El valor de la lectura oral en el aula

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La lectura oral adquiere su verdadero sentido y valor cuando la llevamos a cabo en un ambiente social con la intención de compartir contenidos desenvueltos por alguien que desea transmitirnos mensajes sustanciosos y memorables, incluso, en la mayoría de los casos, aleccionadores. Por lo tanto, la lectura oral persigue el objetivo de que se comprenda un texto dentro de un determinado grupo que maneja un plano académico similar.

No hay que confundir entre lectura oral decodificadora y lectura silenciosa comprensiva. La primera está al servicio del auditorio (es colectiva), en tanto que la segunda es utilizada por el lector para su provecho personal (es individual).

Durante el desarrollo de una clase de lectura oral, debemos considerar las "pautas de calidad sonora" (entonación, volumen, pausas, discriminación silábica, etc.), antes bien que enfocar la velocidad con que avanza la persona que lee (la lectura veloz solo sirve para informar acerca de la inseguridad de quien está tratando de descifrar el texto que tiene enfrente). Es más, es preferible una lectura pausada para que se entienda bien el contenido expuesto, a que se pase de una palabra a otra sin diferenciar la calidad sonora, lo cual se traduce como monotonía y esto cansa al auditorio. La lectura veloz se caracteriza por ser una lectura de claves, es decir, solo se enfocan las palabras "fuertes" del texto eludiendo otras "no tan fuertes", y esto depende de la cultura de cada persona. De ahí deducimos que es la lectura pausada la que propicia la comprensión lectora, pues ayuda a dilucidar contenido; a diferencia de la lectura veloz que es de refuerzo para asegurar información o confirmar un argumento.

Un niño que posee una buena comprensión lectora probablemente practica una lectura fluida y también demuestra una buena velocidad lectora. Sin embargo, eso no quiere decir que debamos entrenarnos en velocidad lectora como prerrequisito para que tengamos una buena lectura comprensiva. Son procesos simultáneos que se dan naturalmente cuando cualquier lector es expuesto a distintos tipos de textos. De hecho, debe haber una correlación positiva entre velocidad lectora y lectura comprensiva, pero eso no implica necesariamente una relación de causalidad.

Con el propósito de asegurar lo expuesto, te presentamos dos cuentos que te ayudarán a lograr los objetivos que desees llevar adelante con la implementación de la lectura oral en el aula.

Para practicar convenientemente, te sugerimos

Lectura 1

Maestra, ¿qué es el amor?

Al término de una clase, uno de los niños preguntó a la maestra:

—Maestra… ¿qué es el amor?

La maestra sintió que el infante merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en la hora del recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajeran cosas que invitaran a amar o que despertaran en ellos ese sentimiento. Los pequeños salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:

—Quiero que cada uno muestre lo que ha encontrado.

El primer alumno respondió:

—Yo traje esta flor…, ¿no es bonita?

A continuación, otro alumno dijo:

—Yo traje este pichón de pajarito que encontré en un nido… ¿no es gracioso?

Y así los chicos, uno a uno, fueron mostrando a los demás lo que habían recogido en el patio.

Cuando terminaron, la maestra advirtió que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido en silencio mientras sus compañeros hablaban. Se sentía como avergonzada por no tener nada que enseñar.

La maestra se dirigió a ella y le dijo:

—Muy bien, ¿y tú?, ¿no has encontrado nada que puedas amar?

La niña, tímidamente, respondió:

—Lo siento, señorita. Vi la flor y sentí su perfume, pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma durante más tiempo. Vi también mariposas suaves, llenas de color, pero parecían tan felices que no intenté recoger ninguna. Vi también al pichoncito en su nido, pero…, al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí dejarlo allí…

Así que traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de las mariposas y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo enseñar lo que he traído?

La maestra le dio las gracias a la alumna y emocionada le dijo que había sido la única en advertir que lo que amamos no es un trofeo y que al amor lo llevamos en el corazón.

El amor es algo que se siente. Hay que tener sensibilidad para vivirlo.

Lectura 2

El sabio

Un sabio, cierta tarde, llegó a la ciudad de Akbar. La gente no le dio mucha importancia a su presencia, y sus enseñanzas no consiguieron interesar a la población. Incluso después de algún tiempo llegó a ser motivo de risas y burlas de los habitantes de la ciudad.

Un día, mientras paseaba por la calle principal de Akbar, un grupo de hombres y mujeres empezó a insultarlo. En vez de fingir que los ignoraba, el sabio se acercó a ellos y los bendijo.

Uno de los hombres comentó:

—¿Es posible que, además, sea usted sordo? ¡Gritamos cosas horribles y usted nos responde con bellas palabras!

—Cada uno de nosotros solo puede ofrecer lo que tiene —Fue la respuesta del sabio.

Completa la actividad con las propuestas que aparecen en el cuadernillo de Tarea para la Casa
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