LA CANASTA MECÁNICA

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IZQUIERDA CAVIAR, DERECHA MORTADELA.- Evidente que proviene de la derecha el mote despectivo “izquierda caviar”, para referirse a gente más o menos culta y refinada, que vive con cierta comodidad y defiende los derechos de la gente más desprotegida. Como si para ser sensible a las necesidades del prójimo fuera requisito vivir en la indigencia. No se defiende la pobreza. Se busca el bienestar de nuestros semejantes. Está a la vista que el pobre apenas sobrevive, si es que tiene trabajo. Su energía está concentrada en conseguir el mango diario para pagar sus cuentas que, casi siempre, exceden a su salario. No le queda tiempo para defender sus derechos y pensar cómo conseguir mejores condiciones (en forma honesta). Por eso, quienes tenemos cubiertas nuestras necesidades de alimento, salud, educación y techo disponemos de más tiempo para pensar en cómo mejorar nuestra existencia y la de los más carenciados, y podemos ofrecerles nuestra solidaridad moral, intelectual y, si es posible, material, a quienes viven en la miseria. No todos somos necesariamente de ideología zurda ni comemos caviar. A lo mejor sí deseamos que la ciudadanía completa tenga acceso al caviar, si es que le agrada, porque tampoco es imprescindible.

De lo dicho hasta aquí es posible inferir que en contraposición a la izquierda caviar existiría una derecha mortadela de gente vulgar, estrecha de mente, ignorante, que ahora tiene mucho dinero, probablemente conseguido como contrabandista, narcotraficante, o estafando al Estado, ya sea como parte del funcionariado público corrupto, ya sea porque ha ganado siempre las licitaciones públicas repartiendo coimas. La derecha mortadela suele ser muy cruel con los humildes, y con un carguito se puede volver déspota y argel.

Un sacerdote jesuita me dijo que existen dos clases de expobres: los resentidos, que repudian a los pobres y maltratan a sus subalternos para que sufran como ellos sufrieron alguna vez, y los generosos, que comparten sus ganancias y éxitos con los más necesitados, les pagan buenos sueldos a sus empleados y les dan buen trato. Eso que alguna vez ellos mismos anhelaron.

Justo es reconocer que también existe una derecha ilustrada, que tiene mundo, que bebe agua de Vichy desde la infancia porque su familia ya tenía fortuna acumulada, que creció en medio de la abundancia y dispuso de una bien nutrida biblioteca familiar. No hurguemos en los orígenes de esas fortunas porque… En esta categorización ingresarían quienes se asumen como libertarios y suelen ser piadosos con los pobres. Puede que les regalan sus ropas de marca que ya no usan, discos, revistas viejas, colaboran con la beneficencia, pero prefieren no mezclarse con el lumpenaje.

Lo que el electorado espera de un Gobierno —sea este de izquierda o derecha— es que sea bueno para construir un mejor futuro de la gente. Lamentablemente, tanto la izquierda como la derecha cuando son gobierno no cumplen sus promesas, caen en la hegemonía, tienden a la corrupción y al escaso respeto a la Constitución. Nuestra falsa democracia es una dictablanda, por eso la ciudadanía perdió la confianza en las autoridades y en las instituciones. La desigualdad sigue creciendo y como dice Zygmunt Bauman, ha sido una catástrofe arrastrar a la clase media al “precariado”, lo que genera una sociedad que en su mayoría sufre, vive mal, mientras una beneficiada minoría acumula dinero y lo gasta ostentosamente en placeres, en caviar o en mortadela.

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