LA CANASTA MECÁNICA

MOMENTOS.- La vida está hecha de pedacitos, retazos, instantes. Sobre todo la vida de gente como una, que no vive la épica de un rey Arturo con su espada; ni tampoco es Thor, el nórdico mitológico dios del trueno que anda repartiendo martillazos con su mazo; ni es el rey David, quien vence al gigante Goliat con una honda. Y menos aún llega a ser un Paraguayo Cubas con su cinto, que busca corregir a cintarazos a las autoridades corruptas.

Cargando...

Las cosas que le suceden a una persona corriente como yo son, en la mayoría de los casos, normales. Lo que nos pasa a personas que no escalamos las cumbres del Himalaya ni atravesamos a nado el Orinoco podría llegar a ser divertido, a veces patético, romántico, pero para ser épico… falta mucho.

Si me pregunto qué cuestiones se destacaron en mi existencia en la semana que pasó, recuerdo el vuelo de un colibrí alrededor de la azucena del campo repleta de flores; la lección que me dieron Isa y Christian, quienes me mostraron en YouTube los maravillosos sonidos que imita con su canto el ave lira, y mi visita al centro médico para hacerme un estudio Holter.

La noche anterior al Holter la pasé casi en vela. A la mañana siguiente, me vestí, me calcé, tomé mi cartera y… en alguna parte dejé la orden del médico que me puse a buscar desesperada. Quemé las naves y me presenté sin la orden. Me arriesgué a que me rechazaran y me quedara sin el estudio. Al llegar a la recepción, me saludó una joven que se percibía encantadora. “Hola, ¿qué tal?, buenos días”, le respondo y luego: “¿Te puedo hacer una pregunta? ¿Vos tenés mamá?”. Cuando la chica me contestó que no, me quise desmayar. No era mi día. Imposible arreglar mi metida de pata. Balbuceé que algunas madres perdemos papeles y yo no tenía la orden. La jovencita se apiadó de mí y la doctora aceptó mi promesa de que al día siguiente, cuando devolviera el aparato, llevaría la prescripción formal. Volví a casa con el Holter puesto. Consiste en que te colocan en la zona del pecho unos parches con electrodos conectados a un pequeño aparato, un monitor metido en una bolsita que se lleva cruzada como una cartera, con la que vas a tu casa y, durante 24 h, te mide y registra la frecuencia del ritmo cardíaco, algún dolor o arritmia del propio corazón. De más está decir que durante esas horas anduve con un julepe importante.

Regresé al centro médico a devolver el monitor. Llevé la orden médica y ahora espero el resultado. La intuición me dice que tengo muchos latidos por delante. No serán épicos. No me preocupo. Las epopeyas son protagonizadas por héroes y heroínas casi siempre inmortales. La inmortalidad no es lo mío. Además, quien es inmortal no necesita un estudio Holter.

carlafabri@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...