“Se trata de representar cómo estas mujeres lucharon por hacerse un lugar dentro de la moda. Todos conocemos la historia de Chanel o Schiaparelli. Ambas jugaron un papel importante en la moda para que se las reconociera como grandes diseñadoras y artistas”, explicó César Rodríguez Salinas, conservador de trajes históricos en el Museo Municipal de La Haya. Esta es la primera exposición del mundo hecha con ropa confeccionada únicamente por mujeres diseñadoras al frente de grandes casas de la moda. El museo comenzó a prepararla hace ya tres años y medio, y se vio influenciado por movimientos feministas mediáticos y contra el acoso sexual, como #MeToo y #TimesUp.
Una mezcla entre pasado y presente de las prendas hechas por y para mujeres de todo el mundo que recuerda la etapa en la que las damas no eran consideradas aptas para la costura; por ese entonces, gremio de hombres encargados de diseñar y elaborar los trajes, pero también de los vestidos de corte.
“La historia de la moda está ligada a la división sexual. Había costureras, que eran mujeres, y los sastres, que eran hombres. No podían hacer el mismo trabajo, porque estaba regulado. Durante el siglo XVII, se produjo la revolución de la moda gracias a la unión de las costureras parisinas, en 1675”, añade Madelief Hohé, conservadora del museo.
“En tan solo un siglo, las modistas comenzaron a abrirse paso en la costura, diseñaron y elaboraron vestidos para las mujeres, aunque los sastres seguían controlando los vestidos más bonitos, los de corte”, recuerda Hohé.
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Esta época está representada en la exposición en una sala única dedicada a espectaculares vestidos, acompañados de señales de protesta que afirman “libertad o muerte” y con un maniquí masculino decapitado bajo la guillotina, situado en el centro del espacio.
A modo de ejemplo, señala la conservadora, la gran colección de vestidos de María Antonieta –la mujer que marcó estilo en Versalles, en el siglo XVIII– era cosa de la costurera Rose Bertin, “quien, en realidad, era una marchante de moda, lo que significa que añadían los preciosos bordados a la ropa, pero nunca hizo el vestido completo, solo los añadidos”. Esa labor era considerada en esos tiempos un regalo, algo creativo, una tarea que se hizo aún más importante en el siglo XIX, pero totalmente distinto al trabajo que haría un sastre, de elaborar la prenda por completo.
En la sala contigua del museo se da un salto a los diseños modernos de la holandesa Iris van Herpen (1984), reconocida como una de las mejores diseñadoras de la alta costura a día de hoy y que siempre ha sabido mezclar el arte con las técnicas innovadoras para confeccionar la ropa. En el resto de las salas se combina lo antiguo y lo actual. En esta mezcla aparecen piezas de Katherine Hamnet, conocida por sus camisetas con mensajes reivindicativos sobre el medioambiente, la educación o participación de la mujer en la vida pública, junto con prendas de Sophie Hardeman, Stella McCartney, Carven, Zandra Rhodes, Chanel y María Grazia Chiuri.
“Se trata de mostrar cada detalle que mujeres fuertes de la moda aportaron al diseño y cómo han cambiado las cosas. Ahora estamos discriminadas en la otra dirección”, concluye la conservadora de esta exposición.
EFE
