Llegan los días fríos y el gato puede toser o estornudar, y es justo cuando hay que llevarlo al veterinario. Lo ideal, desde luego, es que el animal cuente con la solvente protección que le dio su madre con la lactancia a través del calostro y la vacuna triple felina, que se aplica a los 45 días de nacido en tres dosis, con diferencia de 15 días entre cada una. Eso brinda un escudo importante.
El doctor Marco Lobos, veterinario, explica que no es un resfrío como los humanos, sino un virus denominado “rinotraqueítis infecciosa felina”. Todo comienza con una descarga mucosa clara o transparente, pero a medida que pasan los días se acentúa y el cuadro se complica. De su nariz brota un moco purulento, amarillo verdoso, acompañado de descarga ocular, y el ojo se pegotea con la lagaña cuando amanece.
El profesional aclara que el virus es “altamente contagioso en una manada y, así, varios animales se infectan debido a la tos y los estornudos en épocas como otoño e invierno. Sigue su marcha y aparecen la fiebre, desgano e inapetencia. Los animales en situación de calle son los más expuestos”.
“La enfermedad se da por contacto directo por estornudos a través del aire, así se desplazan los microbios y se concreta la contaminación”. Recuerde que el felino que está desparasitado y con las vacunas al día tiene más defensas para luchar contra la rinotraqueítis.
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En la veterinaria
El doctor Lobos dice que esta enfermedad gatuna se trata con antibióticos, expectorantes, antifebriles y colirios para los ojos. Los medicamentos, en su mayoría inyectables, se aplican en la veterinaria, ya que el gato es más arisco y es difícil medicarlo en casa, donde el propietario puede salir dañado porque su mascota muerde o araña. Hay medicamentos que se aplican cada 48 h, y en tres aplicaciones el cuadro se revierte, en el mejor de los casos.
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