En 1997, se abrió el proceso de beatificación y canonización de la religiosa paraguaya; en el 2010, el Vaticano la declaró “venerable” y ahora se busca su beatificación. Esta carmelita descalza concede gracias y sus fieles dan testimonio de ello. El equipo de profesionales que tiene a su cargo el estudio del cerebro de María Felicia pretende hallar la mejor manera de conservarlo para que en un futuro no lejano se lo pueda venerar, así como el corazón de San Roque González de Santa Cruz, primer santo paraguayo.
Al iniciar nuestras consultas, el responsable de la Secretaría General de la Causa de Beatificación y Canonización, fray Restituto Palmero Rodríguez, aclaró que este llamativo hecho no colabora para acelerar el proceso de su beatificación en Roma. Explicó que no se trata de un milagro, pero que tampoco es algo normal. No es un requisito que los futuros beatos o santos deban tener alguna parte de su cuerpo en estado incorrupto, ya que figuran santos en la historia de la Iglesia católica de quienes no se conservan ni siquiera las cenizas.
El descubrimiento de la pieza sólida dentro del cráneo en el pequeño ataúd que custodian las carmelitas descalzas del convento de Asunción motivó mucha extrañeza, cuando ellas se encontraban en un proceso de limpieza de los restos óseos de María Felicia.
Tras el hallazgo, un grupo de expertos asistió al lugar para el estudio correspondiente.
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El doctor Elio Marín, neurocirujano, y parte del equipo esclarecen qué pasa con el cerebro tras la muerte de una persona. “La descomposición del cuerpo humano en general y del cerebro en particular es un proceso natural que empieza inmediatamente luego de la extinción de las funciones vitales, y son influenciados por la acción de las propias bacterias y enzimas que están naturalmente en nuestro organismo y las condiciones medioambientales. Las células de nuestro cerebro (neuronas) mueren en unos tres a siete minutos”.
Respecto al cerebro de la venerable, indicó: “El cerebro de la venerable María Felicia de Jesús Sacramentado mantiene las características anatómicas a nivel de la superficie (surcos y cisuras) de los dos hemisferios cerebrales, del cerebelo y parte del tronco cerebral, se encuentra notablemente disminuido en tamaño casi ocho veces más pequeño, por el proceso de deshidratación que sufrió el mismo. Está petrificado, aunque quebradizo, y con un peso aproximado de quince veces menos”.
A su criterio, dificulta creer que se haya mantenido tanto tiempo, teniendo en cuenta las condiciones de humedad y temperatura de nuestro país, y suponiendo que los métodos de conservación no sean los más sofisticados.
Se debe recordar que ella falleció por una aparente condición de infección hepática, lo que aumenta la presencia de microorganismos, que en teoría hubiesen apresurado el proceso de descomposición. El médico concluyó de esta manera: “La fe empieza donde termina la razón”.
La venerable
María Felicia de Jesús Sacramentado, o simplemente Chiquitunga, es muy conocida por los fieles católicos; prueba de ello son las concurridas misas celebradas en la capilla de las carmelitas descalzas de Asunción el día dedicado a ella, cada 28, fecha en que se recuerda su fallecimiento, un 28 de abril de 1959, a sus jóvenes 34 años.
Chiquitunga Guggiari Echeverría nació en Villarrica, en enero de 1925. Desde niña mostró bondad y practicó las enseñanzas de Cristo. Su familia emigró a Asunción. La joven concluyó sus estudios de magisterio y ejerció la docencia en la escuela del Perpetuo Socorro, desde los 23 años. Tres años más tarde, tras ejercicios espirituales, ingresó a la congregación de las carmelitas descalzas.
Un exalumno le pidió una gracia
El arzobispo de Asunción, monseñor Pastor Cuquejo, en abril estuvo internado en los Estados Unidos tras sufrir un accidente coronario. Con los días mostró progresiva mejoría y hoy se encuentra en excelente estado. El alto prelado aseguró que su salud y su vida son obras de Chiquitunga, que va camino a los altares y a quien él conoció en su niñez cuando fue su profesora en la escuela del Perpetuo Socorro.
Chiquitunga se enamoró del doctor Ángel Sauá. Se conocieron en 1950 cuando ambos militaban dentro de la Acción Católica. Con el tiempo lo confesó y lo resumió así: “Estoy enamorada de Sauá, pero más enamorada estoy de Jesús”. Fue una relación inefable con ideales de amor a Dios, servicio, entrega. Sauá decidió hacerse sacerdote. Ella lo aceptó y prometió rezar incansablemente para que él tenga un santo sacerdocio. Chiquitunga se aferró a la oración como siempre lo hizo. Se vieron por última vez en la Estación Central del Ferrocarril de Asunción, en 1952.
