Necesidad de amar

Reflexiones sobre el ser, los miedos, las relaciones humanas y la necesidad de ser amados forman parte de la puesta teatral La luna, creada y dirigida por Tana Schémbori, que hoy se puede ver en el Teatro Municipal Ignacio A. Pane.

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Más relacionada siempre con el audiovisual, Tana Schémbori reexplora el lado teatral para cubrir –lo que llama ella– una necesidad. “Creo que la necesidad de ser amados y amar, los miedos a la soledad, el absurdo a veces de la condición humana son una constante en mis obras en mi creación”, refiere Schémbori.

Las exploraciones teatrales actuales tienen mucho que ver con ese primer amor que fueron las tablas, en las que lleva también una larga y destacada trayectoria. Aunque no recuerda muy bien cuándo comenzó, su primera reminiscencia dataría de los seis años. “Desde ahí nunca más dejé de hacer, pero profesionalmente en 1988, cuando empecé a hacer talleres y la escuela de Arlequín Teatro”, manifiesta.

Entre dos

“Lo audiovisual me atrapa siempre, pero el teatro es, sin dudas, mi gran pasión. Siempre vivía preguntándome si debería hacer lo uno o lo otro. Ahora, simplemente, discurro entre los dos, porque tampoco puedo vivir sin el teatro”, confiesa.

De acuerdo a Tana, La luna nace como historias lunáticas en el 2001, en el marco de la EMAD-IMA, con sus alumnos de primer año. “La noche era el contexto y los seres que vivían sin dormir eran nuestro eje temático. En el 2011 tomé ese mismo eje y lo trabajé con mi promoción de TIA (Teatro Integral de Actuación). La obra era la misma; sin embargo, bastante distinta en cuanto a mundo sonoro y visual. La luna nació entonces y se volvió a estrenar en el 2018”, comenta acerca de la puesta que hoy se puede ver, a las 20:00, en el emblemático Teatro Municipal.

Este año se presentan dos grupos de actores profesionales que llevan a escena historias y textos breves. Si bien son dos propuestas similares, con un mismo lenguaje corporal, a su vez son muy diferentes en cuanto a propuestas de personajes. La directora planteó los ensayos a través del espejo, así los actores se miraban en sus propios compañeros, y a partir de la creación de ellos iban encontrando la esencia de sus personajes y, sobre todo, dándoles sentido a las acciones físicas.

“La luna es una obra muy visceral. Por momentos, los alumnos son ellos mismos transitando sus miedos y, en otros, son personajes que cumplen un rol y creo que eso es lo interesante de la obra: la honestidad de los alumnos”, destaca Tana acerca del trabajo que realizan los alumnos como parte de su formación y crecimiento actoral.

Por Marlene Aponte Branco maponte@abc.com.py • Fotos Gentileza.

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