De acuerdo a registros encontrados de la reina Cleopatra, se comprobó que su encanto radicaba en su personalidad más que en su aspecto físico y atractivo, en sus trucos de belleza más que en su maquillaje. Según cuenta la historia, la mítica reina del Nilo realizaba diversas rutinas caseras para mantener su cutis terso, resplandeciente y libre de arrugas. Dicen, también, que fue precursora de varios métodos en los que utilizaba esencias naturales elaboradas de aceite, leche, miel, rosa y oro. Históricamente, se hablaba del oro como un producto curativo que generaba, fortalecía y potenciaba la energía. Las civilizaciones antiguas le atribuían propiedades curativas, por lo que incluían en sus preparados cosméticos. Parece extraño que un metal, por más noble que sea, proporcione acciones beneficiosas en un cosmético, pero este elemento químico es capaz de estimular la transferencia de los electrones entre el oro y los iones, y renovar las células de la piel. Una vez activados, se reparan las conexiones celulares rotas, y se reduce la aparición de las arrugas y líneas finas. En la actualidad, la industria se beneficia de sus propiedades y lo incluyen en modernos productos, afirmando sus calidades reafirmantes y regeneradoras. Chiara Ferragni, Elsa Hosk, Irina Shayk, Sara Sampario y Alessandra Ambrosio fueron algunas de las celebridades que ya se apuntaron al furor de la mascarilla dorada, y lo inmortalizaron con una selfie a través de sus redes sociales.
Su aplicación
“El protocolo del oro se inicia mediante una limpieza facial con gel o leche limpiadora, efectuando maniobras de suave presión. Este procedimiento deja lista la piel para que pueda recibir los principios activos. Luego, tonificamos y exfoliamos, y damos paso a la aplicación de la punta de diamantes, que eliminará todas las impurezas y los puntos negros. Por último, colocamos la máscara de oro, que permanecerá allí durante 20 min”, explica Betiana López Cattebeke, propietaria de BL DermoEstética.
La característica más sobresaliente de la oroterapia es la lucha contra el envejecimiento celular, ya que refuerza las defensas naturales, nutre la piel y crea un escudo protector que previene la degeneración prematura. Además, es altamente innovador por su elevado poder regenerativo e hidratante, logrando –a la vez– mayor luminosidad, firmeza y vitalidad. “Es fundamental aclarar que este metal no es tóxico, en pocos casos provoca alergias en contacto con la piel y permanece inalterable frente a los líquidos biológicos. Sus beneficios son rápidamente visibles, puesto que tiene un efecto tensor inmediato, consiguiendo que otros activos aumenten su eficacia. Las quinceañeras y novias son las que más recurren a este método un día antes de su gran evento, confiando la belleza de su piel al oro”, comenta López.
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Sus otras bondades
En el pasado, el oro se utilizó para tratar heridas, así como también para condiciones cardiacas y cerebrales. Este elemento estabiliza el colágeno, que es una proteína fibrosa que sostiene y conecta los tejidos del cuerpo. A medida que la piel envejece, el colágeno pierde su efectividad. Al aplicarse, se empareja el tono de la piel y se reducen las ojeras, así como también las pecas. También, desintoxica y mejora la circulación de la sangre.
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