LA CANASTA MECÁNICA

SOBRE CARISMA E IDEAS.- Son contadas las personas que tienen la capacidad de cautivar a todo el mundo, que se convierten en el centro de atención de cualquier sitio y circunstancia, que demuestran versatilidad. Poseen algo que atrae, un gran magnetismo que produce confianza y destila una intensa vitalidad. Es lo que se podría definir como carisma. Es probable que algunos vengan a este mundo con la materia prima incluida. Son esas criaturas que, desde muy pequeñas, son graciosas, encantadoras, mágicas, ocurrentes. Luego, cuando crecen, adquieren empatía y suelen tener el enganche de una sonrisa franca, como la sonrisa de Marilyn Monroe o la de Julia Roberts.

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Para los griegos antiguos, carisma era agradar. En la teología cristiana carisma (charismata) se refiere a cualquier don que emana del amor benévolo (charis), del amor divino, del amor de Dios. Visto así, podríamos deducir que todos tenemos algún carisma, don que Dios nos dio para compartir con el prójimo.

Una personalidad carismática reconocida es la de Bill Clinton. Se menciona su capacidad de hacerte sentir como la única persona del planeta cuando te habla. Te presta toda su atención, ojos, oídos y alma. Te escucha con entrega, tiene un gran sentido del humor que te hace reír, te hace sentir importante y, a la vez, interesante, comentan empleados cercanos a los Clinton.

En los últimos tiempos, se ha publicado mucho sobre el carisma de Michelle Obama. Ella consiguió tal popularidad, que incluso la consideran como probable candidata a la presidencia de los Estados Unidos dentro de cuatro años. No es el caso de Michelle, pero, desgraciadamente, en la política se recurre en exceso a un carisma que está más bien relacionado con la frivolidad y se basa en una seducción superficial. Esto, combinado con otros factores, puede producir déficit en la masa crítica, puede inhibir el desarrollo de la conciencia crítica ciudadana. Es que esa seducción superficial atrapa, hipnotiza y secuestra la razón. Como la publicidad de una gaseosa que no nos alimenta y puede enfermar de obesidad.

Más allá del carisma, lo que confiere liderazgo y poder de servir a la gente es la capacidad de encarnar ideas visionarias y no tenerle miedo a los ideales. El idealismo es capaz de movilizar a toda una comunidad, a todo un continente, al mundo. Recordemos a Jesús, Gandhi, Mandela, Bolívar. Un líder carismático puede hacer surgir las pasiones. Un líder idealista orienta hacia el cambio para mejorar la vida de sus semejantes. Un líder carismático propone la revolución, un líder idealista abre las puertas de las mentes hacia la evolución. De todas maneras, escuchemos a Jung que dice: “Si algo malo sucede con el mundo, esto es debido a que algo malo sucede con el individuo, y si algo malo sucede con el individuo, algo debe andar mal en mí. Por ello, si soy sensible, debo ponerme yo en primer plano a fin revisar qué es lo que anda mal en mí”.

carlafabri@abc.com.py

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