Cajas, sangre y risas

Entre verdulerías, carnicerías, pancheros, productos falsificados y esa peculiar mixtura que integra tanto a locales como orientales, allí está el Mercado 4, casi protagonista de la película.

https://arc-anglerfish-arc2-prod-abccolor.s3.amazonaws.com/public/DIWIPUNGFZHNXCRNJVLXV45IHE.jpg

Cargando...

Con sus colores e imperfecciones, el paisaje ferial de Asunción es el escenario perfecto para el thriller que Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori diseñaron en la cómplice aventura que decidieron llamar “7 Cajas”.

No tardarán en aparecer en pantalla esos estancos móviles que serán el eje narrativo en lo que dure el film: las 7 cajas que Víctor (Celso Franco) –un carretillero de 17 años– debe transportar con el mayor sigilo. Él no sabe el contenido, siquiera preguntó, solo intentará cumplir con la tarea encomendada, a la espera de su mitad rasgada de 100 dólares americanos a modo de compensación.

Será ese, entonces, el puntapié de las andanzas que vivirá el protagonista junto a Liz (Lali González), entre recorridos, persecuciones y situaciones al límite.

El verdadero sueño del adolescente, lejos de carretillas y encomiendas, es solo verse reflejado con la misma mágica facilidad en los televisores de un centro comercial del Mercado, o con la que se graba con un módico teléfono celular (que no puede comprarse).

Entre los méritos del guión –en cuyos créditos aparece el guionista y dramaturgo Tito Chamorro– se destaca la fluidez de los diálogos, una deliciosa serie de gags y frases que calzan –sin condicionar– a sus personajes.

El equilibrio en el uso del “jopara” en el lenguaje enriquece las escenas, con palabras y frases que van del “Nderakóre chera’a”, “tavyrón”, “mbóre”, al “capé” o “kuña’i”.

Se hacen visibles también códigos de la telecomedia (“González vs. Bonetti”, “La Chuchi”) y la estética videoclip, géneros que la dupla acaricia desde hace años. La virtud se convierte en discordancia cuando –por momentos– atenta contra el tono por el que se mueve la película.

Por momentos se observa un exceso de autorreferencias y guiños: como el personaje que lleva por nombre Tano, el comisario que se apellida Schembori y –cómo no– la aparición especial en una secuencia de la directora Tana Schembori.

Los jóvenes actores se llevan los aplausos. Desde Celso Franco y Lali González, los protagonistas, hasta la fresca Nelly Dávalos y Johnny Kim, el coreano enamorado.

Aportan su arte el villano Víctor Sosa, una desenvuelta Liliana Álvarez convertida en vendedora; y un entrañable Beto Ayala, en la piel de un personaje que quedará en el recuerdo.

Gran parte de los aplausos quizás no sean para Nicolás García, quien lamentablemente desentona en un personaje con un pintoresco intento de caricaturización, pero que en pantalla se observa poco trabajado y, en ocasiones, hasta discontinuo y sobreactuado.

La fotografía, a cargo de Richard Careaga, aporta su cuota de magia; al igual que la Dirección de Arte, en manos de Carlo Spatuzza.

La música original, creada por Fran Villalba, y la banda sonora a cargo de Revolber –cuya canción “Huye Hermano” fue compuesta para la película–, brindan identidad a la obra cinematográfica.

Ganadora en la sección “Cine en construcción” en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, “7 Cajas” es la nueva cara de un cine comercial paraguayo que gusta, enriquece y renueva las esperanzas de un público deseoso de pagar su entrada por una historia prolija, sin concesiones y con una curiosidad vertiginosa; tanto como el recorrido de esas 7 cajas misteriosas que cruzan las impredecibles cuadras del Mercado 4.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...