#SuenaYaguarón

¡Yaguarón suena! No solo por el valor artístico cultural de su templo San Buenaventura —que data del periodo colonial— o por las leyendas, sino también por la buena música. Durante tres días estremeció, a propios y extraños, con el Festival Nacional de Orquestas Juveniles Sonidos de la Tierra.

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La música con magia suena. Es así. Yaguarón vibró, estremeció con los sonidos de los instrumentos de 1200 chicos, quienes con alma y corazón sorprendieron a los asistentes al Festival Nacional de Orquestas Juveniles Sonidos de la Tierra.

El programa incluyó charlas sobre patrimonio, así como un desfile de la Orquesta de los Pueblos por la ruta 1 Mariscal Francisco Solano López hasta la peatonal del templo San Buenaventura, con un broche de oro excepcional: el concierto ofrecido por 1200 jóvenes músicos en la explanada del templo de la ciudad.

Toda Yaguarón se vistió de música y fiesta. La banda Peteke Peteke también formó parte del espectáculo musical, por esos días. El grupo mantiene la expresión musical popular iniciada en Yaguarón durante las misiones de los franciscanos en el siglo XVII. Todos ellos, interpretan un ritmo instrumental (el toke) con tambor, flauta y gualambau (un arco con cuerda unida a una caja de resonancia de calabaza), elaborados con materiales rústicos, como piel de vaca, madera de timbó y tacuarilla.

El majestuoso templo fue el escenario en el que Sonidos de Paraqvaria hizo estremecer a los presentes con el Gloria de Domenico Zipoli, una de las piezas de mayor perfección estética, herencia de las antiguas Reducciones Jesuíticas del Paraguay, con Mamópa reho María, Sonata XIX, Salve Regina y otros temas. Esta agrupación se dedica exclusivamente al estudio de la música barroca misional de América del Sur de los siglos XVII y XVIII, bajo la dirección del maestro Luis Szarán.

Los estacioneros también entraron al templo con sus canciones peculiares. Lo mismo hicieron Estefana y Maximiana Garay, madre e hija, cultoras del ñembo’e purahéi, uno de los patrimonios intangibles del Paraguay. El grupo Sagrado Corazón de Costa Fleitas-Areguá, igualmente, le dio brillo a este rico y variado encuentro.

En fin. Yaguarón sonó con la emoción y sentimiento del talento de los jóvenes de diversas comunidades. Silvia Ledesma, de la ciudad de Quiindy, cuenta que llevaba a Carapeguá a su hijo para que pueda integrar la Orquesta de Sonidos de la Tierra. Ella es un claro ejemplo de que, con voluntad, se pueden realizar grandes cambios. Con entusiasmo, comenta que, luego de varias gestiones, logró que también se llevara la enseñanza a su ciudad. “Queríamos que la música también transforme a nuestros jóvenes, que tengan educación musical, puedan interpretar música clásica y tradicional para dar continuidad a nuestra identidad regional y, por lo tanto, a la identidad cultural, y diversificar su panorama hacia grandes compositores”, expresa.

Silvia afirma que no solo educan musicalmente. “Además de enseñanzas de notas musicales, también buscamos transmitir valores e identidades. Si surgen situaciones que ameritan modificaciones, aconsejamos un actuar correcto. Nos preocupamos y ocupamos de nuestros jóvenes, y la música es nuestro instrumento”, afirma.

Orgullo sienten Lucha Abbate y Luis Szarán, y no es para menos. Utilizar la música para fomentar el espíritu emprendedor en las personas y las comunidades, crear capital social y reducir la pobreza no tiene igual. Están convencidos de que cuando hay música, la historia cambia. ¡Y cómo!

Aprovechando el Festival Nacional de Orquestas Juveniles de Sonidos de la Tierra invitaron a los padrinos culturales, quienes disfrutaron de un recorrido vivencial al que denominaron “Herencia Cultural de Tres Siglos”, en el que las emociones y la sensibilidad tampoco faltaron. En este transitar, los padrinos llegaron hasta el museo Gaspar Rodríguez de Francia y se conectaron con la época de la independencia, de la mano de Walter Díaz, seguido de un karu guasu con delicias típicas.

Finalmente, los padrinos culturales conocieron de cerca a los jóvenes becados durante el ensayo general de la megaorquesta Sonidos de la Tierra. Impresionante. Más de 1000 jóvenes cumpliendo su sueño. Más de 50 comunidades participantes de 15 departamentos del país brindaron un espectáculo magnífico, único e irrepetible en la explanada del templo San Buenaventura, edificado entre 1755 y 1772; una arquitectura con galería perimetral y uno de los mejores ejemplos del arte barroco hipano-guaraní, obra del tallista portugués José de Souza Cavadas. En ese ambiente sonaron las cuerdas de los instrumentos, como el violín, la viola, el arpa, el acordeón, la flauta, con sus cualidades sumamente emotivas que calaron hondo en los corazones presentes, afirmando que la música es la auténtica expresión del mundo y la vieja compañera del ser humano en el dolor, gozo, esperanza, la celebración de todo lo que es importante... en el simple hecho de estar vivo y disfrutar. La vida sin ella, sencillamente, sería un error, una fatiga, un exilio, tal como lo dijera el filósofo alemán Friedrich Nietzsche.

Sepa más

Los interesados en conocer más acerca de la ciudad pueden ingresar a la página http://www.yaguaron.gov.py

ndure@abc.com.py

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