Maestra del canto

Nació para cantar y, consciente de este talento, a los 14 años su padre le hizo estudiar canto con la profesora Sofía Mendoza, quien la escuchó, reconoció su voz de soprano y le dio una beca. Así comenzó una prolongada y fructífera carrera que perdura hasta hoy.

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Ana María Casamayouret comenzó con el canto lírico desde muy pequeña. “Es un don que Dios me dio; desde muy chiquita, a los 7 años, ya cantaba”, recuerda. Consciente de este talento, a pesar de las críticas de sus amigos, su padre la llevó de Caacupé —donde residían— a Asunción a estudiar canto. “A papá le decían: ‘¡Casa, vos estás loco para mandarle a tu hija tan jovencita a la capital a estudiar canto! ¿Qué es eso?’. Pero mi papá tenía otra mentalidad; gracias a Dios, procuró y llegué hasta Asunción a estudiar con la profesora Sofía Mendoza”.

Entonces solo tenía 14 años. Sofía Mendoza la escuchó, reconoció su voz de soprano, le vio potencial y en el acto dijo: “A esta voz yo le doy una beca”, porque su joven alumna debía venir de Caacupé tres veces a la semana. Y su discípula no la defraudó. “Me recibí con las notas más altas, porque yo ya tenía una voz con una impostación natural; además, la profesora Mendoza me fue orientando y enseñando”, cuenta.

Y ese fue el comienzo de una prolongada y fructífera carrera. Una vez que la discípula estuvo a punto, Sofía Mendoza empezó a presentarla en conciertos con los grandes cantantes líricos de la época. “Tuve la gran satisfacción de que ella fuera mi guía. Cuando me pedían cantar en alguna obra, Sofía me prohibía; decía: ‘No; la voz todavía no está bien preparada’. Porque el instrumento vocal es muy delicado y ella me cuidaba mucho”, refiere.

No pasó mucho tiempo para que Ana María comenzara a emular a su mentora y enseñara también canto. “Integré el plantel de profesores de la Escuela Municipal de Canto, donde me jubilé luego de 34 años de docencia”. A esta escuela fueron sumándose otras, como el Conservatorio Nacional de Música, de cuya creación formó parte hace 15 años y donde enseña la cátedra de Canto. “También hace 20 años que enseño Educación de la voz, para todos los instrumentistas, y Canto en la Universidad Católica”, acota.

Una de sus labores más conocidas es la de ser directora de la Compañía de la Ópera de la Universidad del Norte. “Fui nombrada en 2005; es un cargo para mí maravilloso, porque con llegar a ser directora de una compañía tan grande y muy exigente, como es la ópera, creo que se llenó todo el cupo de mis expectativas. Tengo a mi cargo a más de 120 personas, entre solistas y coro, profesores de canto y pianistas. Es un trabajo muy grande, de mucha responsabilidad”, afirma.

Entre sus proyectos está la puesta de la ópera Andrea Chénier, que se presentará en el Banco Central del Paraguay los próximos 10,11 y 12 de agosto.

El cedé

A Ana María siempre la invitaban a formar parte de grabaciones con otros cantantes, pero nunca realizó ningún disco propio, por lo cual siempre soñó con poder tener un material en el que solo estuvieran sus interpretaciones. “Grabé en otras oportunidades, por ejemplo, la ópera Juana de Lara, de la cual fui protagonista; la primera y única ópera paraguaya —pero en una obra así cantan un montón de personas, el coro, otros solistas— y en distintos discos en los que me pedían hacer dos o tres temas. Y así quedó mi voz, pero esparcida. También tuve la suerte de grabar un disco, pero eran los de vinilo, con una compañera, Carmen Naumann, que contenía música lírica y música paraguaya”, refiere.

Pasaron los años y nuevamente le picó el bichito de grabar un material en el que solo estuviera su voz. “Y decidí: ‘Voy a hacer mi propio disco’; me animé y pedí ayuda al Fondec”.

Luego de un tiempo, el Fondec accedió y el cedé pudo materializarse. “Por eso, tener un disco propio: Mi canto, no es para mí como una culminación en el arte que yo hago ni de una extensión de años, sino un sueño hecho realidad”, revela. El material contiene sus trabajos desde el año 1964, en que cantó con la profesora Sofía Mendoza, en un programa titulado Noches líricas, que se hacía en Radio Cáritas una vez por semana.

El cedé incluye otros de los conciertos con la Orquesta Sinfónica —de la que fue solista por 19 años— y varios de los múltiples conciertos en los que cantó a lo largo de todos estos años. “Pero son grabaciones hechas en el escenario. Toda una vida, una larga trayectoria está encerrada en ese disco, y para mí es una felicidad enorme llegar a poder hacer esto”, confiesa.

El lanzamiento del disco se realizó el sábado 28 de abril, en el Teatro de las Américas del Centro Cultural Paraguayo Americano.

El canto

Ana María confiesa que la primera opción para el título del disco fue Mi vida, pero después lo cambió por Mi canto. “El canto es toda mi vida, ya que hasta en los momentos tristes uno canta y se desahoga, porque es sentir en el alma y transmitir también a los demás; entonces es un darme siempre al público y a mis alumnos, que ahora les estoy enseñando. Poder transmitir mis conocimientos me produce una felicidad enorme”, cuenta.

“Estoy muy feliz, porque los jóvenes me van a conocer un poco más ahora, porque el instrumento vocal envejece y con los años ya no es igual.Mi voz de antes parecía un pájaro, volaba; entonces en este disco van a escuchar otro timbre de voz”, comenta. Pero, por supuesto, el que la oyó cantar alguna vez, al escucharla, la va a reconocer: esa voz de jilguero es inconfundible, es la voz de Ana María Casamayouret.

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