Liderazgo de mujer

Educada bajo el ejemplo de Atilio (abogado) y María Luisa (bioquímica), María Irene Garcete de Gavilán (54) reconoció en ambos el rol de líder desde muy joven. Sus padres, quienes marcaron su infancia y le inculcaron la responsabilidad, fomentaron también en ella la disciplina, logrando así sembrar en ella el trabajo juicioso y bien hecho.

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Licenciada en Análisis de Sistemas por la Universidad Católica de Asunción, realizó además numerosos cursos de formación orientados al desarrollo de producto, marketing y management, y tras estar al frente de importantes proyectos en el Paraguay y Brasil, se desempeña hoy como gerenta general del Banco Atlas.

Casada con Felipe, arquitecto independiente, y madre de cuatro hijos, Andrea (32), Alejandra (30), Tomás (13) y Mili (8), nos cuenta cómo logró fusionar sus diversas tareas: esposa, madre y ejecutiva exitosa.

Persistente y curiosa, logró siempre cumplir sus metas a pesar de los sacrificios, y asumir sus roles con liderazgo y responsabilidad.

¿Líder desde pequeña? No me defino como líder, pero sí me siento realizada a nivel profesional. Desde muy joven comencé a destacarme haciendo bien las cosas, pero siempre con un perfil bajo, porque no me gusta estar en el spot. Vengo de una familia de clase media, en la que lo que obtuvimos siempre fue con esfuerzo y dedicación al trabajo de mis padres. Mi mamá, siempre muy activa, todavía hoy a sus 80 años, sigue buscando actividades para siempre estar vigente y su imagen fuerte es algo que me marcó muchísimo. Del mismo modo, mi padre fue siempre puntual y previsor.

¿Ese mismo ejemplo lo ven tus hijos? Sí, me casé muy joven con Felipe, luego de una relación de noviazgo de seis años; él es siempre mi mayor fortaleza y juntos construimos una familia muy unida con cuatro hijos. La mayor, Andrea, es diseñadora gráfica, quien me hizo abuela de Mateo (7), y le sigue Alejandra, nutricionista infantil. Después de 14 años llegó a mi vida mi único varón: Tomás y, por último, Mili. Esta diversidad de edades me obliga a estar atenta a todos los momentos de la vida de cada uno. El compañerismo de Felipe es fundamental para emprender y tomar decisiones, que siempre se realizan en familia. Mis hijos tuvieron una época difícil durante la adolescencia, en la que resentían los horarios del trabajo, porque me quitaban mucho tiempo con ellos, pero hoy están contentos y compartimos muchas cosas.

Con una familia formada desde joven, ¿cómo llevaste adelante tu rol como profesional? Toda mi vida quise seguir Medicina, pero recuerdo que mi papá me decía que era una carrera hermosa, pero muy sacrificada, y que la cantidad de horas que le iba a dedicar a mis hijos iban a ser muy pocas. Mi marido fue un apoyo fundamental para poder iniciarme como profesional; juntos pagamos mis estudios en la universidad, a pesar de que mi padre, gentilmente, se había ofrecido a hacerlo. Decidí estudiar Análisis de Sistema porque era algo nuevo y desafiante. En aquel momento no entendía muy bien de qué se trataba, pero despertó mi interés. Fui de la segunda promoción de una carrera nueva, recién habilitada y con más participantes masculinos. Los primeros 10 años fueron difíciles. Congeniar los estudios, el trabajo y la familia demandó mucho esfuerzo.

¿Cómo lograste mantener el positivismo? Me inicié en el área de sistemas en el Banco de Inversiones del Paraguay (BIP) y nos quedábamos hasta muy tarde en la oficina. Aprendí a disfrutar lo que hago, soy muy apasionada, pero –por sobre todo– aprendí a rodearme de gente que sabe más que yo, como el equipo que tengo actualmente; personas que me desafían e inspiran. Así nacen las buenas ideas. Me gusta trabajar en equipo y disfruto mucho compartir con ellos, aprender cosas nuevas. Me gusta leer, comparar, descubrir e investigar. Soy fanática de las noticias, de lo que hay y lo que se está usando. Siempre trabajé dentro de bancos y los grandes cambios profesionales se dieron por situaciones que no eran controladas por mí, sino por causas adversas.

¿La intervención del BIP afectó tu visión y meta? Ese fue el momento en el que tomé la decisión de renunciar y ese paso generó más bien una crisis familiar, ya que acabábamos de sacar el crédito para nuestra casa. En ese proceso me llama un excompañero de trabajo, Rubén Olavarrieta, y me ofrece un puesto de trabajo en el área comercial en BEPSA; algo totalmente diferente a mi formación. Ellos vendían tecnología y me entusiasmé con lo nuevo. Así fue que ingresé a un nuevo mundo, al de las tarjetas de crédito y a un rol mucho más comercial. Durante dos años, todos los bancos fueron mis clientes; viajé muchísimo, pero –por sobre todo– aprendí, aprendí y aprendí, y vi que habían oportunidades diferentes en el mercado. BEPSA invirtió muchísimo en el aprendizaje del equipo y capacitarnos al máximo. Reconozco que me arriesgué a hacer cosas nuevas que no conocía, pero estaba dispuesta a conocer, y la gente que me vio liderar bajo presión, en situaciones complicadas, difíciles y adversas se dio cuenta de que servía también para nuevas cosas y diferentes. La adversidad me abrió puertas siempre. De ahí fui a trabajar a Interbanco, que era un banco muy chico en ese entonces, pero en el que tuve muy buenos jefes; líderes que me enseñaron mucho.

¿Buenos líderes fomenta entonces el liderazgo? Sí, siempre estuve rodeada de personas que marcaron un antes y un después en mi vida, líderes que me ayudaron muchísimo a llegar adonde estoy hoy, personas y situaciones que me demostraron que aunque seas chiquito, se puede avanzar con trabajo bien hecho. Tuve la suerte de tener jefes con mucha experiencia en Brasil; cada uno de ellos dejó su marca. Fui parte de la fusión de Interbanco con Itaú, un proceso muy desafiante, pues tuvimos que hacer en tiempo récord todo lo necesario para implementar la marca en el país. Interbanco era una marca muy querida por sus clientes e Itaú tenía que seguir siéndolo; así fue que apostamos a un cambio de imagen muy nacional que hasta hoy sigue vigente.

Ese proceso también te llevó a vivir afuera. ¿Cómo afrontaste la distancia con tu familia? Me invitaron al Brasil para liderar el proceso de implementación de Itaú en los diferentes países de Latinoamérica. Allí fui responsable del desarrollo comercial, algo que toda mi vida quise. Me fui muy ilusionada, con muchas responsabilidades y todo el apoyo de mi familia. Todos los lunes salía en el vuelo de las 4:00 y volvía los viernes a las 23:00 para poder estar con mi familia. Los fines de semana eran para ellos. El proyecto estaba previsto para una duración de dos años, pero formé parte del mismo por menos tiempo, ya que me vi obligada a renunciar por los importantes cambios planteados.

¿Cómo llegás al cargo que ocupás hoy? Vine a Banco Atlas con un desafío muy importante: gestionar la operación completa como gerenta general. Es un rol que te permite tener una visión global y la complejidad de la interacción de las diversas áreas. Aquí me encontré con un excelente ambiente de trabajo, gente técnica de excelente nivel y gran predisposición, en una institución con bases sólidas y procesos muy eficientes y ordenados. El Banco Atlas cuenta con un directorio muy comprometido a apoyar todas las iniciativas y una visión de mucho profesionalismo.

¿Tus responsabilidades te brindan tiempo para vos? Una vez a la semana intento hacer algo para mí, dejando los fines de semana para dedicarlos enteramente a mis hijos y una vez al año, aunque cueste la organización, viajamos solos con mi marido. Me siento realizada como mamá y mujer. Soy una defensora del trabajo coordinado y nunca vi mi género como un impedimento para enfrentar los desafíos.

Madre desde muy joven y activa como profesional, asegura que la fusión de ambos roles son claves para destacarse en el ámbito laboral.

María Irene de Gavilán

Licenciada en Análisis de Sistemas por la Universidad Católica de Asunción, se desempeña como gerenta general del Banco Atlas. Ella, además de gerenciar su perfil profesional, desempeña el rol de madre de cuatro hijos.

Día de la Madre

Aunque existen otras versiones, la mayoría de los historiadores paraguayos relacionan esta fecha de celebración como un homenaje a la madre patria.

Celebrado cada 15 de mayo en todo el país, es un día sumamente especial, en el que la mayoría de las familias galardonan a cada madre paraguaya.

|| nadia.cano@abc.com.py Fotos ABC Color/Virgilio Vera

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