Es difícil llegar hoy a la Ciudad de Panamá, capital del país del mismo nombre, e imaginar que esta encantadora urbe centroamericana era hace poco más de dos décadas completamente diferente: reinaba la violencia, sus casas coloniales se iban cayendo lentamente y la oferta de empleo era escasa. Todo esto quedó atrás para dar paso a lo que muchos medios –como la propia revista Forbes– llaman “la Dubái de América”.
Sus imponentes rascacielos compiten por diseño y altura, entre ellos se destaca el Tornillo, una torre verdosa de 243 m en forma de tornillo invertido; sin duda, uno de los más emblemáticos de la ciudad. Otro de los más afamados es la Torre Trump, con 293 m y forma de vela.
Estos edificios albergan todo tipo de empresas multinacionales, atraídas por las beneficiosas políticas económicas y tributarias que implementó el Gobierno panameño, justamente para captar inversores. Según los datos, desde los años 90, su crecimiento económico nunca fue menor al 6 %. Mucho en su historia y evolución, sin duda, tiene que ver con el canal marítimo que demoró un siglo en terminarse.
Al estar cerca de Colón, la segunda mayor zona franca del mundo, la capital panameña ofrece todos los servicios que las personas de negocios puedan requerir, y se constituye en un imponente centro de compras con ventajas en cuanto a precios y variedad de marcas. La infraestructura para el turismo está muy bien planteada y esto es algo que se percibe desde el momento en el que se pisa suelo panameño.
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El Casco Viejo fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1997 por la Unesco y esto alentó a varios sectores de la población para empezar a incursionar en el rubro turístico. Muy pronto, pasear por sus calles junto con turistas, otrora copadas por pandillas, se convirtió en un negocio redituable para los que no tenían trabajo y en un atractivo para los visitantes.
Cinta costera
En el 2007 se iniciaron las obras de un proyecto que cambió por completo la fisonomía de la ciudad. Se trata de la cinta costera, para cuya construcción “se ganó” 26 ha al mar, ya que en tierra firme no quedaba espacio.
Es una costanera que une todos los puntos más importantes de la ciudad mediante un caminero con extensas áreas verdes, ciclovía, parques de juegos, fuentes de agua y áreas de deportes, con iluminación y diseños alegres, donde probar la mítica raspadita es casi una obligación, pero para el almuerzo o cena, se puede elegir entre el Mercado del Marisco o alguno de los diversos restaurantes del Casco Viejo.
Sin duda, aunque se tenga poco tiempo o para aprovechar alguna escala, se puede disfrutar de esta gran ciudad. La moneda de uso corriente es el dólar, lo cual facilita en muchos sentidos la experiencia y los precios normalmente no son muy elevados. Por su clima tropical, la temperatura promedio durante todo el año es de 27 ºC; además, existen innumerables playas paradisíacas a pocas horas de distancia.
Por todo esto, y a pesar de no ser un destino muy común, Panamá es uno de los lugares infalibles para vacacionar en cualquier época del año.
Texto y fotos Mónica Bareiro mbareiro@abc.com.py
