Una pintoresca pareja

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Ostentan el Récord Mundial de Guinness de la pareja más tatuada del mundo desde el 2014. Víctor Hugo Peralta (48) y su esposa, Gaby (47), vinieron a nuestro país para presentar la primera edición del Freak Tattoo Paraguay, una expo de tatuajes.

Víctor y Gaby, de Querubín Tattoo, de Buenos Aires, son los creadores de la Freak Tattoo, y se unieron con Carlos Vázquez, propietario de Alquimia Tattoo, de Fernando de la Mora, para realizar la primera expo a este nivel en el Paraguay, los días 17 y 18 de noviembre pasado. Este evento ya tiene cuatro ediciones anteriores en Buenos Aires. 

Hijo de un militar, Víctor se tatuó por primera vez a los 13 años. “Ya te imaginarás cómo reaccionó mi padre”, comenta mientras posa para la cámara. Posteriormente, a los 18 años, en un viaje de mochileros en Brasil quedó realmente fascinado con esos dibujos en la piel y, desde entonces, ya no paró más. “Hasta hoy, que tengo 48 años”, subraya. No solo tiene tatuajes, sino también implantes subdermales (con intervenciones quirúrgicas); escarificaciones, que son cortes con bisturí o se realizan diseños, y las cicatrices son las que forman el dibujo, el resultado final. La pareja tiene eyeball tattoo, que consiste en la pigmentación del globo ocular, la parte blanca del ojo. Víctor tiene uno verde y el otro negro, y Gaby, los dos ojos de color negro. Además, expansiones de lóbulos de las orejas, la lengua partida al medio (lengua bífida), entre otras cosas. Gaby comenta que tiene la misma cantidad de implantes y, también, ear pointing (orejas de elfo). 

“Víctor también tiene modificaciones en las orejas, pero no tienen nombre, porque son especiales, son solo de él”, cuenta Gaby. “Sí, me mordió mi burra”, confirma él entre risas. Ambos tienen piercings casi en toda la cara, cejas, orejas, lengua y otras partes del cuerpo. Gaby es de Rosario, Argentina, y Víctor nació en Canelones, Uruguay, pero hace 21 años que está radicado en la Argentina. 

También vivió unos años en Brasil. “Tengo un hijo brasileño, de 22 años, y otro de 27, uruguayo”, indica. La pareja no tiene hijos. Aunque albergan a 37 animales en su quinta, donde tienen caballos, conejos, una burra llamada Princesa, perros, gatos, hasta tres tortugas. “De todo. Así que ellos son nuestros hijos”, refiere Gaby.

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¿Cuándo y dónde se conocieron?, inquirimos. “Nos conocimos cuando él tenía 27 y yo 26 años, en un encuentro de motos. No tuvimos casi tiempo de noviazgo. Prácticamente al mes ya estábamos viviendo juntos y seguimos juntos todo el tiempo”, expresa Gaby. “Sí, porque de casados llevamos nueve años”, acota Víctor. 

¿Entonces creen en la institución del matrimonio? “Lo hicimos porque es necesario por un montón de cosas, como la salud, el papeleo, todo eso. Uno reniega de ciertas cosas, pero es parte de la sociedad y se tiene que adaptar, aunque no esté de acuerdo”, dice Víctor. “Nos cuidamos mucho”, añade Gaby. ¿Quién vio primero a quién? “Los dos nos vimos”, responden casi a la par. Se conocieron en Buenos Aires. “Ahora no sé quién reaccionó primero...”. “¡Vos!”, lanza Víctor. Ella se acercó, pero él no estaba muy predispuesto ese día. “Pero lo aflojé rápido”, revela Gaby, quien ya también tenía tatuajes y piercings, pero muchísimos menos. Víctor ya lucía bastantes tatuajes, pero no tanto como ahora y, también, como 40 piercings. Pero tenía toda la cabeza tatuada, algo muy raro todavía en esa época. Me lo hicieron en Brasil. Yo soy tatuador desde hace 24 años, y el movimiento del tatuaje en Latinoamérica comenzó allí; hace años luz que están en esto”. 

¿Duele? “Un poco. Nos fijamos más en el resultado que en el proceso. Por ejemplo, nosotros hacemos shows de suspensión corporal. Nos colgamos con ganchos de la piel”, detalla. Afirman que tienen referentes, dado que, como son pocos, se suelen cruzar en los eventos. “Es una familia bastante chica la de los modificados. Somos muy pocos. Conocemos a otros de diferentes partes del mundo en las convenciones o los shows, e interactuamos. Hemos estado en China, Rumania, Francia, Italia y toda Sudamérica”.

Hasta hoy, ya han visitado alrededor de 16 países. El año que viene volverán a China, Francia, Brasil, Uruguay y el Paraguay. En un año llegaron a hacer 24 viajes”. Ambos aseguran que se puede vivir perfectamente de esta actividad. La pareja tiene un estudio de tatuajes en el centro de Buenos Aires a una cuadra del Congreso: Querubín Tattoo, donde entre sus clientes hay de todo; entre ellos, muchos son jugadores de fútbol.

En sus cuerpos, prácticamente, ya no queda lugar que no esté tatuado. “Me faltan las palmas de las manos y los pies”, muestra Víctor, quien tiene el 90 % cubierto. Gaby tiene el 75 %. “Todavía me queda lugar. Lo que pasa es que uno lo va decidiendo sobre la marcha. Los planificados son los menos”, indica. Ahora que están en nuestro país aseguran que se llevarán tatuado algún recuerdo. Para ambos, los tatuajes son un estilo de vida. Convivimos con el arte y el dibujo todo el tiempo. Todo lo que tenemos en casa está decorado con nuestros dibujos. “Si tenemos cosas lisas, enseguida se dibuja y se tatúa”. 

En cuanto a la reacción de la gente, están acostumbrados a que los miren. Es más: les gusta. Al respecto, Víctor expresa que algunos les aceptan, pero otros no. “Muchos prejuzgan y creen que porque usamos tatuajes somos malas personas. Capaz que ven a uno que no usa tatuaje, los gobierna y ese, justamente, les hace mal”.

Resalta la falta de tolerancia, especialmente de la gente religiosa, que les tilda de satánicos o cosas así. “Pero eso no tiene nada que ver con nosotros. Me dicen que el cuerpo es el templo de Dios. Y les contesto: ‘Yo lo decoro nomás. Lo tengo bien pintado. Lo estoy manteniendo lindo’. Creen que un tatuaje modifica a una persona, lo asocian con criminales, ladrones, drogadictos y nosotros somos personas comunes. “Estamos pintados, nada más”, agrega Gaby.

El Guinness World Record

En el 2012 Víctor recibió un correo electrónico de los representantes de los Récords Guinnes, que decía que había una nueva categoría: pareja casada más modificada del planeta, y que había entre 15 y 20 parejas, de las cuales iban a seleccionar la que les pareciera más modificada. En el 2013 les comunicaron que fueron elegidos para esa categoría y, en el 2014, salieron en el primer libro del Récord Mundial de Guinness. También, en el 2015 y 2016 en los EE. UU. En el 2017, aquí nuevamente en Sudamérica. Mantienen el récord desde el 2014.

mpalacios@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Silvio Rojas.