, que reza: “Es asombrosa y bella; un milagro que salva vidas y a cualquier edad no deja de ser un regalo”.

Modelos: Maryan Ramírez, Lena Sopeña e Iván Hernández de On Management, y Jorge Ojeda de Visual Fair. Prendas: Fauvè Gaubbè. Producción y estilismo: Fabián da Silva. Maquillaje y peinado: Juan Florenciáñez Make up Designer. Locación: Café Consulado.

ndure@abc.com.py

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