Una visita especial

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Intercambian correspondencia hace dos años: cartas y fotos cruzaron el continente americano en cada fecha especial. El lazo creado es tan fuerte que Sean Madsen preparó a Sammy, su perro guía, y tomó un vuelo que lo trajo al Paraguay a conocer a Marcos, el niño a quien patrocina.

Ese día, todo el barrio estaba alborotado, no había adornos ni música, pero era una fiesta. Los niños de toda la cuadra esperaban ansiosos al visitante, sentados en un montículo de arena frente a la casa de Marcos (11), quien desde hace dos años es uno de los beneficiarios de los programas sociales impulsados por el Fondo Cristiano Canadiense para la Niñez (CCFC, por sus siglas en inglés) y recibiría por primera vez a su benefactor, sir Sean Madsen.

El método para solventar estos proyectos es el patrocinio de personas que viven en Canadá y Taiwán. Aunque el sistema no es directo en términos económicos, es decir, que los padrinos aportan al proyecto y no entregan dinero en efectivo a sus patrocinados, sí lo es en cuanto al lazo con ellos y sus familias, haciendo posible encuentros como este que se dio en Villarrica hace unos días.

Antes de venir, Madsen, quien es activista por los derechos de las personas con discapacidad, realizó una colecta entre sus amigos para construir una pieza más en la casa de Marcos, quien hasta entonces solo tenía una habitación y una cocina-comedor. De la construcción estuvo encargado el propio padre del beneficiario, ahorrando así el costo de la mano de obra.

El primer contacto entre Sean y Marcos fue, tal vez, un poco raro; al principio, el pequeño se mostraba muy tímido y hablaba con voz muy baja, por la impresión de ver a la persona con quien tantas cartas había intercambiado y, también, por la presencia de las cámaras que ese día “invadieron” su humilde hogar, ubicado en las cercanías de la Cordillera del Ybytyruzú. Sin embargo, el entusiasmo de Madsen hizo que, poco a poco, entraran en confianza.

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Uno de los momentos que más disfrutaron fue el intercambio de regalos. Marcos le obsequió una faja tricolor, que Madsen no dudó en ponerse inmediatamente, así como una fina camisa de ao po’i bordada por su madre, y también un completo juego de mantel y servilletas típicas, creado por su progenitora.

Por su parte, Sean trajo regalos para toda la familia. Portarretratos, toallas de baño, remeras, libros de Derecho (carrera que Marcos sueña con cursar en el futuro), cuadernos, libros de oración y una Biblia latinoamericana. Así como un masajeador para su padre, chalecos para el trabajo, remeras para los dos hermanitos que tiene el pequeño y golosinas para los vecinos. Todo esto, ante la atenta mirada de vecinos, familiares y amigos de la familia que fueron a compartir con ellos ese especial momento.

Al finalizar, Madsen le dijo al pequeño que el único regalo que le gustaría que guarde para siempre es el consejo de que no importan los obstáculos que aparezcan en su vida, él debe luchar por sus sueños hasta alcanzar sus metas.

Marcos, en una conversación más relajada mientras ordenaba sus regalos en su nueva pieza, nos comentó que se enteró de la visita tan solo unos días antes. Su mamá no había querido decirle nada, porque ella misma no creía que se haría realidad y no lo quería ilusionar en vano. Sin embargo, los días previos fueron intensos. “Anoche limpiamos hasta las 10 y hoy madrugamos otra vez para seguir limpiando nuestra casita, para poder recibirle a mi padrino”, dijo.

“Estoy muy contento de conocerle. Siempre me escribe que tengo que ser buena persona y estudiar mucho para ayudarle a mi familia en el futuro. Para mí, es muy importante lo que hace este señor por mi familia desde hace tanto tiempo y ni siquiera nos conocía. No quisiera que se vaya, me gustaría que se quede más con nosotros en mi casa, pero lastimosamente no es posible”.

Más tarde fueron hasta la escuela en la que estudia Marcos, que recientemente inauguró una nueva aula con ayuda de la CCFC, donde Madsen recibió la distinción de visitante ilustre de la ciudad de Villarrica.

Sammy, el guía

Madsen, al ser no vidente, llegó acompañado de Sammy, su perro guía con el que también fue una gran experiencia en nuestro país, ya que la oferta hotelera se reduce notablemente para estas personas e, incluso, también en las aerolíneas. Pero todo esto fue subsanado y Sammy viajó en el avión, sentado junto a sir Sean y lo acompañó, como siempre lo hace, a todos lados.

Sammy es el tercer can que usa Madsen como guía. Antes pasaron por su vida Anna e Imus. La conexión entre ellos es notable, ya que el perro está todo el tiempo pendiente de su amo y acude a su encuentro incluso antes de que él lo llame. La presencia de la mascota fue un espectáculo en sí para los niños del barrio, quienes celebraban la manera en la que el animal se encontraba con la tierra.

Madsen explicó que las razas de perros que más frecuentemente se utilizan para guiar a las personas son los labradores y retrievers, y últimamente, también, los caniches franceses. El tiempo máximo que pueden trabajar es 11 años y, luego, pasan a retiro. Según el activista, los canes se adaptan con rapidez a la rutina de sus amos e, incluso, memorizan los lugares que más frecuentan, como tiendas, bancos u oficinas. Además, pueden distinguir derecha e izquierda y alertar sobre obstáculos, encontrar puertas, sillas y otras cosas, haciendo mucho más llevadera la vida de estas personas y brindándoles compañía incondicional.

El CCFC desarrolla proyectos de cooperación con diversas organizaciones en todo el país, como Dequení, FortaleSer, Fundación Alda, Global Infancia y Crecer, beneficiando a, aproximadamente, 10.000 niños en forma directa.

mbareiro@abc.com.py

Fotos ABC Color/Gustavo Báez.