LA CANASTA MECÁNICA

¡AY! ESAS MANÍAS.- Fobias y miedos irracionales acompañaron a la vida humana a través de la historia. En tiempos antiguos, el miedo podría haber sido un método útil para la supervivencia, porque prevenía de ciertos peligros, como algunos depredadores y plantas venenosas. Según una teoría, la especie humana evolucionó de tal forma que sobrevivieron quienes le hicieron caso a su miedo. La pena de no reaccionar ante eventos negativos podía significar la muerte. Así que quienes le hacían caso a su instinto de conservación eran más capaces de sobrevivir y ponerse a salvo.

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Aunque algunos miedos resulten universales, hay temores característicos de algunas sociedades. El miedo a la oscuridad, a los eclipses, a los muertos vivientes, hoy conocidos como zombis, es una aversión compartida en muchas partes del planeta. También se conocen fobias personales muy raras, de antes y ahora.

Quién podría creer que un guerrero invencible, conquistador del Imperio de Macedonia, como Alejandro Magno, entraba en pánico cuando veía a un simple gatito. El creador del imperio más grande de Asia y Europa sufría de ailurofobia, que no es otra cosa que la misma fobia a los gatos que padece Natalia, una encantadora vecina de nuestra casa.

Hasta la persona más normal y valiente en apariencia puede sentir repulsión hacia alguna situación u objeto. En siglos anteriores se puso muy de moda el miedo a que te sepultaran con vida. La tapefobia era tan intensa que se inventaron diversos mecanismos de ventilación en el armado de los ataúdes. Esta fobia, clásica en la literatura de terror, hizo que algunos féretros llevaran campanilla, por si te despertabas en tu sepulcro. George Washington, quien sufría de tapefobia, en su lecho de muerte (1799), hizo prometer a quienes se encontraban a su alrededor que lo enterrarían dos días después de su fallecimiento… por si acaso. En la actualidad existe un botón que envía una señal para que alguien te rescate… Que sea a pila, por si hay corte de electricidad.

Se le dice fobia al miedo cuando es extremo. En la gente anónima, estas manías pueden pasar inadvertidas: guardar las cosas siempre en el mismo orden estricto, caminar saltando baldosas, bañarse a la misma hora, dormir hacia el norte y del lado derecho de la cama, etc.

Las fobias tienen otro caché cuando se trata de celebridades. Al actor, director, escritor y músico Billy Bob Thornton le produce un gran rechazo –al punto de la asfixia– cualquier mueble antiguo. Es incapaz de comer o tomar una bebida en una habitación llena de antigüedades. Al padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, le espantaban las armas y los helechos. Lo de las armas es comprensible, pero eso de los helechos…

El filósofo y escritor holandés Erasmo de Rotterdam le tenía pavor al olor a pescado, y al director de cine Steven Spielberg le asustan las alturas y tiembla ante una araña.

Especialistas en el tema dicen que hoy existe el miedo a cruzar la calle, a las muñecas, a los payasos, a la cocina. Miedo a la conversación en la cena, a la suegra y a sentarse. Como aporte autóctono agregaría el miedo al Pombero, al cinto corrector de Paraguayo Cubas y a que no lean esta columna.

carlafabri@abc.com.py

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