Kant y la escolástica protestante*

Aparte del pietismo, la dogmática protestante también ha influido en Kant en su vertiente más conocida como "escolástica protestante". La influencia de esta corriente fue más sutil, pero no por ello menos importante para la constitución del pensamiento kantiano.

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La escolástica protestante fue un movimiento teológico que surgió por evolución natural de la Reforma del siglo XVI. Por lo general, puede caracterizarse como un delineamiento y endurecimiento de las categorías de la dogmática protestante tanto en su variedad luterana como calvinista. En lo metodológico puede decirse que es producto en mayor o menor grado de la aplicación de las categorías del pensamiento aristotélico-tomista a los dogmas protestantes, utilizándose estas categorías como un instrumento de la teología polémica y apologética que estaba en permanente controversia con posiciones sostenidas por otros sectores del espectro teológico. Por supuesto, ello implicaba una objetivación radical de la dogmática y de lo revelado, llegando a veces hasta el racionalismo.

Aunque el pietismo representó una respuesta potente y duradera contra los excesos más obvios de la escolástica protestante, esta no desapareció y sigue siendo una fuerza potente aun hoy, e inclusive dentro de las denominaciones protestantes caracterizadas por su pietismo. Sus principales exponentes fueron el luterano Johann Gerhard (1582-1637), y los calvinistas Teodoro Beza (1519-1605), Petrus Ramus (1515-1572), Pedro Mártir Vermigli (1499-562), François Turretin (1623-1687), y Gijsbert Voetius (1589-1676).

Al echar un vistazo a las cuestiones más disputadas dentro del escolasticismo protestante, es posible establecer puntos de influencia con el pensamiento kantiano. Sólo consideraremos algunos puntos que resultan más evidentes.

1. En primer lugar, vemos que Kant trata en el Libro I de La religión dentro de los límites de la mera razón con la cuestión de la extensión de la depravación introducida por el pecado. Esta fue una cuestión intensamente debatida en todos los círculos de la escolástica protestante y especialmente en la apología contra la Iglesia Católica Romana, que sostenía que la depravación producida por el pecado no hacía al ser humano incapaz de todo bien, a diferencia del protestantismo, especialmente el calvinismo, que postula la depravación total del ser humano1. De manera que quizá resulte sorprendente, Kant admite la corrupción radical de la voluntad, algo que es prácticamente inaudito dentro del ambiente deísta de la Ilustración. Sin embargo, ello no es una concesión al calvinismo escolástico, pues rechaza las doctrinas de expiación substitutiva, que fueran formuladas por Anselmo de Canterbury y adoptadas por la escolástica protestante. En contraste, insiste en que a pesar de la depravación radical de la voluntad, el individuo debe ser capaz de obedecer la ley moral. Esta postura es llamativa por las aporías que genera; se esperaría que Kant adoptase una posición más acorde al deísmo racionalista y optimista de su época antes que un postulado prácticamente tomado de la dogmática calvinista.

2. Una cuestión relacionada, y una de las más ardientemente disputadas dentro de la escolástica protestante es la cuestión del libre albedrío. Haciendo eco a la controversia pelagiana de los siglos III y IV, la cuestión se avivó luego de la polémica sostenida entre Erasmo de Rotterdam, quien defendiera la plena libertad del ser humano en De Libero Arbitrio (1524), y Martín Lutero, quien abogara por una versión más determinista de la voluntad humana en De Servo Arbitrio (1525) 2. La controversia -que en ciertos círculos sigue hasta nuestros días- fue abiertamente ridiculizada por muchos exponentes del pietismo por inútil y carente de utilidad. Por ello, es llamativo que en la Dialéctica Trascendental de su Crítica de la Razón Pura, Kant utilice la vieja cuestión debatida por los escolásticos protestantes como su tercera antinomia

3. Lo más probable es que la segunda antinomia de la razón pura no sólo sea una aporía insuperable de la cosmología racional, sino también una burla más o menos velada al espíritu pendenciero de los escolásticos protestantes, cuya crítica pudiera haberle llegado mediada por sus profesores de la facultad de Teología.

Si bien es posible, como vimos, señalar vínculos entre la escolástica protestante y Kant, ¿por qué hacerlo? La cuestión se plantea por el hecho de que es evidente que la exposición de Kant a la escolástica protestante fue sólo mediante el uso de la misma como "lenguaje de segundo orden". Quiero ofrecer tres posibles razones.

1. Un examen de La religión dentro de los límites de la mera razón muestra una enorme cantidad de citas de la Sagrada Escritura. Ello es sintomático; la Biblia es para la ortodoxia protestante el principium cognoscendi externum, la fuente de la revelación, y el uso copioso de la Escritura muestra a Kant no como un hereje y un innovador teológico, sino como alguien que desea insertarse dentro de la historia intelectual del pensamiento cristiano; en otras palabras, Kant deseaba mostrar que su pensamiento no era en modo alguno anticristiano o perjudicial, sino esencialmente ortodoxo.

Obviamente que desde cualquier apreciación objetiva, los resultados a los que Kant arribó están muy alejados de la ortodoxia protestante. 2. El uso de temas controversiales como punto de partida o ejemplo de ciertos rasgos de su pensamiento muestra que Kant sigue el interés pietista en la superación de las controversias religiosas, y también muestra que para Kant las barreras denominacionales en la religión (y barreras nacionales en la política) eran una aporía prácticamente insuperable. Es más; me atrevería a insinuar que de no ser por aquella aporía, aquel escollo insalvable, Kant no abandonaría la ortodoxia pietista protestante.

3. Finalmente, el empleo de temas que figuraban de modo prominente en la polémica luterano-calvinista, como es el caso de la depravación de la voluntad, y el intento de dar una solución "salomónica" concediendo algo a ambas partes -la depravación total a los calvinistas, la posibilidad innata de obedecer una ley moral a los luteranos y católico romanosilustra también la decisión política del Electorado de Prusia de unificar su Iglesia estatal. En efecto, era visible una tendencia a la unificación, la que fue sancionada con fuerza de ley e impuesta aun a la fuerza un poco más adelante, en 1817 (el tercer centenario de la Reforma), por orden de Federico Guillermo III. Estimo que Kant aprobaba dicha tendencia y quiso apoyarla con la publicación de La religión dentro de los límites de la mera razón.

Es posible afirmar más allá de toda duda que Kant fue influido en mayor o menor grado por la ortodoxia escolástica protestante, ocupándose de tópicos altamente controvertidos entre distintos bandos. Es posible que Kant haya escrito sobre dichos tópicos de dogmática para alentar la superación de divisiones y barreras denominacionales.

Es difícil valorar hasta qué punto esta influencia fue fundamental y decisiva. Aun cuando la influencia de la dogmática protestante pudiera ser considerada como discutible, es innegable que la admisión por parte de Kant de la depravación radical de la voluntad del ser humano llama poderosamente la atención y se constituye en el caso más probable de dicha influenci.

Facultad de Lenguas Vivas, UEP, Iglesia Bautista de Villa Morra

* Una versión más extensa de este texto fue presentada en la Semana de Kant, en la Facultad de Filosofía de la UNA, en agosto de 2004.

1 Cf. J. Calvino, Institución de la Religión Cristiana, II: I-III; L. Berkhof, Systematic Theology (Grand Rapids: Eerdmans, 1996) pp. 219-261.

2 Véase Olson, The Story of Christian Theology, p. 364ss; Latourette, Historia del Cristianismo, II, p. 69ss.

3 Kant, Crítica de la razón pura, I, II: División II (Dialéctica trascendental), libro II, ii. En la edición de Orbis/Hyspamérica el texto se halla en las pp. 332-335.


Eduardo Sánchez Gauto
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