Tácticas para acabar con la pobreza en el Paraguay a corto plazo

Todo el mundo reconoce a Paraguay como un país de economía pujante, crecimiento significativo, inflación controlada, presupuesto equilibrado y bajo desempleo. Con 13 ministerios y 84 secretarías contamos con un Estado grande y con gran potencial de proveer bienes y servicios. Recursos hay, en el sector público y en el privado. ¿Por qué entonces todavía tenemos 26% de pobreza monetaria y 350.000 familias que pasan hambre? 

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El estado no logra eficiencia 

El Estado paraguayo no logra ser eficiente ni efectivo a la hora de acercar servicios públicos a las familias que los necesitan. Apenas logra “poner a disposición” de la población sus prestaciones. La clase media, por definición, es quien típicamente se entera primero de los bienes y servicios disponibles y los aprovecha; los pobres generalmente no. De ahí que el objetivo debería ser “apuntar” puntual y específicamente a cada familia para proveer el servicio que específicamente la misma necesita.

Por ejemplo, está claro que el problema de las conexiones eléctricas ilegales no se soluciona simplemente poniendo una tarifa social, una ventanilla donde solicitarla y formularios que llenar. Se soluciona cuando la ANDE a través de trabajadores sociales propios o de otros organismos del Estado llega a cada familia que no tiene electricidad regular y le ayuda a llenar el formulario para acceder a dicho servicio. Un ejemplo de cómo debería funcionar el Estado es la medicina molecular. A diferencia de los Rayos X, la misma desarrolla métodos de diagnóstico y tratamiento de una enfermedad mediante la comprensión del funcionamiento de los genes. Es decir, trasciende los síntomas y los órganos del cuerpo para llegar a la base mínima de funcionamiento del cuerpo para darle el tratamiento preciso requerido. Necesitamos ese tipo de precisión para resolver la pobreza en Paraguay en el corto plazo.

Falta información específica

Necesitamos información específica y relevante sobre cada aspecto de la pobreza de cada “gen” del Paraguay. ¿Y cuál es el “gen”? Pues no es cada habitante, sino cada familia, la base mínima de toda sociedad. Necesitamos saber cómo luce la pobreza multidimensional de cada familia. No nos sirve saber solamente cuánto dinero gana cada persona por mes en el hogar, ni la famosa “línea de pobreza”. Necesitamos saber cuál familia no tiene electricidad, para que la ANDE vaya a esa casa y se la provea. Necesitamos saber qué familia no tiene presupuesto familiar, para que el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP) la invite a un curso de entrenamiento. Necesitamos saber quiénes en la familia no están escolarizados, para que la supervisora de zona del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) se ocupe de la misma.

Necesitamos un censo, pero no el típico registro que muchas instituciones tienen. Necesitamos más que eso. Se trata de tener un “registro único de familias” que permita a cada una construir un tablero de control de sus necesidades para tomar conciencia de estas e ir resolviéndolas con apoyo del Estado y el sector privado. Se trata de obtener información participativa de “abajo para arriba” preguntando a cada familia donde “le aprieta el zapato”. Se trata de que cada familia sea protagonista de su propia salida de pobreza. Si cada núcleo familiar adquiere conciencia y conoce sus logros y los problemas que aún le faltan resolver, podrá ponerse metas y trabajar organizadamente al respecto.

Redes a favor: FB 3,5 millones cuentas

En esta época del Internet, las Apps y las redes sociales, no sería muy difícil para el Estado administrar inteligente e individualmente los tableros de control de las 1,6 millones familias que habitan el país. De hecho, solo Facebook tiene 3,5 millones de cuentas en Paraguay. La tecnología informática para que cada familia tenga su propio tablero de control ya existe. Los medios para garantizar la privacidad de la información también existen y son seguros: que lo digan los bancos, financieras y otras empresas paraguayas que manejan millones de dólares y miles de cuentas de manera súper privada y segura. 

Cada familia podría contar con su propio “extensionista familiar”. Este podría fácilmente ser un funcionario público (no hay que contratar, ya existen) o un empleado del sector privado apropiadamente entrenado e imbuido del “menú de soluciones” que ya ofrecen el Estado, el sector privado o la sociedad civil a los distintos indicadores de pobreza. El director de una escuela rural y sus principales maestros, por ejemplo, podrían ser capacitados para informar y guiar a las familias de su comunidad en la obtención de soluciones a sus indicadores. Lo mismo podría hacerse con extensionistas del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), directores y enfermeras de los centros de salud, funcionarios municipales, etc. 

En el sector privado, los departamentos de recursos humanos, responsabilidad social empresarial y sus equivalentes podrían trabajar con los empleados de sus empresas en el mismo sentido que los del sector público. De hecho, es de interés de las empresas que sus empleados tengan mejor calidad de vida para que sean más productivos. Como evidencia palpable, ya hay más de 120 empresas en el país trabajando con este enfoque. En éstas, los gerentes de recursos humanos (o su equivalente) y sus colaboradores ya disponen del “menú de soluciones” y canalizan hacia sus empleados todos los servicios públicos y otros servicios privados y de fundaciones y ONGS que la empresa puede apalancar. Lo hacen con precisión “milimétrica” basada en el tablero de control de cada empleado. 

Para evitar la burocracia, el Estado debería habilitar una “ventanilla única de servicios públicos” para facilitar la relación con el sector privado y articular la oferta de los 13 ministerios y 84 secretarías. Por ejemplo, si 50 de los 500 obreros de una empresa necesitan baños, el gerente de recursos humanos de dicha compañía podría recurrir a la “ventanilla” para que la misma facilite un programa de Senavitat para dicha empresa. Si hay una epidemia de gripe, recurrir a la misma “ventanilla” para traer servicios de vacunación a la empresa.

La carencias no son por falta de recursos

No es la falta de recursos lo que hace que los paraguayos sigan sufriendo carencias. Ni siquiera es la corrupción la causa principal. Son las políticas y las acciones gubernamentales dispersas y descoordinadas, enfocadas no en la familia sino en los individuos beneficiarios. Es la manera en que se mide el éxito en el Estado: por actividades y gestión y no por resultados e impacto. No debemos medir cuantas horas de clases tenemos, sino cuántos alumnos aprueban el examen PISA. No debemos medir cuantos cursos de inclusión financiera dimos, sino cuanta gente ahorra y/o está sobre endeudada.

Cada familia paraguaya sabe dónde le aprieta el zapato. Si recogemos esa información en un tablero de control construido por cada familia, la familia no solo podrá ser proactiva en resolver sus carencias, sino que el Estado tendrá información “molecular” para dirigir sus recursos con precisión a través de los Extensionistas Familiares. Y con estos elementos es posible eliminar la pobreza en el corto plazo.

Ineficaz

El Estado no logra ser eficiente ni efectivo a la hora de acercar servicios públicos a las familias que los necesitan. Debería apuntar a cada familia.

Políticas

No es falta de recursos lo que hace que la gente siga carenciada, sino las políticas y acciones gubernamentales dispersas y descoordinadas. * Director ejecutivo Fundación Paraguaya

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