La venganza del cordero

En su columna de hoy, el escritor Miguel Méndez comenta la película de César González ‘¿Qué puede un cuerpo?’ Aprovechamos la ocasión para hablar brevemente de este poeta y cineasta argentino.

https://arc-anglerfish-arc2-prod-abccolor.s3.amazonaws.com/public/JMRLSSYEQFC4JPTAUOYUEJJOMQ.jpg

Cargando...

Nacido en la villa Carlos Gardel, Morón, Buenos Aires, en 1989, y conocido también por el seudónimo de Camilo Blajaquis, el poeta y director de cine César González no se conforma con medias verdades: 

«Aparte de excluirte económicamente, te excluyen cultural y simbólicamente. Te excluyen porque sos el negro de una villa, el negro de mierda, vas a ser chorro, obrero y nada más. El sistema te excluye y es mucho más cruel de lo que uno cree. Lo que juega es una exclusión simbólica: el de la villa es un ignorante, es un posible delincuente» (1). 

Después de pasar por reformatorios, en el 2005, a los dieciséis años, César González fue ingresado primero en el Instituto de Menores Luis Agote y luego en la cárcel de Marcos Paz. No la ha tenido fácil: 

«Yo era re violento. Casi me matan, capaz maté. Robé muchos años. De chiquito siempre para nosotros fue el miedo, que la gente se cruce de vereda. Salía a manguear, revisaba bolsas y juntaba botellas. No se me cae nada por decirlo. Nos mandaban a la “gorra”, que nos daba palos. Tengo seis tiros de la policía encima, cinco años en cana y seis operaciones. No me morí de pedo. Mi hermano estuvo preso, mi vieja también. Mi viejo, un borracho toda su vida» (2). 

Patricio Montesano dictaba talleres de teatro y de magia en la prisión. Conocerlo fue para César González leer mucho y descubrir intereses inesperados por la filosofía, la literatura y la política. Compuso su seudónimo mezclando los nombres de un guerrillero y un militante sindical: Camilo Cienfuegos y Domingo Blajaquis, este último asesinado a balazos en una confitería del barrio de Avellaneda en 1966 –un crimen que, por cierto, aunque sigue hasta hoy impune, Rodolfo Walsh investigó y relató en ¿Quién mató a Rosendo?, libro publicado ya en 1969–. 

Este es un poema de César González / Camilo Blajaquis, «Panóptico»:

«Miro la lluvia a través de las rejas, 

que enfrente tienen un alambrado, 

que adelante mira un paredón, 

que en su punta tiene muchas púas, 

que de fondo tiene la noche, 

y un edificio de siete pisos. 

Que sólo tiene tres ventanas despiertas, 

y se perciben la soledad y el silencio absoluto, 

que son los dueños de este manicomio de futuros, 

que está formado por celdas maduras, 

que sangran en cada verano, 

que tiemblan todos los inviernos,

que habitan esclavos soñando ser reyes, 

que son viciosos del olvido y la muerte, 

que esperan callados la niebla del destino, 

que deambulan en los códigos de otro mundo, 

que llega la noche y miran por las rejas 

que enfrente tiene un alambrado, 

que adelante mira un paredón, 

que en su punta tiene muchas púas» (3). 

A los veinte años, César González salió de la cárcel, comenzó a cursar en la Universidad de Buenos Aires la carrera de Filosofía y publicó su primer libro, La venganza del cordero atado, título que alude al disco Lobo suelto, Cordero Atado, de Los Redonditos de Ricota. Crónica de una libertad condicional, su segundo libro, apareció en el 2011. En el 2014 lanzó el tercero, Retórica al suspiro de queja. Estrenó su primera película, Diagnóstico esperanza, en el 2013. La segunda, comentada en esta misma edición por el escritor Miguel Ángel Méndez (4), ¿Qué puede un cuerpo?, fue estrenada en el 2014. Después de tantas cárceles o quizá en ellas o incluso en medio de ellas para siempre –«no hay», sabe decir con precisión su poema de hierro a la Ciudad Panóptica, «peor cárcel que la mirada del otro»–, este primogénito de ocho hermanos ha encontrado una inesperada forma de libertad en sus propios pecados o –a veces son lo mismo– en sus propias potencias, ahí…

«Ahí, donde puedo ser. 

Ahí, donde no obedezco.»

Presos, borrachos de toda la vida, ladroncitos reventados, pibes chorros… No hay porvenir para los amores tristes de los grises horizontes de la villa. Pero de esa materia justamente se hace la poesía, poesía villera con su propio futuro. 

Notas 

(1) «Es más peligroso un pibe que piensa que un pibe que roba» (entrevista), Página 12, 18 de octubre de 2010. 

2) «La sociedad repite la lógica del pabellón» (entrevista), Clarín, 14 de julio del 2013. 

3) César González: La venganza del cordero atado, Editorial Continente, 2010. 

4) Miguel Méndez: «¿Qué puede un cuerpo?», Suplemento Cultural de Abc Color, 18 de noviembre de 2018.

juliansorel20@gmail.com

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...