Miguel Hernández: Para la libertad

Un 23 de septiembre como hoy, pero de 1936, el poeta Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, 30 de octubre de 1910-Alicante, 28 de marzo de 1942) se alistó como voluntario en el famoso Quinto Regimiento.

Retrato de Miguel Hernández hecho por Antonio Buero Vallejo
Retrato de Miguel Hernández hecho por Antonio Buero Vallejo

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El poeta Miguel Hernández planeaba ser dramaturgo: con el teatro uno puede ganarse la vida. El pastor Miguel Hernández, por ayudar a su familia con el rebaño y el establo, no pudo terminar el colegio. El miliciano Miguel Hernández fue condenado a muerte el 18 de enero de 1940 en el Consejo Sumarísimo 21001.

En un siglo XX casi tan joven como Miguel, la monarquía cedió el paso en España al nuevo gobierno democrático llamado (porque hubo una «primera» en el siglo XIX) la Segunda República, proclamada en 1931. Pero cuando en las elecciones generales de 1936 triunfó una coalición de izquierdas, el Frente Popular, bastaron cinco meses para que un golpe de Estado llevara al país a la guerra.

El general golpista era un gallego del Ferrol, Francisco Franco Bahamonde, cuya dictadura sería tan longeva que cuando la censura cerró La Codorniz –«La revista más audaz para el lector más inteligente»– por haber publicado en sus páginas cierto llamativo informe meteorológico –«Un fresco general, procedente de Galicia, reina en toda España»– ya eran los años 70.

Volvamos al golpe del 36, cuando Miguel tenía 25. A fin de defender Madrid de las tropas nacionalistas, las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas que el Partido Comunista había creado para proteger a los dirigentes socialistas, y que estaban formadas sobre todo por militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas, se dividieron en cinco batallones. Uno de estos batallones se convirtió en un cuerpo de voluntarios que se alistaban libremente para recibir instrucción militar y defender la República: el famoso Quinto Regimiento.

En él se alistó, un 23 de septiembre como hoy, pero de 1936, el poeta Miguel Hernández. Peleó en Madrid y luego en Andalucía, Extremadura y Teruel. Fue un agitador. Fusil al hombro, dirigió enérgicas palabras a sus compañeros de armas. Sus prosas de urgencia. «Para ganar la guerra», por ejemplo, que pide castigo para aquellos que, «faltos de austeridad, pretenden establecer una nueva burguesía, viciar y deshonrar con preferencias y halagos la moral de sencillez y hombría que impone el comunismo». Su poemario bélico de 1937, Viento del pueblo, recorrió –como el viento– calles y trincheras. La muerte no asusta cuando se vive para la libertad:

«Para la libertad sangro, lucho, pervivo.

Para la libertad, mis ojos y mis manos,

como un árbol carnal, generoso y cautivo,

doy a los cirujanos.

Para la libertad, siento más corazones

que arenas en mi pecho dan espuma a mis venas;

y entro en los hospitales, y entro en los algodones,

como en las azucenas.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,

ella pondrá dos piedras de futura mirada,

y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan

en la carne talada.

Retoñaran aladas de savia sin otoño

reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida;

porque soy como el árbol talado que retoño:

aún tengo la vida».

Miguel Hernández estaba en Madrid cuando el coronel Casado derribó al socialista Negrín, dando comienzo a las represalias del bando victorioso. Tenía que marcharse del país, recordó, en entrevista del 23 de julio de 1977 con El Diario Montañés, su amigo Víctor González Gil, con el que años atrás frecuentara las tertulias del madrileño café Pombo, y que una mañana de marzo de 1939 lo fue a despedir.

En la frontera de Portugal, la policía salazarista detuvo a Miguel y lo entregó a la española. Cuando lo soltaron «por exceso de “clientela”», sigue Víctor, como «sus amigos Vicente Aleixandre (por terror) y José María Cossío no le pudieron ayudar», él lo ocultó en su casa.

Pero Miguel quería ir a su pueblo, junto a su mujer: «Así que una tarde fui a despedirle a la calle Padilla. Recuerdo que antes de salir estaba preocupado porque no sabía qué regalo llevarle a Josefina. Entonces, para que no se gastase el poco dinero que llevaba, le di un globo de cristal, una lámpara que yo tenía en casa, y se lo llevó. Aquel sería, posiblemente, el último regalo que Miguel le hizo a Josefina».

En su natal Orihuela «le detuvieron el día de su cumpleaños, cuando su padre lo celebraba comiendo una paella». Ahí, de niño, había aprendido el oficio del padre, pastor de cabras –cabrero–. Entonces, los montes levantinos comenzaban detrás de su casa.

Siguieron los años de cárcel, en los que contrajo la tuberculosis que, sin tratar, le dio pronta muerte, el 28 de marzo de 1942, a los 31 años. Se negó tercamente a pactar su liberación o al menos su tratamiento médico a cambio de un gesto de apoyo al régimen. En cuanto hizo como poeta está lo que no se aprende: su nato oído músico, su saber del sentido matérico, del gran misterio de la forma, aun su virtuosismo, a veces. Su producción era desigual al enfermar en el frío de la cárcel. Pero ya no le quedaba tiempo. Con el sabor de la pena, la injusticia y la sangre, con el duro asombro ante la muerte ubicua y el imperio del hambre y el triunfo de la guerra, con la exaltación de la carne, el júbilo del amor y la pasión inevitable y salvaje de vivir se forjó la obra de este miliciano, perdurable espejo de su breve vida y rara aventura de lucidez. Se dice que, muerto ya, fue imposible bajarle los párpados en el gesto piadoso que se estila en tales ocasiones. De modo que esa mirada enorme, deslumbrada, translúcida, de vidrio alucinado que tenía se habrá quedado fija para siempre. Nadie pudo nunca cerrarle los ojos.

Cronología de Miguel Hernández

1910

Octubre: Miguel Hernández Gilabert nace en Orihuela, hijo de Miguel Hernández, pastor de cabras, y Concepción Gilabert, ama de casa.

1925

Marzo: deja los estudios por falta de recursos. Pastorea el rebaño y lee a los clásicos españoles, griegos y latinos.

1930

Publica sus primeros versos en El Día, de Alicante, y El Pueblo, de Orihuela.

1932

Enero: Ernesto Giménez Caballero publica un artículo sobre Miguel Hernández en La Gaceta Literaria. Febrero: aparece una entrevista de Francisco Martínez Corbalán a Miguel Hernández en Estampa.

1933

Publica en Murcia su primer libro, Perito en lunas.

1934

Agosto: primer número de la revista El Gallo Crisis, dirigida por Ramón Sijé, con dos poemas de Miguel. José Bergamín publica el auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras en la revista Cruz y Raya. Empieza a escribir El silbo vulnerado e Imagen de tu huella, antepasados de El rayo que no cesa, y los dramas Los hijos de la piedra, sobre la revolución de los mineros asturianos, y El torero más valiente.

1935

Se muda a Madrid. Muere en Orihuela Ramón Sijé; la «Elegía» que le escribe será publicada en Revista de Occidente.

1936

Publica El rayo que no cesa. Escribe El labrador de más aire. Estalla la guerra civil. Se alista como voluntario en el Ejército Popular de la República.

1937

Se casa con Josefina Manresa. Viaja a la URSS, al V Festival de Teatro Soviético. Publica Viento del Pueblo, El labrador de más aire y Teatro en la guerra. Escribe Pastor de la muerte.

1938

Muere su primogénito. Escribe Cancionero y romancero de ausencias.

1939

El hombre acecha se imprime en la Tipografía Moderna, en Valencia; al entrar en la ciudad los nacionales, queda sin encuadernar. Abril: Franco declara concluida la guerra. Mayo: cruza a Portugal; es detenido por la policía portuguesa y entregado a las autoridades españolas. En la cárcel de Torrijos escribe las «Nanas de la cebolla». Septiembre: puesto en libertad, vuelve a Orihuela, donde lo detienen.

1940

Enero: Tras un juicio sumario, es condenado a muerte. Julio: se conmuta la pena por 30 años de prisión. Lo llevan a la cárcel de Palencia y luego al penal de Ocaña.

1941

Trasladado al Reformatorio de Adultos de Alicante, enferma de tifus, que degenera en tuberculosis.

1942

Marzo: Muere. Es enterrado en el Cementerio de Nuestra Señora del Remedio.

Libros publicados en vida

Perito en lunas, Murcia, La Verdad, 1933.

Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras, Madrid, Cruz y Raya, 1934.

El torero más valiente (solo se publican dos escenas), Orihuela, El Gallo Crisis, 1934.

El rayo que no cesa, Madrid, Héroe, 1936.

Viento del pueblo: poesía en la guerra, Valencia, Socorro Rojo, 1937.

El labrador de más aire, Valencia, Nuestro Pueblo, 1937.

Teatro en la guerra: La cola. El hombrecito. El refugiado. Los sentados, Valencia, Nuestro Pueblo, 1937.

El hombre acecha (sin encuadernar), Valencia, Subsecretaría de Propaganda, 1939.

Nota Bene:

El poema incluido (parcialmente) en este artículo, «Para la Libertad», pertenece al libro El hombre acecha, de 1939.

crononauta700@gmail.com

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