LA CANASTA MECÁNICA

AMAS DE CASA Y EMPLEADAS.- “No limpiamos porque esté sucio o desordenado, sino para librar al ambiente de cualquier sombra que lo nuble”, decía mi mamá. También afirmaba que el aspecto de un hogar está directamente relacionado con nuestro estado de ánimo. El desorden muestra el estado de la mente de quien habita una casa.

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Mi madre tenía la costumbre de que se hiciera la limpieza hogareña y el aireado de habitaciones a primera hora, cuando el silencio impera en la casa, la calma rodea y el entorno duerme. Se abrían las ventanas para renovar el aire y los pájaros cantaban.

Esa imagen de baldeado de piso con la que se inicia la película Roma es bastante significativa. La empleada doméstica fue siempre una figura importante en las familias de clase media. Era una extraña relación mezcla de parentesco, cariño y esclavitud. Con el paso del tiempo iremos prescindiendo del servicio doméstico por diversos motivos; entre ellos, el económico, ya que ahora los senadores aprobaron el pago del sueldo mínimo a esta ocupación.

La Cámara de Diputados tiene la última palabra sobre esto. Las empleadas del hogar pasarían a ganar mensualmente G. 2.112.562 por 8 h de trabajo. Es probable que diputados, senadores y parte del funcionariado público que se adjudican sueldos millonarios podrán pagar con soltura la cifra establecida. Es indignante que la gente que se supone está obligada a ejercer el servicio público a la ciudadanía se autoadjudique sueldos millonarios, viajes, viáticos, costoso seguro médico, privilegios impresionantes y, después, nos enteremos que también estamos pagando los sueldos de la niñera y el casero de oro.

Quedaría la posibilidad de pagar a las asistentes del hogar G. 81.252 por 8 h diarias o G. 10.156 por hora. Otra eventualidad apuntaría a la tercerización que proporciona empleadas domésticas con referencias, ya entrenadas y sin ausencias. Esta elección ahorraría papeleos laborales, contrato de trabajo, antigüedad, dependencia, etc.

Ahora que se decide dignificar el trabajo del hogar, también debería ser obligatorio pagarles un sueldo mínimo a las amas de casa. Amas de casa que son maestras formadoras de empleadas domésticas. Amas de casa que enseñan a cocinar, lavar los platos y enseres, operar electrodomésticos al que muchas trabajadoras nunca tuvieron acceso (y que con facilidad suelen averiar). Amas de casa que dan clase de cómo barrer, limpiar pisos, encerar, hacer una cama, airear habitaciones; retirar el polvo de los muebles, puertas y ventanas. Amas de casa que dan cátedra de cómo limpiar un baño, un inodoro, un lavatorio sin romper los artefactos. Amas de casa convertidas en entrenadoras en el arte de cuidar criaturas pequeñas o lidiar con adolescentes difíciles.

En su mayoría son mujeres inexpertas en tareas de la casa las que se presentan para cubrir los puestos del servicio doméstico. Estaría genial que la Asociación de Empleadas del Servicio Doméstico consiga auspicios para organizar jornadas de capacitación y protocolo a disposición de quienes prestan o quieren prestar servicio doméstico. Será muy agradable contar con una empleada que saluda sonriente, viste con decencia, no escuche cachaca a todo dar ni esté todo el tiempo colgada de su teléfono celular. Y, sobre todo, empleadas que sean honestas y leales, que se ganen el respeto de una casa y sepan apreciar que en confianza se les abre las puertas de un hogar, de la intimidad de una familia.

carlafabri@abc.com.py

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