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En Asunción proliferan las mascotas. Esto sería más que maravilloso si es que no fuera en desmedro del bienestar de las personas. Veo con preocupación que cunde una suerte de amor desmesurado hacia los animales y de olvido hacia los semejantes. Dicen los psicólogos que detrás de esta especie de adoración a las mascotas subyace alguna importante decepción amorosa que pudo haber sucedido en la adolescencia y podría determinar la conducta futura.
Quién no tuvo desengaños, frustraciones y experiencias desagradables con familiares, amores y amistades. Pero nada de eso es motivo suficiente para crear una dependencia enfermiza entre una mascota y su dueño. También es el reflejo de un tipo de soledad que es más interior que física, porque la mente está vacía de ideas e intereses altruistas.
Algo no anda humanamente bien si una encuesta realizada por Taringa, con Moiguer Compañía de Negocios, revela que el 67 % de la gente siente más cariño por su mascota que por su mejor amigo. La encuesta se hizo online con 2000 personas de América Latina.
Tampoco hay que olvidar que muchos estudios concluyen que las mascotas promueven la salud de sus dueños y prolongan la vida. Reducen la presión arterial y nivelan el ritmo cardíaco, entre otras cosas.
A quienes repiten la frase: “Cuanto más conozco a los hombres, más amo a mi perro”, les propongo reflexionen sobre este poema escrito en el 1400 por Nezahualcóyotl, antiguo monarca tlatoani: “Amo el canto de cenzontle, pájaro de cuatrocientas voces / Amo el color del jade y el inquietante perfume de las flores / Pero más amo a mi hermano: el hombre”.
Por favor, si tu perro hace heces en la calle, vos no te hagas en los demás.
carlafabri@abc.com.py