Rusos en el Paraguay

Uno de los primeros rusos que vinieron al Paraguay fue un catedrático de Ciencias Económicas que llegó en 1901. Pero el grueso de decenas de familias que se radicaron lo hicieron a mediados de la década del 20 del siglo pasado, como consecuencia del triunfo bolchevique en su país.

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Lógicamente, los que huyeron formaban parte del sector zarista, temerosos de sufrir represalias y persecuciones por parte de los rojos, buscando refugio en varios países europeos, pero los comunistas enviaban sicarios y asesinaron a numerosos exiliados. Por esa razón, muchos optaron por buscar refugio en lejanos países americanos, entre ellos el Uruguay, la Argentina y el Paraguay.

Entre los recién llegados se encontraban gran cantidad de matemáticos, ingenieros, catedráticos y militares, quienes, a poco de llegar a nuestro país, ofrecieron sus servicios a las autoridades nacionales. Entre los llegados se encontraba el general Ivan Belaieff, que realizó importantes expediciones de exploración y mediciones topográficas en la región chaqueña y, juntamente con otros compatriotas suyos, como Serebriakoff y Von Eckstein, además de oficiales paraguayos, como el teniente Hermes Saguier, descubrieron la laguna Pitiantuta, en 1931. Varios de los oficiales rusos –aproximadamente 60 militares– fueron asimilados al Ejército nacional y pelearon en la guerra paraguayo- boliviana en defensa del territorio chaqueño, donde algunos dejaron sus
vidas.

Algunos de aquellos oficiales que cooperaron con la defensa nacional fueron el príncipe Jason Tumanoff, antiguo comandante de un buque portaminas de la Flota Imperial Rusa e instructor en la Armada Nacional Paraguaya; el general Nicolás Ern, el mayor Von Eckstein, luego coronel.

Fallecieron en la Guerra del Chaco, los mayores Sergio Salaskin, Basilio Serebriakoff y Boris Kassianov, los capitanes Nicolás Goldschmidt, cartógrafo; Basilio Malutín y Víctor Kornilovich. Otros nombres de rusos blancos en la guerra fueron Verkelieff, comandante del RC4 Acá Carayá; Korsakoff, comandante del RC9 de Caballería. También participaron activamente de la vida nacional, los Ermakoff, Sispanov, Vysokolan, Kannonikoff, Retivoff, entre otros apellidos que originaron sus estirpes paraguayas, hace ya ocho décadas.

El Vertúa

Hasta hace pocos años, funcionaba sobre la calle Palma un afamado local gastronómico, al que también se asistía para bailar al son de la música de importantes grupos de la época. La fiesta empezaba los sábados a las 10:30 y duraba hasta el mediodía. Posteriormente se reanudaba a las 17:30 hasta las 20. Para los músicos, allá por los años 60 y parte del 70, actuar en el Vertúa era muy importante, pues era sinónimo de calidad, así como actuar en la fonoplatea de Radio Guaraní.

Algunos de los célebres grupos que actuaban en el Vertúa eran Las Estrellas Paraguayas del Jazz, de Athos Bernal y el trío Ndarecói la culpa, conformado por los hermanos Santiago y Rubén Hug de Belmont y Oscar Faella. Además de los bailes en el Vertúa, otros lugares muy apreciados de los jóvenes –que hoy pintan canas y crían panzas–, eran los clubes Sol de América, Mbiguá, Sajonia, Rowing, entre otros.

Los león perô

Entre las compañías Yaguary, San Benito y Costa Pucú de San Ignacio, Misiones, viven varias familias que en los siempre calurosos días de sol en nuestro país, pasan grandes padecimientos, pues sus cuerpos carecen de la capacidad de sudoración para regular el calor corporal. Pero no solo en verano pasan malos momentos, sino también en invierno, pues tienen serias dificultades para mantener el calor del cuerpo y fácilmente llegan a la hipotermia y a sufrir las afecciones típicas de las temporadas invernales. Son los vulgarmente conocidos como león perô.

Los afectados por esta enfermedad, al no tener capacidad de sudar, viven todos los días un verdadero víacrucis, pues sus actividades cotidianas las tienen que realizar en las cercanías de un pozo de agua, de un arroyo o de una aguada, pues cada cierto tiempo deben mojar su cuerpo para regular la temperatura corporal.

La presencia de la afección en nuestro país data de los días inmediatamente posteriores de la Guerra contra la Triple Alianza, cuando se establecieron en la zona misionera varias familias de origen argentino, entre ellas doña Eustaquia González, quien legó a sus descendientes el trastorno genético conocido como displasia ectodérmica anhidrótica familiar. La dolencia, de carácter hereditario, fue descrita por Charles Darwin en 1875.
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