Pichi, sueños llenos de risa

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Luis “Pichi” Villanueva es una de las figuras humorísticas más reconocidas en nuestro país en los últimos años. Con sus características puramente nacionalistas, logra llegar a jóvenes y adultos.

Desde la primera vez que anunció en voz alta que quería ser actor, su papá (Luis Villanueva Gómez) le pedía “por favor” que estudiara una profesión “de verdad”, así que no le quedó más remedio que tomar clases de Electromecánica. Pero, a la par, Luis “Pichi” Villanueva siguió buscando la manera de desarrollar su vocación.

En los años en los que le tocó esperar su oportunidad tuvo que realizar varios tipos de trabajo, para ganarse la vida y ayudar a su familia. Una de las tareas que recuerda con más cariño es la de cerrajero. “Frente a mi casa había una casilla 2x2 en la que mi papá y yo íbamos a aprender con el cerrajero. Durante mucho tiempo me tocó hacer ese trabajo. Hacíamos copias de llaves, y en varias ocasiones, como vivíamos cerca de una discoteca, fui a rescatarles a los muchachos que –un poco ebrios– olvidaban sus llaves dentro del auto”, señala entre risas.

Él es así. Desde que nos encontramos para la entrevista, durante la sesión de fotos y mientras daba la entrevista se mantenía sonriente. “Sí, es que soy así como me ven en la tele. Diría que la mejor manera que tengo para explicarlo es que a este que soy es al que le pongo delante de las cámaras, sin libretos ni nada”.

Pichi estudió actuación con Domingo Coronel y recuerda que estuvo a punto de perder su gran oportunidad de aparecer en un programa televisivo. “Surgió una posibilidad de hacer un papel de ‘rarito’ en un programa de Pelusa (Rubin) y al principio, por temor a las burlas, no quise aceptar. Menos mal terminé haciéndolo, porque en ese lugar conocí a Enrique Pavón, Dani Da Rosa y Emilio Villalba, director de cámaras, con quienes luego formé un equipo que se mantiene hasta hoy”.

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Poco después del debut junto con Pelusa, pasó a formar parte del programa Pelota Jara con su nuevo equipo. En ese entonces empezaba a consolidarse en el ambiente y, personalmente, estaba mucho mejor. Sin embargo, se levantó el programa y el equipo se separó por un tiempo hasta que Da Rosa consiguió nuevamente encontrar un hueco en la tevé con el programa Tercer Tiempo.

“Aun en los inicios de Tercer Tiempo, las cosas eran muy difíciles. Recién logramos despegar cuando conseguimos el personaje de Los Paraguayitos, que pegó muy fuerte y la gente volvió a apostar por todos nosotros”, comenta. Este grupo musical, concebido dentro del programa nocturno, causó sensación con letras que reflejan la idiosincrasia nacional y, por supuesto, con toques de delirante humor.

Tal vez es por el éxito que les dio o porque pueden reflejar “el humor callejero, de amigos, kuates” en sus letras, que este es –a todas luces– el personaje favorito de Pichi, con el cual ahora también participa en el programa Tereré Jere, los domingos a la mañana.

Pichi versión seria

A pesar de sus avances delante de cámaras, nunca dejó de ser curioso y preguntar sobre lo que veía; así fue que descubrió otra pasión en su vida: el área técnica, las cámaras, pero, esta vez, del otro lado. Empezó tímidamente, pero poco a poco se fue consolidando hasta ser director de cámaras, en aquel entonces, en Canal 13. Con los cambios en la directiva del canal quedó en stand by, hasta que en el 2010 le surgió lo que considera como el mejor “fichaje” de su vida: nada más y nada menos que para la selección paraguaya de fútbol. “Cuando le conté esto a mi papá, me dijo: ‘Mi hijo, andá, gratis, pero andá’, y como amante y apasionado del fútbol no lo dudé. Apenas unos meses antes yo gritaba y sufría con el equipo del otro lado de la tele. No podía creer que ahora trabajaría tan cerca de todos mis ídolos”.

Pichi es director de cámaras de la selección y la Asociación Paraguaya de Fútbol. Es su faceta seria, según él mismo cuenta. Está con el equipo en todos los operativos, viaja con ellos, vive los nervios y la ansiedad que implica representar al país desde el centro de todo. “Es una de las oportunidades más hermosas de mi vida”, dice sin dudar.

Esto, claramente, implica un mejor planeamiento de todas sus actividades, pero afortunadamente, hasta ahora, lo ha hecho sin contratiempos.

Familiero

Pichi ha formado su propia familia con su esposa, Mónica, tuvo a su hija, Sofía Candela (3). Sin embargo, al igual que sus dos hermanos, sigue viviendo junto con sus padres en la ciudad de Luque. “Somos muy unidos; una familia numerosa que no puede separarse. Seguimos en la casa familiar, que los domingos es todo un acontecimiento. Podemos no vernos en toda la semana, pero el almuerzo del domingo, ya sea con un asado o tallarín, nos encuentra a todos alrededor de la mesa. Tenemos nuestras diferencias, como todos, pero en ese momento las bromas y el cariño fraterno son los que reinan”.

El pan bajo el brazo (perdido) de su hija

“Hace unos días, una de mis vecinas me retó porque andaba descalzo en el barrio. Yo me reí y le dije que también soy humano, por lo que me gusta mucho andar sin zapatos. Muchas veces, la gente piensa que porque salimos en la tele no tenemos problemas y nada está más lejos de eso. Somos iguales, ganamos lo mismo que todos, con la única diferencia de que nosotros estamos expuestos”.

Esto le hizo recordar una de las épocas más difíciles de su vida, que fue al poco tiempo de que nació su hija. “Estaba sentado bajo el árbol de mango en mi casa, en una de esas situaciones tan apretadas por cuentas y obligaciones, en las que uno no sabe qué hacer ni hacia dónde correr. En eso llega mi señora y me pregunta qué me pasa. Le digo: ‘Vamos ahora mismo a la Cruz Roja’. Ella, obviamente, se asombró y le dije: ‘Necesito buscar el pan que se le habrá caído ahí a nuestra hija’. Siempre recuerdo ese momento porque fue muy duro, pero afortunadamente, como siempre digo, un hijo es una bendición y, poco antes de que ella cumpliera un año, las cosas empezaron a mejorar”.

Combinando sus dos empleos; sus tareas de padre, esposo e hijo, trata también de sacar tiempo para compartir siempre con sus amigos de toda la vida, jugando en los torneos de fútbol que organizan entre excompañeros de primaria, secundaria y facultad. “Tengo que cumplir con todos, porque todos hacen parte de mi vida y son, aunque sea mínimamente, quienes me hicieron ser lo que soy hoy. En casa siempre fuimos un grupo de 15 amigos varones, quienes –a pesar de no tener ni un guaraní– nos ingeniábamos para divertirnos y, gracias a ellos, mi adolescencia y juventud fueron hermosas”, dice.

Cuando le preguntamos sobre sus sueños, Pichi se pone a reflexionar. Los dos trabajos que tiene son todo lo que quiso siempre, aunque obviamente –inquieto como es– no se conforma con eso nada más. Expresa que lo que sigue es un grupo musical, manteniendo un poco la esencia de Los Paraguayitos, pero que refleje la cotidianeidad paraguaya. Además, comenta que su mamá es argentina y todos los años se ingenia para llevarle, aunque sea por unos días, a su querida Buenos Aires. “Ella tiene el sueño de conocer India, así que, sin dudas, mi más grande anhelo es cumplirle ese deseo”, finaliza con una mirada franca y su sonrisa de siempre.

mbareiro@abc.com.py