LA CANASTA MECÁNICA

BÚSQUEDA DEL ALIVIO ESPIRITUAL.- En la vida de cualquier persona pueden ocurrir sucesos radicales, por ejemplo, ser víctima de secuestro, violación, tortura; de la muerte de un ser querido en manos criminales y otros similares. Casos límites que desestabilizan la emocionalidad y hacen que la confianza en el mundo se desmorone.

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Por otra parte, conocer a personas que merecen castigo porque comenten actos que dañan a sus semejantes y no reciben pena alguna también nos hace perder la confianza. Para mí, los primeros en esta lista son ciertos componentes de la clase política que, sin asco, se benefician con el poder, en desmedro de la salud pública, de la educación y de la asistencia social que el Estado está obligado a dar a la ciudadanía carenciada.

En la confianza existe un componente humano de seguridad que da por hecho que una persona o grupo es capaz de actuar de manera correcta en determinada circunstancia. Nuestra experiencia comprueba que, así como hay gente que hace daño, hay gente que busca remediarlo. Porque en la naturaleza humana está tanto el hacernos daño los unos a los otros como el consolarnos mutuamente.

La confianza es pariente cercana de la esperanza que, a su vez, es hija de la fe. Por eso, para sostener la idea de que las cosas entre los humanos funcionan, es necesario apelar a algo más espiritual. La mente racional pensará que vivir con esperanza y fe es un engaño. Sin embargo, cuando las circunstancias lo requieren, para mí, no es un error recurrir a lo simbólico, a la imaginación, a las creencias, porque proporcionan eso que se define como alivio espiritual, que es un soporte para la mente y en más de una ocasión ayuda a seguir adelante. Ese alivio espiritual puede servir para reconciliarse con la existencia, para poner las cosas mentales en su sitio.

La manera en que cada uno se reconcilie con el mundo para seguir adelante es cosa individual. Pero no hay que subestimar lo que no encaja dentro de los esquemas de la cruda realidad solo porque no mantengan una relación transparente con la existencia. Es más saludable creer o imaginar que si nos pasa algo fatal, siempre va a haber alguien o algo, Dios o quien sea, que nos apoye y nos proteja, a saber que eso sea falso.

Solo algunas épicas que apelan a la trascendencia pueden servir de soporte para paliar el dolor y poner las cosas interiores en su sitio. Esto no obliga a reducir las expectativas sobre el mundo y aceptar lo que todos creen saber, sino elaborar una nueva reflexión que alivie la sensación de dolor, de soledad, de vacío vital.

La confianza en el mundo no solo depende de la voluntad de cada persona. Tampoco vayamos a pensar que toda la culpa siempre viene de los demás. A veces, la gente tiende la mano altruista y, a lo mejor, por desconfianza o soberbia nos resistimos a estrecharla.

carlafabri@abc.com.py

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